En el número anterior constatamos la lucha de las trabajadoras sexuales, agrupadas en la Asociación Pro Defensa de la Mujer (ASOPRODEMU), para reivindicar sus derechos humanos y constitucionales. En esta entrega analizaremos las acciones que realizan los estudiantes de la Universidad Politécnica Salesiana (UPS) para tratar de sensibilizar a la sociedad -sensibilizándose ellos primero- acerca de esta problemática que nos atañe a todos...

“Antes creía que ‘ellas’ hacían el trabajo sexual porque querían, porque les daba la gana. Pero ahora me doy cuenta de que no es así. Muchas de ellas son madres, esposas o hijas que tienen que sustentar a sus familias, y que por ello defienden su actividad como ‘una opción de trabajo’, y eso rebasa el ámbito moral... Conversando con ellas, conociendo su realidad, he cambiado radicalmente la antigua concepción que tenía de las compañeras, el de ‘objeto sexual’ por el de ‘objeto ternura’ ”.
Son las palabras de Pablo, estudiante de 21 años de psicología social (UPS), voluntario del Proyecto Universitario de Fortalecimiento Institucional a la Asociación Pro Defensa de la Mujer (ASOPRODEMU).
El Proyecto se inició en noviembre de 2004 por iniciativa de la docente Gladys Montero, quien consideró indispensable vincular las problemáticas sociales con la teoría que reciben los alumnos en clases.
De esta manera se realizó un proceso de convocatoria a los estudiantes de psicología de la UPS que estén interesados en quitarse la venda de los ojos y mirar de frente, sin pestañar, la realidad de las trabajadoras sexuales.
“A mí convocó el hecho de ser mujer... El tratar de comprender cómo mujeres, iguales que yo, viven en otras condiciones, dentro de una problemática que no es individual sino social, y que por lo tanto nos interesa a todos”, manifiesta Paulina, alumna de 23 años de psicología social (UPS).
“Por mi parte, como hombre, yo quise ser voluntario para desestructurar los prejuicios que uno lleva consigo y, como estudiante, para buscar un espacio de análisis de esta realidad y comprenderla mejor desde adentro”, señala Juan Carlos, estudiante de 25 años de psicología social (UPS).
La convocatoria reunió a un grupo de quince universitarios que, después de tres meses de capacitación, trabajan en una investigación - diagnóstica participativa, que abarca tres ámbitos: ámbito documental (recopilación de materiales y estudios que se han realizado acerca de la temática); ámbito de aplicación directa de encuestas, con la posibilidad de hacer grupos focales; y ámbito de la opinión pública (indagar lo que piensa la gente acerca de las trabajadoras sexuales).
“Lo que se espera obtener de esta investigación es que los estudiantes tengan un proceso de vinculación con las problemáticas sociales; que se desarrolle en ellos un fortalecimiento personal hacia las problemáticas que enfrentan consigo mismo (las mismas que producen efectos y movilizaciones internas); sacar un diagnóstico de cuál es la realidad de las trabajadoras sexuales (cuántas son, dónde están, qué es lo que piensan); fortalecer institucionalmente a la Asociación Pro Defensa de la Mujer (los resultados de esta investigación deben servir en función de los proyectos o las propuestas que ASOPRODEMU pueda dirigir hacia las autoridades o instituciones que la puedan ayudar)”, analiza Gladys Montero.
En estos pocos pero intensos meses de trabajo, los estudiantes han tenido que batallar con sus miedos y prejuicios internos, pero también con la aceptación y el rechazo de las trabajadoras sexuales; en este sentido, ganar su confianza es fundamental, y esto se logra después de mucho trabajo, en el cual la honestidad, la tolerancia y la solidaridad son aspectos fundamentales.
“En nuestro trabajo de campo, la primera dificultad es cómo abordarlas. A pesar de que ellas conocen que somos un grupo de estudiantes que estamos trabajando con la Asociación, son muy recelosas a dar información. Y es comprensible, porque durante toda su vida han sido víctimas de maltratos, violencia física y psicológica. Están a la defensiva, pero hay tratar de ganarse su confianza, demostrándoles que nosotros nos sentimos parte de su problemática social”, asevera Juan Carlos.
Los universitarios también han tenido que vivir experiencias intensas, acompañando a las trabajadores sexuales en su entorno: “La realidad en la noche es bastante conflictiva. En cierta ocasión estuvimos en el Sur de Quito y fuimos testigos de la agresividad de la Policía Metropolitana hacia las trabajadoras sexuales (inclusive a nosotros mismo porque nos confundieron como ‘parte de’...): les insultaron, les agredieron física y verbalmente... Les trataban como si ellas no fueran nada, una basura... Y eso a una como mujer le indigna. Creo que por ello las compañeras adoptan medidas de defensa, porque viven en un medio de violencia, represión y discriminación”, comenta Paulina.
Los resultados de este Proyecto, en todas sus fases, están todavía en la etapa de elaboración; sin embargo, una primera cifra aproximada del número de trabajadoras sexuales en el país oscila entre veinte y veinticinco mil (alrededor de cinco mil en Quito). Conocer más acerca de su vida, visibilizar su problemática al resto de la gente, ayudará mucho en la lucha de las compañeras por reivindicar sus derechos y para empezar a construir una sociedad más tolerante, más honesta, en donde la doble moral respecto a este tema no oculte nuestro grado de responsabilidad.
“Siempre les hablo a mis alumnos acerca del poder, y dentro de él, la conciencia de clase que uno debe tener. Les digo que desde esta conciencia de clase uno tiene que problematizar la realidad; al menos, mi posición política al respecto (y la que trato de inculcar en los estudiantes) es a favor de los más pobres, discriminados y excluidos, y dentro de ellos, las trabajadoras sexuales”, sentencia Gladys Montero.
Al margen de los resultados de esta investigación - diagnóstica participativa -que esperamos que beneficien a todos los involucrados-, creemos que esta experiencia de los jóvenes universitarios es única: por lo menos ellos, hombres y mujeres, jamás volverán a cuestionar a una trabajadora sexual con la vean, sino que dirán: “allí está una mujer, una compañera”.