Excmo. Sr. Hamady Ould Hamady, Ministro de Relaciones Exteriores y Cooperación de Mauritania, formulará una declaración en nombre de la delegación ministerial del Comité especial de alto nivel de la Unión Africana sobre Libia.
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Sr. Ould Hamady (habla en francés): Ante todo, quisiera dar las gracias al Presidente y a los miembros del Consejo de Seguridad por haber convocado esta sesión de hoy entre el Comité especial de alto nivel de la Unión Africana sobre Libia y el Consejo. Esta sesión es otro hito más en la nueva colaboración centrada en las medidas que hemos venido adoptando, según el espíritu del Capítulo VIII de la Carta de las Naciones Unidas, tendientes a fortalecer la capacidad de la Unión Africana y las Naciones Unidas para poder responder, con la eficacia y la flexibilidad necesarias, a los desafíos relacionados con la paz y la seguridad en África. A mis colegas, los miembros de la delegación ministerial de la Unión Africana, y a mí mismo nos complace participar en esta interacción con el Consejo, que consideramos apropiada y oportuna.

Como el Consejo sabe, esta sesión se celebra atendiendo a la petición que figura en la decisión sobre la solución pacífica de la crisis libia aprobada en la sesión extraordinaria de la Asamblea de jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Africana, celebrada en Addis Abeba el 25 de mayo. Es una oportunidad única para que nuestro Comité informe al Consejo de Seguridad de las medidas que la Unión Africana ha venido adoptando desde el inicio de la crisis libia, compartir con el Consejo nuestros temores e inquietudes y convenir las vías y la manera de acelerar la búsqueda de una paz duradera en Libia. Esta interacción forma parte integrante de la aplicación del mandato del Comité especial de alto nivel, que consiste en coordinar los esfuerzos y obtener el apoyo de diferentes asociados con miras a resolver rápidamente esa crisis.

Esta sesión se celebra en un momento crítico de la evolución de la situación en Libia. El conflicto que está desgarrando el país desde febrero de 2011 está entrando en su cuarto mes, y la operación militar dirigida por la coalición y después por la OTAN en el contexto de la resolución 1973 (2011) dura desde hace unos tres meses y acaba de prorrogarse por un período similar.

La situación humanitaria sobre el terreno es muy preocupante, tal como dijo atinadamente la Secretaria General Adjunta de Asuntos Humanitarios y Coordinadora del Socorro de Emergencia, Sra. Valerie Amos, cuando intervino ante el Consejo el 9 de mayo (véase S/PV.6530), y después en Ginebra el 19 de mayo. Al reunirnos hoy aquí para hablar de la situación en Libia, debemos tener presentes no sólo el sufrimiento indescriptible infligido a la población civil libia, para cuya protección se aprobó la resolución 1973 (2011), sino también la suerte que corren los trabajadores migrantes africanos y otras personas que tratan desesperadamente de huir de Libia, de las cuales cientos, sino miles, ya han fallecido en el mar.

La prolongación de las operaciones militares en Libia plantea a diario nuevos desafíos, tanto con respecto a la probabilidad de una transición democrática satisfactoria en Libia como en cuanto a la seguridad y la estabilidad de los países de la región. Esta situación requiere la atención de las Naciones Unidas y la Unión Africana, a tenor de sus mandatos principales, a saber la promoción de la paz, la seguridad y la estabilidad. Además, pone de manifiesto una vez más el imperativo moral y político de buscar urgentemente una solución para aliviar el sufrimiento de la población civil, crear las condiciones propicias al restablecimiento de la paz duradera en Libia y librar a la región de nuevas tribulaciones que la puedan hundir de nuevo en la inestabilidad, con todas las consecuencias resultantes.

A la Unión Africana le preocupa en particular el giro que está dando la situación. Estamos especialmente preocupados porque está claro que la crisis en Libia está cobrando una dimensión regional y porque los países vecinos de Libia, en el norte de África y en la franja sahelo-sahariana, se ven especialmente afectados por las repercusiones negativas de la situación actual y serán los que, si el conflicto continúa y se intensifica, lo pagarán más caro.

