La presentación de Sonia Manzano es corta, se la puede hacer en un minuto: es guayaquileña, poeta, narradora y pianista; Doctora en Ciencias de la Educación, especialización Literatura, por la Universidad de Guayaquil; ejerce la docencia en el Instituto Integral Sudamericano, del cual es rectora desde el año 1980 y actualmente desempeña las funciones de Subsecretaria de Cultura de la Región Litoral y Galápagos.

Más difícil se pone el asunto cuando se trata de reseñar su actividad literaria, entonces nos encontramos con doce libros de poesía, cuatro de relatos, y muchos galardones obtenidos a lo largo de su vida dedicada por completo a la actividad cultural.

Nos interesan más su ideas, sus opiniones sobre el arte y la literatura, y, sobre todo, su desbordante personalidad: por ello, sin mayores preámbulos, entramos en la entrevista:

- ¿Quién es Sonia Manzano?

“Yo creo que no tengo conciencia plena de quién es Sonia Manzano. A veces creo conocerme y a veces me desconozco por completo, por eso tengo mucho miedo a mi creación; soy una persona tremendamente impulsiva, peco de tener excesos de transparencia y eso significa que voy a ir por la vida sin escudo, o a veces eso puede convertirse en mi principal fortaleza, porque ofrezco mucha credibilidad a las personas que me conocen, creo que entre mis defectos, entre mis vicios humanos, no está el de ser insincera, soy una persona muy sincera, muy llena de temores, llena de zozobras, pero, asombrosamente, cuando se me presenta un reto, lo sé confrontar y lo confronto más allá de mis naturales posibilidades; Sonia Manzano es más valiente con la pluma que con la lengua, muy ansiosa de que la quieran, muy ansiosa de que la respeten, porque para mí el afecto sin el respeto realmente no tiene sentido”.

- ¿Qué te llevó a la literatura?

 “Yo creo que nada me llevó porque siempre estuve en ella, en mis genes estaba el ser literata, en mi entorno, en mi esencia propia; yo sentía que tenía que escribir, no sabía por qué lo hacía, estaba en los primeros años de primaria, detestaba todo lo que era cumplir con obligaciones, cumplir con deberes, pero en el momento en que me decían tienes que escribir tal cosa, sentía verdadero deleite en hacerlo, mi naturaleza estaba predispuesta a entregarse a la palabra”.

- ¿Empezaste con la poesía, directamente?

 “Empecé con la palabra, empecé con la palabra singular, puede que haya escrito barbaridades en los primeros años, pero siempre trataba de decir algo propio, algo que me represente; empecé haciendo composiciones, redacciones, como se llamaban antiguamente, mi madre era muy amante de la poesía de Medardo Ángel Silva y, entonces, toda esa cadencia de los modernistas yo la absorbí, mis primeros escritos tienen mucha musicalidad aunque estén desprovistos de sentido, pero tenían música, me encantaba la música de las palabras, tenían ritmo, me encantaba la rima, a mí no me disgusta la rima, a mí me encanta la retórica de los modernistas, uno de mis mayores placeres es pasearme por la retórica, pero no abomino de lo que es la tradición, a mí toda la tradición me ha enriquecido, con sus altos y con sus bajos; hay poetas que son muy cerebrales, que no tienen éxito porque no tienen cadencia en lo que dicen, no saben combinar las palabras, dicen cosas interesantísimas, pero que no son asimilables al oído del lector medio, yo siempre parto del principio de que, la poesía especialmente, primero tiene que llegar a los oídos y después a la conciencia”.

- ¿Tú crees en la poesía popular?

 “Creo en la poesía, sea el espacio donde esta sea, no creo que la poesía académica se lleve la exclusiva de la estética, en la poesía popular también hay mucha calidad estética, mucha calidad afectiva, incluso cosas sencillas pero que encierran grandes conceptos; no creo que la poesía tenga continentes exclusivos, la poesía es o no es”.


 ¿La poesía responde siempre a los momentos sociales en que se vive?

 “La poesía es consecuencia de ello, pero hay poesía deliberadamente social que es horrible, aquella que la llaman cartel, pero que es respetable si es auténtica, hay que respetar ciertos carteles, aunque no se los respete desde el punto de vista literario, pero hay que respetarlos”.

- Pero hay carteles que no son solamente eso: carteles, sino que son buena poesía pero que tienen una inclinación social y política.

 “Sí, pienso que la poesía social tiene la gran obligación de ser principalmente estética, en primer lugar el principal compromiso con la literatura, esto puede sonar como una herejía para los poetas sociales, pero su principal compromiso es con la literatura, hacer literatura, después de que se cumpla con ese compromiso, que venga lo demás, y eso es hasta ideológicamente estratégico porque llega lo que es bueno y lo que es bueno se percibe”.

- ¿Has escrito poesía social?

 “He escrito mucha poesía social, mis primeros años fueron de poesía absolutamente social, eso no se abandona, el contenido social se repliega, pero siempre está presente el componente ideológico, porque hasta cuando se habla de amor, el amor puede ser político y asumimos ese compromiso”.

- Dentro de la poesía social, ¿cuál es tu mejor libro?

 “Yo no divido mi suma poética en libros, para mí yo he escrito un solo libro y lo que he hecho es generar un proceso, un libro ha generado al otro y ese al siguiente y así progresivamente, de tal manera que yo no podría extraer de mi producción a ningún libro, porque estaría castrando mi proceso, yo soy el resultado de todos esos libros que están atrás de mi último libro”.

- ¿Cuántos libros son?

 “Son diez poemarios, aparte de eso he escrito novela, tengo tres novelas, la última de ellas muy discutida por su título, las personas se fijan primero en el título antes de leer la obra, se llama “Eses Fatales”, que puede confundirse con heces fecales, porque entre suicidio y excremento no hay mucha diferencia, porque el excremento nos lleva a tomar decisiones radicales”.

- ¿Cuál de tus libros es el que más te gusta?

 “Yo diría que en mis libros hay bastante madurez, tengo por ejemplo “Full de Reinas”, con ese libro me sonó la flauta, porque fue un libro que se popularizó, en varios espacios, en los talleres en donde lo estudiaban en Quito y en Guayaquil, bendito “Full de Reinas”, que hizo sonar ese full como si fuera de ases; modestia aparte, me gusta mucho “Patente de Corsa” y “Último y definitivo regreso a Edén”, que es el último retorno a la poesía, y el último que es “Poesía Junta”, publicado por la Casa de la Cultura Ecuatoriana”.

- ¿Tus actuales funciones en el Gobierno, compaginan con tu afán de creación poética, pues se dice que la burocracia mata a la creación?

 “Sí compaginan, es que yo no soy una burócrata, yo abomino a la figura del burócrata, que está detrás de un escritorio solamente despachando documentos, me hubiera sentido profundamente infeliz, pero tengo que hacerlo porque hay una parte de mis funciones que me lo exigen, que esté redactando informes, pero en cualquier función se necesita creatividad, entonces mi naturaleza creativa he tratado de aplicarla en mis funciones como Subsecretaria de Cultura, a lo mejor hago cosas que, quizás, en el sentido pragmático, no sean recomendables, pero yo pienso que en el sentido humano, en el sentido de realmente involucrarme con el destino de las comunidades, estoy haciendo las cosas bien.