• En el diario francés Le Figaro, Georges Malbrunot presenta a Siria como un país controlado por los militares rusos. Afirma que el ministro ruso de Relaciones Exteriores Serguei Lavrov vino a Damasco a negociar el “Niet” de Moscú en el Consejo de Seguridad de la ONU a cambio de la reapertura de la base soviética de escucha del monte Qassium. Esto es falso por dos razones: En primer lugar, son los sirios los que vienen haciendo esa proposición desde hace tiempo. En los últimos años, los sirios han presentado varias propuestas gratuitas en ese sentido a las fuerzas armadas de Rusia, cuya presencia protegería a Siria, pero los rusos han declinado esas propuestas. Por otra parte, las necesidades técnicas de hoy en día en materia de escuchas nada tienen que ver con las de la época soviética.

• Libération, otro diario francés, aporta una innovación en materia de reportajes al reproducir una serie de testimonios recogidos por teléfono y sin ningún tipo de verificación. Esta falta de profesionalismo no tiene, sin embargo, nada de sorprendente tratándose de la periodista Hala Kodmani, nada más y nada menos que la hermana de la portavoz del Consejo Nacional Sirio.

• En Alemania, el cotidiano Junge Welt se pronuncia a favor del diálogo contra la guerra en Siria. Este diario marxista se hace eco de la campaña de la Asociación Internacional de Médicos contra la Guerra.

• El Tageszeitung señala que si bien los europeos parecen estar todos de acuerdo en cuanto a las sanciones, lo cierto es que siguen sin aplicarlas. Suecia protege así sus mercados y cierra los ojos antes las exportaciones de equipos de telecomunicación de la firma Ericsson.

• En el diario italiano La Stampa, Anna Zafesova afirma que el respaldo ruso a Siria es de puro consumo interno en el marco de la campaña electoral. ¿Y el de China?

• En España, El Pais presenta el plan B de Estados Unidos: Washington formará un grupo de amigos de Siria, al que se sumarán los países que así lo deseen, un gesto destinado a demostrar a los Estados árabes que Occidente no los abandona. En realidad, se trata más bien de un esfuerzo por preservar la influencia estadounidense en la región y evitar que otros Estados puedan verse tentados a ponerse bajo la protección de Moscú y Pekín.

• The Globe and Mail asegura que Canadá prosigue la batalla diplomática. El primer ministro canadiense Stephen Harper no dejará pasar en Pekín la ocasión de abordar el caso sirio con su homólogo chino. En realidad, se trata esencialmente de desviar la atención del hecho que Ottawa no cerrará su embajada en Damasco, a pesar de la insistencia de Washington para que lo haga.

• En el New York Times, Will Englud evita esta vez sus acostumbradas imprecaciones antirrusas. Entre las posibles causas del veto, menciona la influencia de Arabia Saudita y Qatar en los movimientos islamistas en Rusia.

• Mientras que Haaretz publica una caricatura que sugiere que la caída de al-Assad sería perjudicial para el Hezbollah, Amors Harel imagina un escenario diferente: las armas químicas de Siria podrían ir a parar al arsenal del Hezbollah.

• En The Hindu, el analista A. G. Noorani explica que nada podrá hacerse por los sirios mientras exista el fantasma del «cambio de régimen» impuesto. Nadie cree a los dirigentes occidentales cuando estos dicen no albergar tales intenciones y sus garantías en el papel no tienen ningún valor desde que violaron la resolución de la ONU sobre Libia para orquestar el derrocamiento de Kadhafi.

• El editorialista del Times of India expresa el deseo de que su país se implique en la crisis siria asumiendo el papel de negociador, lo cual significaría que Nueva Delhi se reafirma como potencia realmente independiente. El sentido del editorial es que la India debe desmarcarse de la línea de Estados Unidos, sin por ello alinearse junto a Rusia y China.

• El Moscow Times señala que el ministro de Relaciones Exteriores Serguei Lavrov no es el único en reaccionar enérgicamente contra la campaña antirrusa calificándola de histérica. Evgeni Primakov acusó por su parte a Estados Unidos de utilizar el contexto de la llamada primavera árabe para tratar de derrocar los regímenes que no le agradan.

• El ministerio chino de Relaciones Exteriores rechazó las acusaciones occidentales que afirman que Pekín tiene las manos manchadas de sangre, señala el China Daily. La diplomacia china declaró que fue en aras de la justicia que utilizó su derecho al veto, lo cual equivale a decir que los occidentales persiguen un objetivo injusto.

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