Decenas de miles de trabajadores migrantes africanos han tenido que regresar a sus países de origen sin perspectivas reales de reinserción socioeconómica, expuestos a las dificultades de todo tipo a las que nuestros países se enfrentan. Es evidente que la carga que esto acarrea para muchos Estados miembros podría provocar tensiones sociales que podrían degenerar en crisis política. La información fidedigna sobre la proliferación de armas procedentes de arsenales libios no hace sino aumentar nuestra preocupación, en particular porque actualmente determinados países de la región afrontan rebeliones latentes o emergentes, junto con la lacra del terrorismo.

Estamos convencidos de que, en última instancia, sólo una solución política permitirá responder a las aspiraciones legítimas del pueblo libio y promover la paz duradera en el país. Esta convicción es la que impulsó las medidas que hemos adoptado desde marzo de 2011, cuando el Consejo de Paz y Seguridad, reunido a nivel de jefes de Estado, elaboró una hoja de ruta para la solución del conflicto en Libia. Anteriormente, tras los hechos ocurridos en Libia después del primer levantamiento popular, el Consejo de Paz y Seguridad había condenado categóricamente el uso indiscriminado y excesivo de la fuerza y las armas contra manifestantes pacíficos, al considerarlo contrario a los derechos humanos y al derecho internacional humanitario. Por ello, hizo un llamamiento a las autoridades libias para que velaran por la protección y la seguridad de su población y recalcó la legitimidad de las aspiraciones del pueblo libio a la democracia, la reforma política y la justicia.

El Consejo conoce bien los principales elementos de la hoja de ruta de la Unión Africana. No obstante, es importante recordarlos, puesto que en alguna ocasión han surgido malentendidos sobre los objetivos que se persiguen y las intenciones reales de nuestra organización continental. Estos elementos son los siguientes: el cese inmediato de todas las hostilidades; la cooperación de las autoridades libias competentes para facilitar la entrega efectiva de asistencia humanitaria a la población que la necesita; la protección de los extranjeros, incluidos los trabajadores migrantes africanos que viven en Libia; y la aprobación y aplicación de las reformas políticas necesarias para eliminar las causas del conflicto actual.

Está claro que no hay nada en la hoja de ruta que pudiera interpretarse legítimamente como que se hubiera originado debido a una propensión a apoyar a una parte determinada. Más bien es al contrario: se trata de proporcionar a los libios la oportunidad de elegir libremente a sus representantes y de establecer un sistema político que satisfaga sus aspiraciones y se ajuste a los instrumentos pertinentes de la Unión Africana, como una empresa beneficiosa de renovación y transformación democrática consensuada, iniciada y dirigida por todas las sensibilidades libias.

Desde su creación, el Comité especial de alto nivel ha centrado sus esfuerzos en facilitar la búsqueda de una solución política. Los esfuerzos desplegados incluyen la celebración de varias reuniones, tanto a nivel de Jefes de Estado, miembros del Comité y el Presidente de la Comisión de la Unión Africana, como de Ministros y el Comisionado de Paz y Seguridad. Asimismo, los días 10 y 11 de abril de 2011 se llevó a cabo una visita a Libia, durante la cual el Comité se reunió con el Coronel Al-Qadhafi y los representantes del Consejo Nacional de Transición (CNT) para examinar la hoja de ruta de la Unión Africana y los medios y arbitrios para poner fin rápidamente a la crisis. A esa visita siguieron diversas reuniones con las partes libias, celebradas en Addis Abeba a finales de abril y a finales de mayo de 2011, para proseguir el diálogo. Precisamente esta mañana, antes de venir a este Salón, celebramos otra reunión con el CNT. Asimismo, el 25 y 26 de abril se celebró una reunión ministerial del Consejo de Paz y Seguridad, y el 25 de mayo, una sesión extraordinaria de la Asamblea de los Jefes de Estado y de Gobierno.

Permítaseme agregar que el Presidente del Comité especial, Excmo. Sr. Mohamed Ould Abdel Aziz, ha estado en constante contacto con sus colegas, así como con las partes libias y los asociados internacionales. Además, con la venia del Comité especial, el Presidente Jacob Zuma de Sudáfrica visitó Libia y examinó con el Coronel Al-Qadhafi los medios y arbitrios para poner fin rápidamente a la crisis.

