A finales de la década de los sesenta y primeros años de los setenta, se desató la llamada “guerra del atún”, que en lo fundamental consistía en la captura de barcos piratas, en su mayoría estadounidenses, que ingresaban en nuestro mar territorial de 200 millas para realizar faenas de pesca sin ningún permiso. Los barcos que realizaban estas ilícitas faenas eran sometidos por la Marina ecuatoriana y obligados a pagar los permisos de pesca y las multas que se les imponía, previo a su liberación.

El Mar Territorial Ecuatoriano tiene su fundamento jurídico en la Declaración de Santiago, de agosto de 1952, por la cual Chile, Perú y Ecuador proclamaron, en ejercicio de su voluntad soberana, un Mar Territorial de 200 millas, que en nuestro caso conlleva el que esas 200 millas se apliquen también en torno a las islas Galápagos.

Nuestra legislación interna, tanto en la Constitución Política de la República en sus artículos 2 y 247, como en otras leyes -citando algunas: el Código Civil, en sus artículos 609 y 610; el Código de Policía Marítima, en el art. 18 y otros; la Carta Náutica del Mar Territorial, aprobada por Decreto supremo 980 de 28 de agosto de 1973, etc.; normativa internacional como el texto del Tratado Antártico, el Código de Derecho Internacional Privado Sánchez de Bustamante y muchas otras normas- reconocen el Mar territorial o el derecho de los Estados para establecerlo. Los ecuatorianos hemos establecido y fijado así nuestro mar en 200 millas.

El territorio ecuatoriano, de acuerdo a nuestras leyes, está conformado entonces por el territorio continental, el territorio insular, el mar territorial y la columna de aire que sobre ellos se levanta. Sobre este territorio ejercemos nuestra soberanía. Renunciar a ello bajo cualquier pretexto es traicionar a la Patria. No caben pretextos ni juegos de palabras para renunciar a esa soberanía, pues no prescribe en el tiempo. La tecnología no es motivo de renuncia, el que nos quedaríamos solos en el concierto internacional al sostener nuestra soberanía sobre las 200 millas no justifica ni explica la desmembración territorial, sabemos bien que solo hemos estado “acompañados” cuando se ha tratado de explotar de manera inmisericorde nuestros recursos, por parte de los “dueños de la tecnología”.

La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, llamada hoy alegremente CONVEMAR, cuenta hoy, a la inversa que hace pocos años, con corifeos y plumarios que la pintan de rosa y actúan socapadamente para, sin razones lógicas y valederas, irnos llevando silenciosamente a la renuncia de nuestro Mar Territorial; en efecto, en un suplemento aparecido en algunos diarios de circulación nacional con motivo del día de la Armada Nacional, aparece un artículo en el que a través de ocho afirmaciones se pretende hacernos tragar la rueda de molino de que afiliarnos a la CONVEMAR -que en el fondo no pretende sino cercenar nuestra soberanía en el mar, reduciendo nuestro territorio marítimo de 200 a 12 millas- es lo mejor que podemos hacer.

Vamos a señalar esos ocho puntos para ver qué es mejor: si tener 200 millas de Mar Territorial o, en su defecto, renunciar a ellas y quedarnos con 12 millas de Mar Territorial y 188 de la llamada “zona económica”:

Dicen que con la renuncia tendríamos la ventaja de: “Reconocimiento de los derechos ecuatorianos en el mar adyacente de 200 millas para fines de aprovechamiento de los recursos naturales, tanto en la parte continental como en las islas del archipiélago de Galápagos”...

A ello respondemos:

Prefiero ejercer la soberanía y tener en mi propiedad un mar territorial de 200 millas y así puedo aprovechar de mejor manera esos recursos. Si la casa es mía, con más razón puedo aprovecharla, no necesito firmar la CONVEMAR para llevar adelante el aprovechamiento de mis propios recursos.

Otra de las llamadas ventajas dice:

“Participación en actividades de investigación y transferencia de tecnología”.

A ello respondemos:

¿Quién dice que no lo podemos hacer sin firmar la CONVEMAR y sin desmembrar el territorio ecuatoriano en el mar?, al contrario, siendo el dueño de las 200 millas y teniendo como tiene el Ecuador una posición privilegiada, podemos negociar más y de mejor manera.

En la tercera de las “ventajas” dicen:

“Aceptación de que la plataforma continental jurídica se extiende hasta el límite de las 200 millas, que puede llegar hasta las 350, de conformidad con criterios técnicos específicamente definidos en la Convención”.

