Ya de pequeña, su familia le apodaba “La Política”: Magdalena era una chiquilla inquieta, de ojos retozones y sonrisa desprendida, que hablaba y opinaba de todo… “La Política”, aquel apelativo le acompaña, como sombra, como el aire, hasta la actualidad…

Magdalena nació en Portoviejo, pero su vida brotó en Esmeraldas: a los dos meses de edad se trasladó con su familia y un ‘atadito de ternura y llanto’ hacia la Isla Prado, gigantesco jardín indómito, poblado de cangrejos, mosquitos y grosellas, donde su niñez y la magia fueron un solo juego.

Se crió junto a cinco varones (Magdalena es la cuarta de ocho hermanos), por eso jugó muy poco con muñecas: allá en la isla corría tras la pelota, nadaba en el río y exploraba toda la alegría y los misterios de su infancia.

Sus padres eran agricultores, y aunque la tierra era generosa, no así los recursos económicos que obtenían por la cosecha de su trabajo; sin embargo, nunca faltó el pan y la educación en el hogar de los Vélez.

Magdalena acudía a la escuela con mucha curiosidad y esperanza; curiosidad por saber cuándo se terminaría de caer la techumbre de su grado y con la esperanza de que aquel día, ella y sus compañeritos no estuvieran presentes.

Fue una alumna destacada, tanto así, que en sexto curso su profesora la recomendó para que estudiara en el Colegio 5 de Agosto, el más renombrado de Esmeraldas. A pesar de la gran demanda de cupos que existía por ingresar a esa institución educativa, Magdalena no tuvo inconvenientes para matricularse. Sus padres estaban orgullosos de ella, tenían tanta esperanza en su hija…

Y ella no defraudó a la esperanza.

En la secundaria, “La Política” estaba más activa que nunca. Se destacó en la Feria Intercolegial de Ciencias, con un proyecto de Física y Matemáticas: nada menos que el Teorema de Pitágoras explicado desde la trigonometría.

Además de despuntar académicamente, también empezó a sentirse parte ineludible de la actividad política de su colegio (aquella sombra quería materializarse): en tercer curso fue figura importante para la restauración del Consejo Estudiantil; formó parte de una alianza progresista que empezó a trabajar por reivindicaciones estudiantiles, provinciales y nacionales.

El tema de la cantonización de La Concordia a favor de Esmeraldas; la realización del Congreso de la FESE en esta provincia; la marcha unitaria de los colegios esmeraldeños por alcanzar la aplicación de la Ley de la Tarifa Estudiantil, entre otras acciones, fueron direccionadas por esta alianza progresista, que Magdalena tuvo el honor de presidir cuando ya estaba en sexto curso… cuando “La Política” ya era una realidad.

Magdalena fue la primera mujer presidenta del Consejo Estudiantil del Colegio 5 de Agosto, un mérito absoluto que continúa latiendo, alborozado, en su corazón…

Esta exitosa participación en la dirigencia estudiantil le permitió liderar organizaciones como la Juventud Revolucionaria del Ecuador (JRE) y la Federación de Estudiantes Secundarios del Ecuador (FESE), a nivel provincial y nacional.

Sus padres, al seguir el desarrollo de concientización política y social de su hija, estaban más orgullosos que nunca de ella, aunque sus constantes ocupaciones (el casi ya no pasar en el hogar), causaban más de un malestar entre la familia Vélez.

La etapa universitaria de Magdalena fue de avances y retrocesos: de avances porque logró licenciarse como profesora de Ciencias Naturales en la Universidad Luis Vargas Torres; porque procreó una hermosa hija llamada Dejaneira (que hoy ya tiene siete años); porque alcanzó la vicepresidencia de la Asociación Femenina Universitaria, AFU; y de retrocesos, porque la situación económica empezó a descoser sus bolsillos y a afectar su entorno familiar; porque se alejó de la actividad política, aunque siempre aquella sombra le acompañaba, susurrándole al oído que uno puede esconderse, desatenderse, pero jamás huir de un compromiso social, que ya es parte y proyecto de vida.

Era inexorable: “La Política” volvió.

Esta vez en un escenario diferente, en Quito, donde se trasladó a vivir con su madre y su hija, como queriendo dejar atrás una época de desencuentros y de aniquilamiento de ilusiones.

En la capital, Magdalena se vinculó con el Frente Popular (FP): primero fue secretaria, luego coordinadora y luego su presidenta (hasta la actualidad). Función esta importantísima, si tomamos en cuenta que el FP aglutina a las principales organizaciones sociales y populares que levantan la bandera de la justicia y la equidad.

En el período correspondiente, el FP lideró las acciones de protestas en contra de los gobiernos neoliberales de Gustavo Noboa y Alfredo Palacio, y las jornadas de lucha para que no se firme el Tratado de Libre Comercio (TLC) y para que la transnacional petrolera OXY abandone el país, entre las principales acciones.

Ya no existen dudas ni asombros, Magdalena Vélez, aquella chiquilla inquieta, de ojos retozones y sonrisa desprendida, que vivió en aquella isla poblada de cangrejos, mosquitos y grosellas, ahora es uno de los dirigentes de la izquierda revolucionaria más destacados y decididos a hacer realidad el proyecto de vida de millones de personas: la instauración del socialismo en nuestro país.