Por su parte, la Comisión de la Unión Africana también lanzó una serie de iniciativas en el marco de las decisiones pertinentes de la Unión Africana. Estas incluyen: la celebración, el 31 de marzo de 2011, de una reunión de expertos con las Naciones Unidas, la Liga de los Estados Árabes, la Unión Europea y la Organización de la Conferencia Islámica (OCI). En la reunión se examinaron el establecimiento de una cesación del fuego así como la solicitud contenida en el párrafo 1 de la resolución 1973 (2011), incluidas las modalidades para su supervisión. Asimismo, se invitó a representantes de la Comisión, que participaron en tres reuniones diferentes del grupo de contacto internacional sobre Libia. La Comisión prosiguió un diálogo constructivo con los asociados internacionales, tanto bilaterales como multilaterales.

El Comité especial de alto nivel de la Unión Africana aprovechó la oportunidad que le brindó la sesión extraordinaria de mayo para interactuar con las partes libias. En esa ocasión, los representantes del Gobierno, habiendo reafirmado su aceptación incondicional de la hoja de ruta, presentaron en detalle un documento que se había presentado anteriormente, titulado “Marco general de las negociaciones encaminadas a satisfacer las demandas legítimas del pueblo libio con miras a crear un orden constitucional democrático”.

La celebración de una sesión extraordinaria de la Asamblea de Jefes de Estado y de Gobierno un mes antes de la celebración del período ordinario de sesiones en Malabo demuestra la seriedad de nuestra preocupación por la evolución de la situación en Libia, así como nuestro deseo acuciante de poner fin al sufrimiento que soporta el pueblo libio. En la sesión extraordinaria se reiteró la convicción de la Unión Africana de la necesidad de una solución política para el conflicto actual. A ese efecto, adoptó la hoja de ruta que tiene por objeto solucionar la crisis en Libia y expresó su pleno apoyo al Comité especial de alto nivel. En el período de sesiones se insistió una vez más en la necesidad de poner fin de inmediato a todos los ataques y prácticas abusivas contra los civiles, así como de establecer una cesación del fuego inmediata.

Asimismo, quisiera destacar que una cesación del fuego llevaría al establecimiento de un proceso político y, en particular, a una transición consensuada e inclusiva, durante la cual se podrían llevar a cabo las reformas necesarias, lo que conduciría a celebrar elecciones democráticas que permitirían a los libios elegir libremente a sus representantes.

A la vez que se reiteró el compromiso de la Unión Africana con las resoluciones 1970 (2011) y 1973 (2011), en la sesión se hizo hincapié en la obligación de todos los Estados Miembros de las Naciones Unidas y de otros agentes internacionales afectados de cumplir plenamente con la letra y el espíritu de esas resoluciones. La Asamblea expresó su profunda preocupación por los peligrosos precedentes creados a través de interpretaciones sesgadas de dichas resoluciones de las Naciones Unidas y por las consecuencias que de ellas podrían derivarse para la legalidad internacional.

Como el Consejo de Seguridad ya sabe, en la sesión extraordinaria se expresaron la sorpresa y la decepción de África por los intentos de marginalizar al continente en la gestión de un conflicto que le atañe en primer lugar. En ella se recordó igualmente que en el párrafo 2 de su resolución 1973 (2011), el Consejo de Seguridad reconoce formalmente el papel que desempeña el Comité especial de alto nivel. Ese papel se ajusta al contexto general del Capítulo VIII de la Carta de las Naciones Unidas, que aborda la función que desempeñan los acuerdos regionales en la solución de controversias entre Estados Miembros y dentro de ellos. Además, como destaqué anteriormente, el continente africano y, sobre todo, los países de la región, son los que sufrirán más los efectos del conflicto de Libia, tanto en cuanto a la seguridad como en términos socioeconómicos. No podemos ser meros espectadores de las calamidades que nos caen encima.

