“Yo nací en esta tierra de las bellas palmeras

de cristalinos ríos,

de paisaje ideal,

nací en ella y la quiero y por ella aunque muera

la vida yo la diera, por no verla sufrir”.

“Guayaquileño, madera de guerrero,

bien franco, muy valiente, jamás siente el temor,

guayaquileño de la tierra más linda

pedacito de suelo de este inmenso Ecuador”.

Estas son las dos primeas estrofas del pasacalle ”Guayaquileño”, compuesto por Carlos Rubira Infante, en su época de oro, entre los años 1943 y 1946, etapa en la que creo la mayor pare de sus 347 canciones: pasillos, valses, pasacalles, sanjuenitos, y albazos, entre las que se debe destacar los pasacalles, destinados a resaltar los valores de cada una de las provincias de la Patria, las más de veinte canciones dedicadas a la madre y los himnos identificatorios de numerosas escuelas guayaquileñas

Carlos Aurelio Rubira Infante, nació en Guayaquil, el jueves, l6 de septiembre de l92l, en una casa que arrendaban sus padres Obdulio Guillermo Rubira Druet y Rosa Amarilis Infante Villao, quienes procrearon seis hijos. Sus estudios los realizó en la Sociedad Filantrópica del Guayas y en la Sociedad de Artesanos Amantes del Progreso, ambas organizaciones con características absolutamente populares.

Este extraordinario músico ecuatoriano, tuvo una educación musical autodidacta, puesto que aprendió a tocar la guitarra, cuando tenía trece años, siguiendo los pasos de su hermano mayor, Guillermo, quien tocaba la guitarra y cantaba junto al músico y compositor Carlos Solís Morán, con el cual conformaban el dúo Rubira Solís.

Carlos Rubira Infante quedó huérfano de padre cuando tenía catorce años de edad y para ayudar a la manutención de su madre y su hermana, decidió trabajar; comenzó cumpliendo actividades muy humildes: lustrador de zapatos, vendedor de periódicos y vendiendo venenos para ratas frente a la puerta de entrada al edificio de la Sanidad.

A pesar de estas duras tareas, seguía practicando la guitarra y cuando cumplió veinte años, ya era un músico conocido y apreciado por sus actividades musicales frente a diversos públicos que reconocían sus cualidades de intérprete de la música nacional y de creador de nuevas canciones de su autoría.

Entre las numerosa composiciones creadas por este gran músico y compositor nacional, podemos destacar las más populares: “Esposa”, “Quiero verte madre”, “Por qué”, “Quedas Tranquila”, “Lo mejor de mi tierra”, “Chica Linda”, “Playita mía”, “Cálmate corazón”, “Para qué recordar”, “Alondra Fugitiva”, “Al Oído”, “En las lejanías”, “Historia de amor”, “Guayaquil Pórtico de Oro, “Guayaquil”, “Morena mía”, “Qué pena”, etc. etc.

Carlos Rubira Infante está a punto de cumplir los ochenta y ocho años de edad, sigue muy lúcido y alegre como siempre, aunque tiene algún malestar en las piernas que no le permite movilizarse normalmente, es visitado constantemente en su modesta casa de la ciudadela Las Acacias, al Sur de Guayaquil, por músicos, periodistas y amigos, que admiran sus fortaleza física y su entereza humana y social.

Estos recuerdos, escritos con mucho cariño y respeto para Carlos Rubira Infante, quieren ser un acto de desagravio ante la audacia del moribundo partido Social Cristiano, que se ha tomado uno de los versos de este hermoso pasacalle, para bautizar al nuevo movimiento político de los pelucones, que se valen de este subterfugio para tratar de engañar al auténtico “madera de guerrero”, que es el pueblo Guayaquileño, que lucha diariamente en las calles del Puerto, para salir de la miseria y la explotación, provocados por estos lobos feroces ahora disfrazados de mansas palomas.