Los diarios de hoy día destacan, algunos con mala leche, que un encausado por delitos comunes pronunció el lema ¡el APRA nunca muere! cuando se dirigía a su detención domiciliaria. Es un amigo de Alan García y de los neocaciques del Partido Aprista como lo son Del Castillo, Quesada y Mulder, implicados de una forma u otra con el escándalo de los petroaudios entre otros hechos deshonestos.

Ello obliga imperativamente a realizar una aclaración, con tinte de denuncia, que genera la indignación y el asco; ya que este lema en labios de un apóstata y sinvergüenza suena a blasfemia.

Para lo cual me permito, primero, esbozar un retazo de mi testimonio personal, vale decir de mis propias vivencias ínclitas. Cumplía los 14 años de edad cuando al inscribirme en la Juventud Aprista de Jesús María, me entregaron un folleto con el resumen de la doctrina aprista y con él los derechos y obligaciones que imponía el Código de Acción Japista y que en su primer punto decía: “Esta es tu ley: Ama Sua (no robes), Ama Llulla (no mientas), Ama Kella (no seas perezoso). No era más que la consecuencia con la mística aprista creada con la lucha, el sacrificio, la lealtad y la sangre de miles de militantes que lo dejaron todo, que lo entregaron todo prefiriendo la pobreza al oro que compra conciencias y corrompe el alma. La prisión, el destierro y el asesinato impune, en razón de las ideas y principios a los cuales jamás claudicaron, fraguó una impronta en el imaginario colectivo que construyó el Partido más fuerte y coherente con la conducta que exigía la redención de los más necesitados.

Esto hizo que los reaccionarios, sorprendidos y atemorizados, observaran cómo, en las vacaciones democráticas, el Partido resurgía como el ave fénix de sus cenizas incólume y fortalecido. Razón por la cual el jefe del Partido Víctor Raúl Haya de la Torre pronunciara, con orgullo, optimismo y con la autoridad de la que estaba investido, el grito que era sinónimo de limpieza y combate que hoy me ocupa. En calles, plazas y paredes este grito resumía la resistencia y el enfrentamiento contra las dictaduras, tiranías y gobiernos oligárquicos, que a pesar de su despiadada represión, no pudieron acallar como no podrán hacerlo los derechistas, cuando esta voz de orden proviene de luchadores sociales probos que trabajan, reclaman y pelean por un país con justicia, con pan y con libertad.

Hoy, el sujeto de marras, se permite repetir este lema sagrado cuando ya no hay Partido, por que el que hubo fue destruido y desnaturalizado por una panda de traidores y corruptos a la cual él pertenece sin duda alguna. En otros tiempos habría surgido de inmediato una condena institucional de la organización que sólo conoció de héroes y mártires que contrasta irremediablemente con los felones, cobardes y sinvergüenzas, sin sangre en la cara, que tienen secuestrado el Partido de los trabajadores manuales e intelectuales y que son amigotes del sujeto en mención y en conjunto compañeros de ruta de la derecha y de los fujimoristas corruptos.

Termino, proclamando que el APRA que creara Haya de la Torre está vigente y más fuerte que nunca, a despecho de los neocaciques, que ni siquiera llenan los requisitos de caudillos; y que lo que han desfigurado y convertido en un club electoral de compadres es esa mínima organización, remedo de partido, sin bases ni militancia que sólo cobija a delincuentes y logreros que procuran sólo un puesto en el Estado o en cualquier dependencia a los que la plata llega sola.

Contra el imperialismo, por la unidad de indoamérica, para alcanzar la justicia social.

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