Hoy, más que nunca, estamos resueltos a desplegar esfuerzos activos motivados por una misma convicción, a saber, que se necesita una solución política y que África puede contribuir de manera especial a la resolución del conflicto que acucia a Libia. En ese espíritu, la Unión Africana participará activamente en la reunión que se celebrará en El Cairo el 18 de junio entre las cinco organizaciones internacionales que participan para facilitar la elaboración de un plan de acción conjunto para avanzar en la búsqueda de la paz en Libia. Además, la próxima cumbre de la Asamblea de la Unión Africana, que se celebrará en Malabo, constituye una oportunidad para adoptar decisiones sobre las medidas que hayan de tomarse en vista de la evolución de la situación y del informe que presentará el Comité especial de alto nivel.

Hoy nos encontramos en este Salón para reafirmar ante el Consejo nuestro compromiso de lograr una solución política inclusiva que permita a los libios alcanzar un acuerdo sobre un enfoque lo más consensuado posible para satisfacer sus aspiraciones a la democracia, el estado de derecho y el respeto de los derechos humanos. La legitimidad y la justicia de tales aspiraciones no se pueden destacar lo suficiente.

Nos encontramos en este Salón para decir al Consejo cuán importante es que ese proceso sea dirigido y controlado por todos los libios y que incluya concesiones mutuas como parte de un diálogo sin condiciones predeterminadas. Su resultado debe ser que la democratización de su país sea la consecuencia de sus propios esfuerzos y del consenso que alcancen. La experiencia nos ha mostrado una y otra vez que esto es un requisito previo para un cambio democrático duradero así como para garantizar que no existan razones para que sigan produciéndose los enfrentamientos fratricidas que desgarran a Libia.

Nos encontramos en este Salón para pedir una pausa humanitaria inmediata para poder satisfacer las necesidades apremiantes de la población afectada. A esa pausa debe seguir una cesación del fuego vinculada al proceso político y, en particular, al comienzo de una transición inclusiva y consensuada.

Nos encontramos en este Salón para reafirmar que una solución duradera para la crisis de Libia requiere una contribución importante de África y la estrecha coordinación entre todas las partes interesadas. Asimismo, quisiéramos subrayar la contribución especial que el Comité especial de alto nivel puede aportar a la búsqueda de una solución pacífica para el conflicto en Libia, de conformidad con los objetivos de las resoluciones 1970 (2011) y 1973 (2011).

Por último, nos encontramos en este Salón para poner de manifiesto el compromiso solemne de África de colaborar estrechamente con los asociados multilaterales, especialmente con las Naciones Unidas y con el Enviado Especial del Secretario General para Libia, en el espíritu del párrafo 2 de la resolución 1973 (2011) y de conformidad con la legalidad internacional.

En la gestión de la crisis libia, ya hace mucho tiempo que debería haberse preparado de consuno una solución, que combine juiciosamente las prioridades del momento en relación con la necesidad de proteger a los civiles, el objetivo de una transformación democrática en un país cuyo sistema político no ha conocido la evolución institucional de África en materia de gobernanza desde principios del decenio de 1990, y la promoción de una paz y una estabilidad duraderas en Libia y en la región. El impulso hacia el cambio en la gobernanza actualmente patente en Libia trae a primer plano las reformas políticas que se verán reflejadas, con toda seguridad, en el futuro.

Es necesario que trabajemos con carácter urgente a corto plazo, sin perder de vista las exigencias a largo plazo. Es preciso que abordemos las prioridades que dicta la situación sobre el terreno y que a la vez inscribamos nuestra acción en el marco de una visión que se proyecte a largo plazo y se base en la necesidad de hallar soluciones duraderas que sean aprobadas y aceptadas por todas las partes libias, sin marginación ni exclusión. Es únicamente con esa condición que nuestro servicio será útil para Libia y que la preocupación de la comunidad internacional por Libia se traducirá en condiciones de paz, seguridad, reconciliación y democracia.

La Unión Africana, cuya acción es únicamente motivada por los objetivos de las aspiraciones del pueblo libio y por las preocupaciones legítimas de los países de la región por las cuestiones relativas a la seguridad y a la estabilidad a largo plazo, nunca evadirá sus responsabilidades. Será un asociado leal y eficiente de las Naciones Unidas en general, y del Consejo de Seguridad en particular. Será un amigo fiel y atento para el pueblo de Libia, en todas las circunstancias.

Ya ha llegado la hora, hoy más que nunca, de actuar, actuar de manera concertada al servicio de los valores comunes en los que se basa nuestra asociación.