Los teóricos del capitalismo sostienen que la crisis económica ha superado su más crítica etapa, que la economía de las potencias imperialistas y el mercado mundial están en un proceso de franca recuperación. Sin embargo los fenómenos que se desarrollan en Europa particularmente en Grecia y España son la muestra de que la crisis no ha sido superada, por el contrario vive un nuevo momento. Más allá de los efectos provocados por esta crisis, las consecuencias de la explotación capitalista a los pueblos ha provocado que millones de trabajadores se sumen a la lista del desempleo y engrosen las estadísticas de la pobreza y el hambre.

Los datos económicos sostienen, que en el 2010 más de 64 millones de personas viven con menos de $1.25 al día, mientras que 43 países en el mundo enfrentan un déficit de $11.600 millones para el gasto público, y según la ONU provocará que entre 1,4 y 2,8 millones de niños mueran a causa de la pobreza, el limitado acceso a la educación y la salud en el 2010.
Las Secuelas de la Crisis en la Juventud.

La juventud es una de las principales víctimas de la crisis capitalista, sobre sus espaldas recaen sus cruentes efectos:

La OIT afirmó que “a fines del 2005 había más de 85 millones de jóvenes desempleados”. Según la CEPAL en América Latina el 41% de jóvenes que están desprotegidos de sus necesidades más básicas, 58 millones viven en el nivel de pobreza y 21 millones se encuentran en la extrema pobreza. Esto es sólo la punta del iceberg: hay otros 300 millones de jóvenes que tienen un empleo, pero lo desarrollan en condiciones precarias y sobreviven con menos de 2 dólares diarios. Para quienes consiguen un puesto las condiciones laborales tienden a estar por debajo de lo que se considera “decente y productivo”.

La juventud se expone a largas jornadas, a contratos temporales o informales con bajos salarios, a una protección social escasa o inexistente. La falta de oportunidades de trabajo afecta alrededor de la tercera parte de los 1.100 millones de jóvenes del mundo.

En el caso de nuestro país, el 58,9 % de la población joven es pobre, de los cuales el 28% vive en la extrema pobreza. El analfabetismo en la juventud es del 3,6%; de cada veinte niños que ingresan a primero de básica solo uno de ellos obtendrá un título universitario, cada año se gradúan en el bachillerato aproximadamente 130 mil alumnos en todos los colegios del país, de ellos sólo la tercera parte logrará ingresar a la universidad, y únicamente el 18% de los estudiantes que ingresan a primer año de universidad alcanzarán un título de tercer nivel, de cada 10 ecuatorianos con título universitario 4 están desempleados, y el 30% de los profesionales con título de postgrado viven la misma situación.

Frente a esta situación los pueblos elevan su voz de descontento, y la lucha de las masas trabajadoras y la juventud cobra fuerza. En Grecia, Italia y España se han desarrollado movilizaciones de rechazo a las medidas económicas de los gobiernos de cada país que buscan descargar las consecuencias de la crisis sobre los trabajadores y los pueblos, se evidencia un importante despertar de la clase obrera y del movimiento social. En Brasil, México, Colombia, Chile, Perú, República Dominicana, Venezuela los jóvenes rechazan los efectos de la crisis; en el Ecuador los jóvenes se han movilizado en contra del alto costo de la vida, en defensa del derecho a la gratuidad de la educación, el libre acceso a la universidad, por alcanzar una legislación democrática, participativa e incluyente.

Frente a la crisis del capitalismo sectores de la burguesía difunden diversos planteamientos que confrontan las tesis de la revolución social y la construcción del socialismo, promoviendo un nuevo “orden mundial”, nos hablan de un “nuevo socialismo” que respete la propiedad privada, al que se pueda llegar por vías democráticas, respetando el constitucionalismo.

Reformismo, política burguesa.

En circunstancias en las cuales se agudizan las contradicciones de clase, se eleva la lucha social, la burguesía utiliza instrumentos políticos e ideológicos para desviar a las masas y sus organizaciones de su objetivo central, la toma del poder. Uno de estos instrumentos es el reformismo, que crea ante las masas un espejismo capaz de resolver los problemas del sistema, en el marco de su estructura.

El reformismo es un viejo planteamiento político, que surgió en los años de 1890 con las tesis revisionistas de Berstein, quien señaló en sus múltiples argumentos la necesidad de revisar los fundamentos del marxismo; sostuvo que la vía para llegar al socialismo es “la progresión a través de las reformas sociales”.

