En Guayaquil, ciudad de grandes gestas de los trabajadores y el pueblo, en agosto 10 de 1973, época de sol ardiente en nuestra ecuatorial, tierra cayó víctima de la represión criminal de la dictadura del general Rodríguez Lara, la joven dirigente popular y militante comunista Rosita Paredes Jumbo.

Esa tarde participaba en una gran movilización convocada en todo el país por la Unión Nacional de Educadores, donde miles de maestros marcharon en defensa de la educación, por la dignidad del magisterio y demandando la restitución de los cargos a los maestros cancelados por la dictadura.
Un oficial de la policía descargó su brutalidad contra la frágil figura de Rosita, la bomba que impactó su frente hizo que se desplome herida de muerte. Su cuerpo inerme fue impedido de ingresar por la soldadesca a varios de los hospitales y clínicas a donde era conducida por sus compañeros; cuando por fin lograron burlar la acción de los agentes fue ingresada en la Clínica Guayaquil (propiedad del Dr. Roberto Gilbert, cuñado del ex presidente de la República León Febres Cordero), sin embargo ahí, en una actitud vil, inhumana y mercantilista, típica de la burguesía, se negaron a intervenirla si no se cancelaba los ‘valores’ de la operación. Este tiempo valioso costó la vida de Rosita.

Infamemente impedida y negada la atención médica, a las 2h30 del 11 de agosto, Rosita muere.
Tenía 21 años, pocos meses antes, en febrero de 1973, alcanzó el título de Bachiller en Ciencias de la Educación en el Normal Rita Lecumberry, paralelamente a su bachillerato estudió música en el Conservatorio Antonio Neumane donde se graduó como profesora de música el 17 de junio de 1970.

El 15 de julio de 1973 adquiere el nombramiento de Profesora Especial de Mùsica y Canto, para prestar servicios en cuatro escuelas, 42 días duró su labor docente.

Proveniente de un hogar pobre, sus estudios los realizó con muchas dificultades materiales, sin embargo con su tenacidad y abnegación se desarrolló como una excelente alumna, le gustaba y se destacaba en sociología, didáctica y legislación escolar. La recuerdan como una joven de carácter dulce, sencillo, tranquilo, pero a la vez altiva y valiente en el reclamo. Públicamente afirmaba que creía en la redención humana, en la justicia social.

En sus años de estudiante hace suyo el espíritu combativo de los jóvenes de la FESE y se vincula al movimiento estudiantil de izquierda. Organizó una huelga en su colegio para cambiar las autoridades, luego de ello con sus compañeras de sexto año se dedicaron a realizar la alfabetización en barrios populares, fue apresada por defender a sus compañeros en una manifestación. Así se desarrolla su conciencia, su espíritu de lucha, sus capacidades de líder popular y de organizadora que la llevan a convertirse en una firme militante revolucionaria, militó en el PCMLE.

Un día después

La indignación y el coraje del pueblo guayaquileño se volcó a las calles, la movilización de tanques y tropas que sitiaron la ciudad fue desbordada. Más de 30 mil personas rechazaron y gritaron contra el brutal asesinato durante el cortejo fúnebre.

Más de treinta días duraron las movilizaciones populares en Guayaquil condenando el crimen, en las calles ya no solo peleaban los maestros, estaban presentes los obreros, moradores de los barrios populares, estudiantes, amas de casa que veían en la compañera Rosita Paredes a una de sus hijas asesinadas cobardemente.

Rosita se convirtió en bandera del pueblo, en un ejemplo de lucha y coraje de la mujer ecuatoriana, de la maestra que lucha por cambiar la sociedad, que sabe que luchando también se está educando, que enseña a sus educandos que los enemigos del pueblo aún nos gobiernan y que mientras esto ocurra seguirán naciendo nuevas y miles de Rosas Paredes.

Con gran sensibilidad el poeta y compositor Juan Ruales, que al poco tiempo del asesinato compuso la canciòn “A Rosita Paredes”, dice en una de sus estrofas:
¿Cuáles han dicho que has muerto Rosita Paredes?,¿cuáles?
Si hay algo vivo en el huerto de la vida eso es el pueblo,
De cuyos rojos rosales tú eres el botón más nuevo,
Muertos son los que osaron poner su garra en tu pecho.

Rosita Paredes vives
Dentro de la madre obrera
De la madre campesina
Como eterna compañera
De esta lucha que se empina
Como el ave montañista
Hasta la piedra cimera
Mujer comunista.

El Festival Rosa de Agosto

Cada agosto, con el sol ardiente de los atardeceres de Guayaquil, desde hace 30 años se rinde homenaje al ejemplo de Rosita Paredes. Miles de jóvenes estudiantes, trabajadores, hombres y mujeres del pueblo han acudido al Festival “Rosa de Agosto”, en el que la canción, el teatro, la poesía recrean la vida, el amor, las luchas, los anhelos de cambio de nuestros pueblos.

El esfuerzo y la perseverancia de los organizadores como la FESE, la UNE, el Frente de Artistas Populares del Guayas ha hecho de este evento un centro de confluencia para la expresión del arte popular del Ecuador. Connotados artistas populares han contribuido a hacer de este uno de los más importantes festivales del país.

A la ediciòn 30 de este festival asistieron alrededor de 2000 personas, en el que participaron agrupaciones musicales, cantautores como: Agrupación Cultural “Chumichasqui”, de reconocida trayectoria y calidad artística en Guayaquil y el país, el conjunto juvenil “Selva Gris” interpretó canciones como “Chico Méndez”, en homenaje al dirigente cauchero de Brasil asesinado por orden de las transnacionales del caucho; el grupo riobamabeño “Contrabanda”, dirigido por Fernando Chávez, dirigente de la UNAPE, Beatriz Gil, quien deleitó a los presentes con excelentes interpretaciones.

La frescura juvenil de David Chumaña cautivó al público con sus composiciones de corte social, principalmente su canción “El Mejía le canta al pueblo”, en donde rescata la rebeldía de sus compañeros.

Con su característica alegría, el cantautor guayaquileño Héctor Napolitano, dueño de canciones que recuperan lo cotidiano y que tanto gustan al público porteño, entre ellas la canción “Hasta siempre comandante” en homenaje al Che Guevara.

Con broche de oro este hermoso festival terminó con la música del pueblo negro a cargo del grupo esmeraldeño “Ensamble de marimba y clarinete”, que con maestría interpretaron varios temas, entre ellos “Nuestro juramento”, que fue coreado a viva voz por los asistentes.
Los artistas Carlos Chiriboga y Mercedes Payne, pertenecientes al grupo de Teatro Popular “Retablillo” pusieron la nota humorística, en cada intervalo, rescatando los amorfinos y costumbres costeños.

Este festival constituye sin duda parte de la resistencia que el pueblo hace a toda la avalancha de hegemonizaciòn cultural que empuja la globalización imperialista y es un aporte al desarrollo de un arte multicultural y emancipador.