Lo histórico es que logró sentar en torno a una mesa común a los actores del intrincado conflicto en la Cachemira escindida y en disputa entre India y Pakistán, y a la vez afectada por múltiples conflictos étnicos y políticos: en la zona se registra la mayor cantidad de violaciones a los derechos humanos en el mundo.

En un diálogo sin precedentes, cerca de 20 líderes de distintas organizaciones políticas, movimientos y partidos, de los dos lados de la línea de control, encontraron unanimidad por lo menos en un punto: no se trata de un problema de territorios por distribuir sino de un asunto humano, de autonomía y autodeterminación.

En otras palabras, la solución está en la propia gente de Cachemira y Jammu y en la posibilidad de construir conjuntamente una perspectiva de futuro sobre esas bases. Lo que es un gran comienzo para una situación marcada por el fraccionamiento.

La situación en Palestina también mereció un lugar importante en los debates, postulándola como un eje para el entendimiento del significado de la autodeterminación, del derecho al territorio, de las aspiraciones de paz con dignidad, y como un asunto que tiene que ver con la visión humana de la geopolítica, que es parte de la construcción de alternativas que el Foro está empeñado en desarrollar.

El retiro de las fuerzas invasoras de Irak, figuró igualmente entre las urgencias, pues a más de la fisura social y política que la ocupación ha producido, el descalabro económico es tal que la mayoría de la población se debate actualmente en la pobreza. Las mujeres, que hasta antes de la ocupación habían logrado un importante lugar en la sociedad se ven obligadas ahora a permanecer encerradas, presas del pánico por la violencia sexual y las incursiones de las fuerzas ocupantes a los domicilios, enfatizó Nadia Muhammad, representante de la resistencia.
Mientras que la Federación de Sindicatos de Petroleros de Irak, compuesta por unos treinta mil miembros, encaminó una viva denuncia de las violaciones de los derechos humanos que se producen, entre otros, en la transferencia del sector a las transnacionales, a la vez que llamó al mundo entero a movilizarse por la urgente e irrestricta retirada de las fuerzas de ocupación.

Las demandas de paz, desmilitarización, resolución pacífica de conflictos, autodeterminación, y derechos humanos, se convirtieron en una suerte de ejes transversales, que fueron abordados o evocados en cada una de las problemáticas tratadas.

El Foro sentó también algunos precedentes en la inclusión de nuevas problemáticas, tal es el caso del abordaje socio- político y económico de los desastres, sobre todo de su gestión, siendo que el mundo entero, pero sobre todo Asía, está siendo duramente golpeado por distintas catástrofes “naturales”.

En este asunto, se enfocó desde el rostro humano de las consecuencias de los siniestros, la desatención a las personas mientras se extrema la diligencia hacia los bienes, y las situaciones de derechos humanos en los refugios, hasta las relaciones de poder incorporadas a la ayuda internacional y los oportunismos de recolonización implícitos en cierta “ayuda humanitaria”.

La lucha contra el patriarcado y las nuevas formas de colonialismo fueron tratados específicamente e interrelacionados con las otras temáticas. También aquí ocupó un lugar importante la denuncia de las violaciones y abusos contra las mujeres en los conflictos armados y “gestas” militares, así como la sobrecarga de responsabilidades sociales y económicas que resultan para ellas.

El Foro en Karachi fue diverso y multiétnico, marcado, además, por una amplia participación popular y la coexistencia de distintas organizaciones políticas y sociales.

Multitudinarias marchas y expresiones culturales dieron el tono a la pluralidad de expresiones que concurren en la construcción del Otro Mundo Posible. Casi todas las actividades estuvieron acompañadas por la música, el canto espontáneo, la danza, el coreo de eslóganes, el teatro, las muestras gráficas y otros.

Las iniciativas de resistencia a la privatización del agua, los abusos de las transnacionales, los mandatos de las Instituciones Financieras Internacionales, el tráfico de personas, las imposiciones de transgénicos en la agricultura, la amenaza de la transnacionalización del mundo de la pesca, la autodeterminación de los pueblos indígenas, la ONGeización de la política, la embestida del SIDA en las poblaciones pobres y cientos de otros asuntos fueron debatidos, denunciados, expresados en símbolos y en decenas de manifestaciones y lenguajes.

Se hicieron en el Foro múltiples llamados a tomar una postura más combativa para poner fin a las múltiples injusticias en todos los escenarios, pues como lo señaló el paquistaní Tarik Ali, las posibilidades de romper con las relaciones desiguales existen, un ejemplo de ello es Cuba, un país pequeño y pobre, que con su transformación revolucionaria no sólo dota de educación y salud a toda su población sino que incluso ofrece solidaridad a otros pueblos, tal es el caso de los/as más de dos mil médicos cubanos/as que atienden a las personas afectadas por el terremoto en Pakistán.

El imperialismo es injusto y hay que cambiarlo; la globalización mata culturas y avasalla a los pueblos; el patriarcado somete a la mitad de la humanidad; la inversión en armamento socava el desarrollo y los principios humanos; esto y mucho más fue señalado en el Foro, a la vez que se expresó la firme voluntad de seguir forjando alternativas para un mundo desmilitarizado, pacífico y solidario.