Desde las cuatro de la tarde a las siete de la noche, en el escenario del Teatro Nacional Sucre, tendrá lugar hoy la segunda clase que sustentará el Experto Internacional de Teatro Fabio Pacchioni, enviado al Ecuador por la Organización Mundial de la UNESCO, para orientar la actividad teatral en el Ecuador”.

Así se registró en el Diario El Comercio, del 2l de junio de l964, la iniciación de un Movimiento Teatral que, en más de diez años de actividad, pues duró hasta l975, puso las bases del Nuevo Teatro Ecuatoriano, concebido como: “...la imagen del camino del hombre, camino de conocimiento de una verdad que hay que servir con la creación poética donde el hombre rompe con su soledad, para buscar construir una unidad sustancial, no formal, un mundo mejor, donde todos podamos obrar en comunión de afectos y de intenciones... El Teatro no es un arte abstracto alejado del mundo y su realidad, sino, se podría decir, un modo de ser del hombre en su realidad, en su historia...”, como lo dijera Fabio Pacchioni, en una entrevista realizada para el Diario El Comercio, en esos días de iniciación.

Los hombres somos perecederos, pero sus obras rebasan el tiempo y se mantienen a lo largo de la historia. Fabio Paccioni ha muerto hace unos días, en París, pero el Movimiento Teatral Ecuatoriano, que él creó, ha dado sus frutos y se ha convertido en la importante y trascendental referencia que es hoy, y que se proyecta a un público cada vez más numeroso que se identifica con las obras que se presentan y con las personas que tiene a su cargo la emisión del mensaje social permanente, que caracteriza indudablemente al Teatro, considerado como la expresión artística más completa, puesto que en su realización abarca todas las demás expresiones del arte universal.

La muerte de Fabio Paccioni ha conmovido el ambiente teatral de Quito porque, además de ser quien dirigió este innovador movimiento teatral, se distinguió por su carisma, su gran calidad humana y su desbordante creatividad. Pacchioni será recordado con afecto y gratitud, porque su obra fue fundamental para el desarrollo del teatro ecuatoriano, pues marcó un hito, un antes y después de su presencia en Quito.
Un antes, porque a su llegada al Ecuador, ya existía una actividad teatral importante, mantenida por individualidades, pero ya con trayectoria y proyecciones. Ahí estuvieron: Paco Tobar, Sixto Salguero, Ernesto Albán, Alvaro San Felix, Ricardo Descalzi y tantos otros; y actores y actrices extraordinarios como el mismo Ernesto Albán y su inolvidable personaje Evaristo, Chavica Gómez, Marco Barahona, Gonzalo Proaño, Miguel Ángel Casares, Lastenia Rivadeneira, Oscar Guerra.

El movimiento teatral de los años sesenta fue alimentado por lo más desarrollado y lucido de la juventud ecuatoriana de esos tiempos; entre los primeros inscritos para la Escuela de Arte Dramática que se creaba estuvieron los Tzántzicos, que cumplían la etapa final de su actividad contestataria, y que fueron los primeros contactos que tuvo Fabio a su llegada a Quito; los tzántzicos que se incorporaron al nuevo proyecto fueron Marco Muñoz, Antonio Ordóñez, Alfonso Murriagui, Simón Corral, Ulises Estrella, junto a Regina Katz. Al Movimiento se adhirieron, con su entusiasmo y creatividad, muchos personajes de la intelectualidad quiteña de entonces, entre ellos los arquitectos Milton Barragán, Carlos Velasco, Roque Maldonado, Sócrates Ulloa que, junto a los pintores Oswaldo Guayasamín, Enrique Tábara, Hugo Cifuentes y Vicente Ribadeneira, se encargaron de crear la escenografía, decorados y vestuario, para la piezas teatrales puestas en escena. Revisando viejos archivos, resulta hermoso constatar el entusiasmo que despertó el proyecto, alrededor del cual activaron en sus diversas especializaciones: Sixto Salguero, director teatral; radiodifusores como Gonzalo Portugal, Edison Terán, Jorge Artieda, Jorge Escobar y Radio Quito; Oscar Vargas Romero, Director del Coro de la Casa de la Cultura; Edgar Palacios, quien compuso la música para “Boletín y Elegía de las Mitas”, del poeta César Dávila Andrade; y los nacientes dramaturgos José Martínez Queirolo y Ernesto Albán Gómez.

Sería injusto olvidar en esta crónica, que más tiene de recuerdos y nostalgias, los nombres de los jóvenes actores que conformaron el Teatro Ensayo de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, iniciador de este Movimiento Teatral, y que participaron en el primer espectáculo, estructurado con tres obras cortas de la comedia universal: “Las Aceitunas”, de Lope de Rueda; “La Guarda Cuidadosa”, de Miguel de Cervantes; y “La Farsa de Micer Patalín”, un anónimo del siglo XV. El elenco estuvo conformado por: Fabio Pacchioni, Director; escenografía y trajes, Milton Barragán; maquillaje y luces, Sixto Salguero; presentación mímica, Regina Katz; y como actores: Antonio Ordóñez, Antonio Barragán, Piedad Castañeda, Alfonso Murriagui, Francisco Piedra, Erika Von Lipke, Luis Morales, Bayardo Torres, Armando Yépez, Laura Hidalgo, Galo Moreno, Jorge Zaldumbide, Jorge Vivanco, Carlos Mena, Carlos Martínez, Simón Corral, Víctor Almeida, Gustavo Borja y Graciela Echeverría. El estreno del espectáculo se realizó el 24 de agosto de l964, en el Teatro Nacional Sucre.

La memoria de Fabio Pacchioni estará presente siempre que se hable del Moderno Teatro Ecuatoriano. Hoy, ante su deceso, un amplio sector de directores y actores, discípulos de Fabio y que actualmente se desenvuelven con éxito en el ámbito teatral,especialmente en Quito, están organizando una velada en homenaje a quien fue el Maestro y el amigo que, con profesionalismo y entusiasmo, dio los pasos iniciales de lo que ahora es el Teatro Ecuatoriano, que se codea con orgullo con los mejores espectáculos teatrales de América y el mundo.