La plegaria del viernes 17 de julio de 2009, dirigida en Teherán, de forma excepcional, por el ayatollah Rafsandjani, reactivó el movimiento antigubernamental en presencia de Husein Musavi, candidato derrotado durante la reciente elección presidencial.

Para reanimar a la oposición, los partidarios del ex presidente Rafsandjani decidieron asumir públicamente sus vínculos con Estados Unidos y oponerse a la política exterior del actual presidente Ahmadinedjad.

El ayatollah Rafsandjani, que es el hombre más rico de Irán, amasó parte de su fortuna personal gracias a las comisiones provenientes de contratos secretos para la compra de armas en Estados Unidos e Israel, en la época del Irángate.
Durante la campaña electoral, el señor Musavi se pronunció por un acercamiento a Washington, el cese de la ayuda al Hezbollah y al Hamas, la apertura de Irán a la globalización económica y la privatización de los recursos petrolíferos nacionales.

Durante la plegaria del viernes 17 de julio, los partidarios de la corriente Khamenei-Ahmadinedjad corearon «¡Muerte a América!» mientras que los de la corriente Rafsandjani-Musavi gritaban «¡Muerte a Rusia! ¡Muerte a China!».

Para el analista político estadounidense Webster Tarpley, este nuevo eslogan demuestra que, a falta de lograr poner en el poder a sus socios, los organizadores estadounidenses de la «revolución verde» lograron imponer su propia problemática. El objetivo de Washington, repetidamente formulado por Zbigniew Brzezinski (quien formó a Barack Obama), consiste no sólo en apoderarse del control del petróleo iraní sino, sobre todo, en romper la alianza Teherán-Moscú-Pekín y hacer volar en pedazos la Organización de Cooperación de Shangai.