Ante varios medios de comunicación nacionales y extranjeros, el presidente de la República, Rafael Correa, evaluó su gestión de los primeros cien días. En esta comparecencia volvió a perfilar sus concepciones sobre el socialismo del siglo XXI, las dimensiones de su proyecto de Constituyente y el proceso electoral.

Es indudable que en algo tiene razón el primer mandatario: los ecuatorianos votaron por su propuesta de cambio. Y en este corto período ha tratado de cumplir cada uno de sus ofrecimientos. Sin embargo, siendo el tema de la Asamblea Constituyente su principal logro, es evidente que podría convertirse en su único y más contundente fracaso, si no realiza una lectura adecuada del escenario político que se le presenta.

La derecha, disminuida y golpeada como está, ha demostrado que tiene la capacidad de unirse en función de la defensa de sus intereses de clase. Las estrategias que se propondrá entonces, probablemente no incluirán en lo fundamental un triunfo electoral, pero sí una serie de acciones para desfigurar la Asamblea, distorsionar su orientación y convertirla en un suceso sin mucha trascendencia en el proceso de construcción de una Patria Nueva.

La lógica nos dice que la mejor forma de enfrentar este escenario es liderar un proceso unitario, transparente, justo e incluyente, en el que el protagonismo lo tengan las fuerzas que han legitimado, en las calles, con su lucha, la propuesta transformadora. Fuerzas que, como el MPD, el Partido Socialista y Pachakutik le dan una identidad propia, de avanzada a la tendencia.

Por otro lado, es bueno que el presidente de la república no le huya a la definición ideológica de su pensamiento, que hasta ahora lo resume con el término “Socialismo del siglo XXI”. Los momentos que vive el mundo, y en especial América Latina, abren un panorama de debate ideológico y político profundo en torno a qué es el Socialismo hoy, en el siglo XXI, debate en el que los ecuatorianos esperamos participar con niveles de liderazgo, y mejor si este proceso es promovido por un presidente con vocación democrática.

El camino del cambio debe mostrarse nítido ante los ecuatorianos, evitando lo más posible la atomización de discursos, y mucho menos la confrontación entre las fuerzas de la tendencia. La palabra la tiene el Presidente. Es hora de afirmar su liderazgo como protagonista del cambio.

Socialismo

Más allá de las propuestas de reforma política, la oposición argumenta que el peligro que representa este Gobierno es que conduce al país hacia el Socialismo

Por eso votó el pueblo ecuatoriano. Siempre dijimos que nuestra orientación era el Socialismo del siglo XXI, y creo que la acogida es cada vez mayor. Porque no se trata del Socialismo tradicional, de estatizar los medios de producción, a quién se le puede ocurrir eso en el siglo XXI. Se diferencia del socialismo tradicional en muchas cosas, en grandes errores que en nuestro criterio cometió el Socialismo tradicional, por ejemplo el no entender las complejas relaciones sociales, y tratar de encasillar el avance de la sociedad en leyes simplistas. Por ejemplo en la propia concepción del desarrollo, el Socialismo nunca antagonizó con el capitalismo en la concepción del desarrollo, para ambos el desarrollo era la modernización, la industrialización, etc. Tenemos que buscar nuevas concepciones de desarrollo: la armonía con la naturaleza, desarrollo desde lo local, que la gente viva feliz, no en la opulencia. En lo que sí coincidimos con ese socialismo tradicional y por eso se llama Socialismo del siglo XXI, por ejemplo en la importancia de la acción colectiva, en superar esta falacia que es el individualismo, la competencia como motor de la sociedad, que es la barbaridad más grande de la historia de la humanidad y el mundo todavía lo cree. La cohesión social es lo que saca adelante los países y la competencia destruye, el individualismo destruye esa cohesión social. Eso implica a su vez un importante rol del Estado en el desarrollo, como antes lo tenían todos los países desarrollados, porque el Estado es la representación institucionalizada de esa sociedad, y la manera en que esa sociedad realiza la acción colectiva, aplica la acción colectiva. Y aquí hubo gente que quiso destruir el Estado. Algunos nos quieren llamar estatistas, el Socialismo del siglo XXI no es estatista, entiende que hay un importante rol del Estado en la economía, y lo que queremos hacer es volver a hacer público el Estado, porque aquí al Estado también se lo ha privatizado. Ahí tenemos una nueva ley eléctrica, que todavía está en el Congreso, donde lo ya poco de representación que el gobierno tiene en el CONELEC, (actualmente tiene tres miembros) lo quieren reducir (a uno). Aquí hay instituciones públicas donde el Gobierno Central tiene menos participación que Juntas Cívicas, Cámaras de la Producción, etc. Entonces, se trata de recuperar el rol del Estado en la economía, que es diferente a estatización, y se trata de un punto fundamental que nos diferencia tremendamente con lo que se ha vivido hoy en día, la prevalencia, la supremacía del trabajo sobre el capital, que es característica del Socialismo del siglo XXI, coincidente con el Socialismo tradicional.