Les decimos:

Lean el art. 2 de la Constitución Política y el 609 del Código Civil. Allí se consagran esos derechos, en nuestra casa, en nuestro mar territorial. Nosotros definimos los criterios técnicos, así lo hicimos al establecer un mar territorial de 200 millas que ahora la CONVEMAR quiere sacrificar. No se olviden que los que hablan de ventajas se refieren a 200 millas en las que solo 12 son de territorio y 188 de zona económica, nosotros decimos: 200 de mar territorial y soberanía plena.

Otra “ventaja” dice:

“Participación en la explotación y exploración de los fondos marinos y oceánico fuera de los límites de jurisdicción nacional”.

Hacemos notar:

Ahora también podemos hacer lo mismo sin renunciar a nuestra soberanía sobre las 200 millas, podemos asociarnos con quien tenga la tecnología en los términos que más nos convengan.

Ponen como ventaja:

El “Derecho para acudir al sistema de arreglo de controversias, plena garantía para proteger nuestros derechos e intereses amparados en este instrumento internacional, frente a actos violatorios o de desconocimiento de dichos derechos por parte de otros Estados”.

Los renunciantes de las 200 millas no se han dado cuenta que:

El Ecuador es uno de los líderes en la solución pacífica de controversias, pero ello no significa que no sepa hacer valer sus derechos en las cortes internacionales, acuérdense del caso Oxy, y cuando no se respetan nuestros derechos acuérdense de la guerra del atún o del Cenepa.

Dicen que si renunciamos a las 200 millas de Mar Territorial, solo así habrá:

“La adecuada protección y preservación de su medio marino, lo cual reviste especial trascendencia para las islas Galápagos, Patrimonio Natural de la Humanidad”.

Estos pobres ciudadanos renunciantes no se han dado cuenta que:

El principal destructor, contaminador, etc., son los Estados Unidos y otras potencias, ¿de dónde sacan el invento de que si no se renuncia a nuestro territorio marítimo nuestro mar y nuestras islas se destruirán?; la CONVEMAR debe saber que durante la segunda guerra mundial las tropas estadounidenses acantonadas en Baltra destruyeron toda forma de vida en la isla y asolaron todo lo que estaba a su paso. Los auspiciantes de CONVEMAR deberían reclamar a los Estados Unidos por el daño ecológico en Baltra, en lugar de pedir a los ecuatorianos renunciar a las 200 millas.

Llaman ventaja a que con la renuncia a la soberanía:

“Dispondremos de un sistema jurídico y técnico – científico integral que promueva el desarrollo sustentable en beneficio del país, proteja y conserve los recursos marítimos y evite su sobreexplotación”

A esto decimos:

El no tener qué decir hace hablar cualquier disparate. No necesitamos firmar la CONVEMAR, no necesitamos renunciar a nuestra soberanía para hacer aquello. En el Ecuador hay organismos que se encargan de ese tema que hay que mejorarlos, sí. Pero la CONVEMAR, no.

Finalmente, dicen que como “ventaja” tendríamos:

“La garantía internacional para que los buques de bandera ecuatoriana ejerzan sin restricción alguna la libre navegación por todos los mares y océanos, lo cual contribuirá a la expansión del comercio internacional de nuestro país”.

Esta llamada ventaja pone en evidencia la calidad humana de quienes propician la CONVEMAR en el país. La libertad de navegación en alta mar existe desde hace años, buques ecuatorianos como los de Transnave y Flopec han hecho flamear orgullosamente el pabellón nacional en los mares del mundo. Las mentiras no pueden pasar y hay que dar un rotundo no a la CONVEMAR.
Como se ve, sin necesidad de la CONVEMAR podemos hacer todo lo que sus corifeos hacen aparecer como ventaja; pero lo que no dicen, lo que deliberadamente ocultan es que si en mala hora se firma la CONVEMAR perderemos, a más de 188 millas de mar territorial, la columna de aire que sobre ellas se levanta, cuya importancia para nosotros por ser un país ecuatorial es de vital importancia para las comunicaciones; y, es allí, en la línea ecuatorial proyectada al espacio, donde se colocan los satélites de comunicaciones por las ventajas que esa órbita, llamada sincrónica geoestacionaria, tiene para las comunicaciones y, con ellas, la pretensión de controlar el mundo.

Firmar la CONVEMAR es renunciar a la soberanía nacional. El Presidente dice que antes que renovar la base de Manta prefiere que le corten la mano, ¿hará lo mismo por la CONVEMAR para evitar que el imperialismo nos robe 200 millas de mar?