Hasta ahora no existen evidencias materiales (huesos humanos) que demuestren una evolución originaria en América, como sí aconteció en otros continentes, principalmente en África. Es un hecho que en América apareció el hombre primitivo ya muy evolucionado, es decir, convertido en Homo Sapiens Sapiens, que corresponde al más alto escalón evolutivo de la Humanidad.

Es probable que los primeros pobladores hayan venido al continente americano desde el Asia hace más de 20 mil años. Al respecto, se han hallado algunas evidencias de este suceso, pero todavía no han sido aceptadas como verdaderas por la ciencia, haciendo que el hecho quede aún como una teoría más, aunque en cualquier momento puede ser confirmada de manera definitiva.

Hace 13.500 años antes del tiempo actual, estaba finalizando la última glaciación en toda el área geográfica continental que rodea al Polo Norte, y al retroceder las masas de hielo, se abrió de manera total el puente natural de tierra (de 100 km. de extensión) entre Asia y América, hoy llamado Estrecho de Bering. Por ese lugar pasaron varios grupos humanos que eran cazadores y seguían a las manadas de grandes animales, como los mamuts, los mastodontes, los bisontes, etc., de las cuales obtenían la carne como sustento necesario de sobrevivencia; además utilizaban de estos animales su gruesa piel para sus elementales vestimentas y también sus huesos, para levantar sus rudimentarias viviendas temporales, que consistían en pequeñas chozas o campamentos.
Así lo hicieron durante el largo trayecto (más de mil kilómetros) que tuvieron que caminar desde Siberia hasta Alaska, pasando de Asia y América.

Estos primeros cazadores asiáticos llegados a América continuaron su recorrido desde Alaska hacia el Sur, llevando una vida nómada. De esta manera se desplazaron por todo el continente y sus generaciones descendientes llegaron en menos de dos milenios hasta el extremo Sur (la Patagonia, en Chile), formando así la primera base antropológica americana, o sea de población propia de América.

Estos primeros habitantes del continente lograron prolongarse en el tiempo, viviendo en condición de cazadores nómadas y también como recolectores de frutas, miel de abeja, huevos de aves, etc., durante varios milenios, hasta cuando se produjo el Sedentarismo, hace nueve mil años, en las diversas regiones geográficas del continente.

Los descendientes de aquellos grupos humanos sedentarios dieron origen a las comunidades aborígenes que hoy conocemos en América.
Podemos afirmar que América aborigen seguía un desarrollo humano diferente al de los demás continentes. En verdad, las comunidades originales tenían sus propias características sociales, llegando a formar verdaderos imperios donde reinaba, ante todo, la solidaridad. El comunitarismo primigenio avanzaba en el tiempo hasta que llegaron al continente pobladores de varias procedencias, que vivieron a imponer sus costumbres, truncando aquel proceso socio – económico y cultural autóctono.