Si usted analiza lo que se ha vivido en los últimos 20 años de la larga, oscura y triste noche neoliberal es que el trabajo se convirtió en una mercancía más, en un instrumento de acumulación más, más aún en función del capital. A nosotros muchas veces se nos quiere llamar populistas, porque atendemos a los pobres a las clases trabajadoras, aquí lo que ha habido es un populismo del capital; cualquier cantinflada en función del capital era aceptada: que autonomía del Banco Central, que autorregulación del sistema financiero, que liberalización financiera, que ha acabado a países enteros, etc. Es decir, cualquier cantinflada en función del capital era vista como técnica. Esa es una diferencia del Socialismo del siglo XXI, y la supremacía de las sociedades sobre el mercado, porque lo que hemos vivido en los últimos años es que sociedades, personas y vidas han querido ser sometidas a esta entelequia llamada mercado. El mercado es una realidad económica, pero es un gran siervo y un pésimo amo. Las sociedades que pierden el control de su destino están condenadas al fracaso y eso es lo que se ha hecho en nombre de la globalización, de los mercados internacionales, hemos sometido todo a esta entelequia llamado mercado, pues hoy, la sociedad ecuatoriana está tomando, con el Socialismo del siglo XXI, el destino en sus manos.

Otra de las características fundamentales del Socialismo siglo XXI, coincidente con el Socialismo tradicional es la supremacía del trabajo sobre el capital. Si analiza lo que se ha vivido en estos últimos 20 años de esta larga y triste noche neoliberal, es que el trabajo se convirtió en una mercancía más, en estos últimos años de larga y triste noche neoliberal el trabajo se convirtió en una mercancía. A nosotros nos quieren llamar populistas porque atendemos a la gente, aquí lo que hay es un populismo del capital.

Propuesta de Reforma para la Constituyente.

Nuestro proyecto de reformas constitucionales ya está listo. Todavía no lo puedo revisar, tenemos incluso un proyecto de Constitución que lo vamos a presentar al CONESUP, explicarle todo el proyecto de Constitución es demasiado largo, lo he hecho en reiteradas ocasiones y no ha variado nuestra postura, tiene básicamente dos dimensiones: políticas y económicas. En la parte política, tres dimensiones a su vez: 1) Democracia más participativa, mucho más representativa y con mayor gobernabilidad y ahí si surgieron una serie de reformas: elección distrital para legisladores, revocatoria de todos los mandatos, desde concejal hasta presidente, si el Congreso puede destituir al Presidente se disuelve el Congreso, capacidad del presidente para disolver el Congreso por una sola vez, y ganar en gobernabilidad; así se van a respetar los poderes del Estado. En la segunda dimensión, el factor político: está la despolitización de los tribunales de control, en la tercera dimensión que es la más compleja, el reordenamiento territorial, cambiar ese esquema que nos acompaña desde el inicio de nuestra república y que ha sido superado por la realidad; necesitamos un nuevo reordenamiento territorial y un proceso acelerado de descentralización, desconcentración y autonomías correctamente concebidas. La parte económica implica superar la larga y triste noche neoliberal, empezando desde definir el desarrollo que buscamos, porque revise la constitución y ni siquiera establece qué desarrollo queremos. Qué queremos, ¿importar el estilo de vida de Nueva York, el desarrollo local, etc?

Recuperar la planificación de este país destrozada en la Constitución del 98, salvaguardar de forma más categórica los recursos naturales no renovables que tienen que ser de todos los ecuatorianos, cosa fundamentales como el agua que no es mercancía, la Constitución del 98 permite privatizarla, revisar la autonomía del Banco Central, del Fondo de Solidaridad, etc. Tenemos todo un proyecto de Constitución que esta demorado porque no he tenido el tiempo de revisarlo, una vez que lo haga lo enviaremos al CONESUP.

La estrategia para captar mayor número de asambleístas

.La estrategia es seguir como hasta hora, cumpliendo, diciéndole a la gente que somos un gobierno serio, que tan solo somos sus representantes, poniendo nuestros cargos a disposición, porque para nosotros democracia no es votar cada cuatro años, eso son elecciones, democracia es que el mandante, el pueblo ecuatoriano asista a las urnas y entregue un mandato a sus mandatarios, entonces nuestros puestos siempre están a consideración del mandante que es para el cual trabajamos. Siguiendo con esa línea la cual nos ha dado tanta credibilidad y tanto apoyo popular creemos que podemos tener una presencia muy importante en la Asamblea, para que finalmente esa Asamblea sea dominada por la ciudadanía y no por los mismos de siempre.