En la actualidad en varios países, particularmente en aquellos que a través de procesos electorales triunfaron propuestas democráticas y progresistas se habla con cierta insistencia de ir hacía la construcción de un “socialismo del siglo XXI”, al que se arribaría aplicando reformas y medidas de corte asistencial.

En el caso de nuestro de país el presidente Correa impulsa un proyecto político de tinte desarrollista, tiene elementos de reformismo, pero no es un proyecto revolucionario y menos de naturaleza socialista.

El actual gobierno ha atendido algunas necesidades de los sectores empobrecidos otorgándoles subsidios, bonos, kits agropecuarios, regalando focos ahorradores, en algunas escuelas útiles escolares y uniformes. Ese asistencialismo unido a la fogosidad de un “discurso izquierdista” lo convierte también en un personaje con dosis populistas que aprovecha las necesidades de las masas para crear una base social que lo apoye.

A partir de ese asistencialismo Correa ha elevado su figura personal y él mismo considera que juega un papel casi mesiánico, de salvador de los pueblos del Ecuador, en una visión típicamente burguesa que subestima el papel fundamental que juegan los pueblos en los procesos de transformación social.

Sin embargo la ‘revolución ciudadana’ (nombre dado al proyecto político del gobierno), no ha afectado los intereses fundamentales de los banqueros, empresarios, grades importadores y exportadores, tampoco de empresas transnacionales, (y lo que es peor, no se mira que se lo vaya a hacer); las estructuras del sistema capitalista se mantienen intactas; varias leyes aprobadas –como en ningún otro gobierno- han propinado muy duros golpes a los trabajadores y al derecho a la organización popular. Parte del proceso de derechización del régimen de Correa es estigmatizar a las organizaciones políticas, gremiales que cuestionan, critican y exigen el cumplimiento de sus derechos y aspiraciones, el gobierno emprende una feroz represión contra los dirigentes sociales y luchadores populares, nuestro compañero Marcelo Rivera Presidente de LA FEUE y ex Presidente de la JRE es víctima del ataque gubernamental, y se encuentra encarcelado por más de siete meses, a ello se suman los procesos legales emprendidos contra los dirigentes del movimiento indígena, maestros, trabajadores y estudiantes.

La acción de los jóvenes revolucionarios, de los frentes políticos de izquierda, está dirigida a exigir que el gobierno atienda las necesidades populares, beneficiando a los sectores más empobrecidos y no a la burguesía y el imperialismo. Concebimos a la ‘revolución ciudadana’ como una propuesta capitalista modernizante, de la que se están beneficiando nuevos sectores del capital financiero y poderosos sectores del burguesía criolla, que desconoce la existencia de clases y su división, por ende la lucha de clases, busca desorientar y alejar a los pueblos y los trabajadores en su combate por conquistar la verdadera liberación social y nacional.
Particularmente hay un discurso dirigido hacía la juventud.

El imperialismo, la burguesía, la social democracia despliegan con éxito una intensa labor ideológica para desorientar la vida de la juventud, introducirlos en el consumismo, el alcohol, la drogadicción, el pandillerismo, la desesperanza o también para que asuman políticas reaccionarias como: el cambio social sin violencia, la búsqueda del progreso en armonía. “la unión nacional para sacar adelante al país”. Predican la inutilidad de la violencia revolucionaria.

Para los ideólogos burgueses, la juventud debe organizarse, luchar por sus derechos y reivindicaciones, pero deben hacerlo sin partidos políticos, ya que una vez que se incorporen a éstos, será manipulada y su capacidad política se verá aniquilada; sin duda estas tesis apuntan a satanizar a los partidos comunistas marxistas leninistas a sus organizaciones y dirigentes.

Para estos enemigos de la revolución las y los jóvenes deben buscar cambiar al país a través de otro tipo de armas: las ideas, el debate, la participación y las urnas. Si buscan un cambio social las nuevas generaciones deben evolucionar hacia un socialismo moderno acorde al mercado capitalista y a sus demandas.

Para alcanzar sus oscuros objetivos, ampliar sus privilegios los revisionistas y oportunistas utilizan todo lo que esté a su alcance desde ONG´S, fundaciones, instituciones gubernamentales, medios de comunicación, literatura masiva, propaganda o simplemente asaltan organizaciones juveniles con el objetivo de afectar lo más valioso que puede tener la juventud, su conciencia.

Los jóvenes revolucionarios no huimos a las ideas o al debate. Al contrario son parte de nuestra lucha, pero la historia ha demostrado que las propuestas o ideales por más importantes que éstos sean, si no van acompañados de la acción son letra muerta.

