El propio diario progubernamental colombiano El Tiempo ha reconocido que
hace algunos días, posiblemente el lunes 28 o el martes 29 de marzo,
fueron requisados 16 kilos de cocaína por valor de medio millón de dólares
a unos soldados norteamericanos que llegaban a Texas procedentes de Colombia.

El avión militar norteamericano despegó con soldados
estadounidenses a bordo, de la base de Apiay (Meta), rumbo al norte. Unas
horas después, y tras vuelo sin escalas, aterrizó en El Paso (Texas,
EE.UU.), donde las autoridades, presumiblemente avisadas de antemano,
esperaban el avión y sus tripulantes. Una vez en tierra, requisaron a los
militares y descubrieron que cinco de ellos llevaban la cocaína.

Paradójicamente, esos soldados pertenecían al cuerpo de instructores que
entrenan al ejército colombiano para combatir la guerrilla y el
narcotráfico.

Los “narcosoldiers”, como les llama el diario colombiano, se hallan
detenidos y está en marcha una investigación para detectar si había más
militares -estadounidenses o colombianos- vinculados al cargamento y si se
trata de un caso aislado o de una banda que realizó anteriores envíos de
droga. El hermetismo con que se maneja el asunto podría ser producto del
desconcierto inicial en ambos gobiernos, que, según un comunicado del
Ministerio de Defensa colombiano, trabajaron "en estrecha colaboración"
para investigar y desmontar la insólita línea de tráfico de cocaína,
afirma el rotativo.

El diario reconoce que "la experiencia nacional con funcionarios
estadounidenses que sucumbieron a la tentación del narcotráfico es poco
alentadora".
En 1999, la esposa del coronel James Hiett, miembro de la
embajada de Estados Unidos en Bogotá, fue acusada de enviar droga por
valija diplomática con conocimiento de su marido y con ayuda del conductor
colombiano adscrito al cargo.

La señora de Hiett y su cónyuge fueron
juzgados en Estados Unidos. Ella fue condenada a cinco años de prisión y
el coronel Hiett, a cinco meses de cárcel y otros tantos de arresto
domiciliario. En cuanto al conductor, quedó en manos de la justicia
colombiana, que le impuso ocho años de cárcel. Esto significa que la
ciudadana norteamericana autora del delito ya está libre, que su marido
militar recibió un castigo a todas luces benévolo y que el chofer criollo
que colaboró con ellos de manera tangencial aún sigue o debe seguir preso.

También mercenarios de DynCorp, una empresa de soldados a sueldo que tenía
 y quizás todavía tiene- contrato con el gobierno de USA para realizar
misiones del Plan Colombia, fueron descubiertos con varios kilos de coca
en pleno aeropuerto El Dorado de Bogotá.

Parece que en Colombia, los que se llaman luchadores contra el
narcotráfico son los mismos que se enriquecen con la droga. Como dice el
colaborador de la agencia ANNCOL, Allende la Paz, "están implicados
también jueces y magistrados que "dictaban -y dictan- sentencias" acordes
con la cantidad de dólares que ingresan en sus bolsillos. Políticos que
eran -y son- financiados y elegidos por los capos narcos. Instituciones
financieras que lavaban -y lavan- los dineros del negocio narco".

Y también candidatos presidenciales, posteriormente elegidos presidentes,
que recibían el dinero caliente del narcotráfico, como Ernesto Samper
Pizano, o pertenecientes a los carteles, como el caso de presidente Uribe
Vélez, miembro del Cartel de Medellín, según consta en un informe del
Pentágono de 1991 desvelado por la revista Newsweek. Todo ello revelado en
el libro "Biografía No Autorizada de Álvaro Uribe Vélez", de Joseph
Contreras y Fernando Garavito.

Según se afirma, el secretario privado de Uribe coordina las relaciones
con los minicarteles de narcotraficantes y maneja cuentas secretas en
diversos bancos, dineros provenientes de las actividades ilícitas del
Cartel del palacio presidencial de la Casa de Nariño, las cuales van desde
narcotráfico hasta secuestros, según denuncia un periodista venezolano.

Y mientras todo eso sucede en los altos cargos del poder colombiano y
norteamericano, civil y militar, se siguen fumigando cosechas de
campesinos y secuestrando líderes populares en nombre de la lucha contra
el narcotráfico.

Rebelión