Nueve años después de que la tinta fresca del primer número de OPCIÓN marcaba los dedos de los trabajadores y los pueblos, en medio de una lucha intensa contra el gobierno de Gustavo Noboa, este quincenario continúa circulando entre los ecuatorianos pobres, explotados, excluidos, entre los intelectuales patriotas, progresistas y de izquierda. Y las condiciones siguen siendo de movilización intensa. Esta vez, así como entonces, los pueblos se manifiestan, resisten por las mismas banderas, con el mismo proyecto entre ceja y ceja: el proyecto de una patria nueva y la construcción del socialismo.

Llegamos a este noveno aniversario luego de haber avanzado un importante trecho, al igual que la conciencia de nuestro pueblo, conquistando victorias, sufriendo golpes momentáneos pero siempre inclaudicables. Tal como lo dijimos desde el inicio, OPCIÓN es un periódico -al contrario de lo que se dicen los grandes medios de la oligarquía- totalmente parcializado, a favor de los intereses de los pueblos y nacionalidades, de los trabajadores, estudiantes, maestros, comerciantes minoristas, amas de casa, hombres y mujeres, niños y niñas de este megadiverso y pluricultural Ecuador.

Justamente al cierre de esta edición se desarrolla la movilización nacional de los trabajadores que, en un proceso unitario de las cuatro centrales sindicales más importantes del país, defienden sus derechos que continúan siendo atacados, reducidos. La lucha sigue siendo por una vida digna, por mayor democracia, contra la persecución a organizaciones y dirigentes populares, contra la criminalización de la lucha. En pocos días más se movilizarían los comerciantes minoristas, los indígenas anuncian un posible nuevo levantamiento, los universitarios pelean por una ley de Educación Superior democrática y que respete los derechos históricos del movimiento estudiantil.

Es obvio que las condiciones son diferentes ahora que hace nueve años; hemos llegado a este año 2010 luego de un intenso proceso político que significó la derrota de la derecha en diversos espacios de poder, la realización de una constituyente con amplia participación de los sectores populares, la aprobación y entrada en vigencia de una nueva carta magna y, por tanto, la oportunidad de conquistas más elevadas en el marco jurídico del país.

Llegamos con una elevación de la conciencia de los pueblos y, por tanto, con triunfos electorales y políticos trascendentes de la tendencia democrática, patriótica, progresista y de izquierda, y de la franja de la izquierda revolucionaria en particular. Pero al mismo tiempo, este noveno aniversario de OPCIÓN se desenvuelve en medio de la gran preocupación y rechazo que existe entre los sectores populares por los cambios de rumbo del proyecto original que el gobierno parece empeñado en tomar. Dentro de pocas horas el autodenominado “gobierno de la revolución ciudadana” realizará un festejo de su tercer año en el poder, con una concentración que fuentes oficiales han augurado será enorme, pero que no es de ninguna manera la expresión de lo más avanzado de la conciencia política que existe en el Ecuador, se trata de sectores, en gran media, movilizados por una política clientelar, de empleados públicos que, a la vieja usanza de la partidocracia, son obligados a asistir so pena de sanciones y multas.

Para el gobierno los balances de su supuesta revolución no son los mejores. Las realizaciones, la materialización de los derechos es inexistente, las condiciones de vida de la gente no han mejorado, de no ser por aislados programas que entregan una especie de caridad a los sectores más vulnerables. Se trata de un gobierno que aplica mucho esfuerzo en la generación de sentidos, de mensajes propagandísticos, e invierte muchos millones en mantener esa propaganda asfixiante en los medios, aunque ésta contraste con la realidad. Es el gobierno de los discursos acomodaticios, de la manipulación mediática, del espectáculo político para mantenerse vigente, pero que en el fondo aplica políticas que en nada rompen con las viejas estructuras de poder.

Pero el gobierno llega hasta aquí con la grave preocupación de que su potente maquinaria propagandística pierde el nivel de efecto que originalmente tenía. Los índices de popularidad del primer mandatario son evidentes. Pero no renuncia a aplicar todo su esfuerzo en copar, bajo la figura del Presidente, todas las instancias de poder político, de la institucionalidad. Trata de dividir si no destruir a las organizaciones populares que se han ganado legitimidad histórica, las considera innecesarias puesto quiere que todo pase por su decisión de manera directa, sin intermediación de ningún tipo.

En esas circunstancias, la lucha se vuelve más compleja, pero no menos necesaria, y desde estas páginas, desde todo escenario en el que nos corresponda actuar, continuaremos convocando a la unidad más amplia de las organizaciones sociales y políticas del espectro de la izquierda, en función de construir un proyecto autónomo, no dependiente de terceras personas, de personalidades forjadas a última hora, un proyecto socialista científico.