Comprendemos la necesidad de luchar por conseguir determinadas reformas, recuperar los derechos de los trabajadores, la juventud y los pueblos, por mejorar las condiciones de vida de los sectores populares, pero entendemos que esos elementos no son el fin de nuestra lucha, sino mas bien, son parte del proceso por la conquista del poder, ya que éstos servirán para dotar de energía y confianza a las clases oprimidas hacia la consecución de su liberación.

Para los revolucionarios la única vía para enfrentar la crisis es la movilización de los trabajadores y la juventud, es el combate de las amplias masas por la revolución, la JRE como fuerza revolucionaria, sostiene la necesidad de luchar por la toma del poder y la construcción del socialismo, solo en este nuevo estadio podrán ser alcanzados los verdaderos cambios y satisfechas las necesidades de los trabajadores y los pueblos.
Frente a la Crisis y el reformismo levantemos las banderas de la Revolución y el Socialismo.

Ganar la Conciencia de la Juventud a la Lucha por Revolución y el Socialismo.

Uno de los objetivos centrales de los jóvenes revolucionarios debe ser ganar la conciencia de las masas juveniles. No debemos olvidar que el reformismo y el oportunismo trabajan a diario por afectar la conciencia de la juventud. Ganar a la juventud significa e implica ubicar en ellas la necesidad de transformar la sociedad. Solo en esta nueva sociedad, en el socialismo la juventud podrá vivir sanamente, conquistará sus derechos, existirá una verdadera independencia y soberanía. El socialismo rompe por completo la injerencia, el control y chantaje de potencias imperialistas, elimina de manera definitiva la explotación del hombre por el hombre, es la sociedad de la fraternidad, donde todos tienen el deber y el derecho de trabajar y gozar de los frutos de su labor.

Acumular fuerzas para el triunfo de la revolución.

La acción de los jóvenes revolucionarios debe dirigirse al engrosamiento de las filas de la revolución, a la acumulación de fuerzas, que dinamicen y aceleren el proceso de cambio. Alcanzar la victoria de la revolución e instauración del socialismo no es una tarea sencilla, pues, poderosas fuerzas internas y externas se oponen con tenacidad. No depende únicamente de la voluntad de quienes luchamos por su triunfo, hay factores de diversa índole que actúan en su favor o en contra.
El trabajo de los jóvenes revolucionarios está dirigido al movimiento juvenil de masas, y su labor es calificar numérica, política e ideológicamente este frente, hasta transformarlo en un ingente y activo movimiento revolucionario juvenil de masas que acerque cada vez más a los pueblos y los trabajadores al triunfo de la liberación social y nacional.

Afirmar la necesidad de la organización.

Es imperioso afincar en las masas la necesidad de la organización popular, para alcanzar sus reivindicaciones, la defensa de sus derechos, pero sobre todo la organización política de las masas en torno a los intereses revolucionarios, obteniendo su entrega, movilización y combate permanente. Es indispensable sentar en los pueblos, los trabajadores y la juventud la acción de los partidos comunistas, difundir el objetivo estratégico del partido (la toma del poder y la construcción del socialismo y el comunismo), la consecuencia de sus propuestas para satisfacer las necesidades y llevar a cabo las aspiraciones de las masas, lograr la asimilación de los pueblos acerca de su rol histórico como vanguardia en los procesos revolucionarios, a la vez que engrosamos desde las organizaciones políticas sus filas, así lograremos una calificación política e ideológica de los procesos de cambio en la sociedad, obteniendo una aceleración de la revolución en nuestros pueblos.

Trabajar por el fortalecimiento de un movimiento anti imperialista y revolucionario a nivel internacional.

El trabajo de los jóvenes revolucionarios debe orientarse también a la fortificación del movimiento juvenil internacional, que conciencie a este sector acerca de la necesidad de luchar contra el capitalismo, la explotación, la discriminación racial y todos sus males, que siembre un alto sentido anti imperialista, que permita la movilización de los jóvenes en contra de la dominación de los pueblos, en defensa de la soberanía nacional, que combata el fascismo, el reformismo, la socialdemocracia y todas aquellas corrientes políticas e ideológicas que sostienen este sistema, a la vez que consolidamos un gran movimiento juvenil antiimperialista y revolucionario que guie su acción bajo las banderas del internacionalismo proletario, que afiance los lazos de hermandad entre las juventudes del mundo para derrotar al capitalismo y romper sus tentáculos en los pueblos del planeta.