Toma las hojas del libreto, las acomoda golpeándolas contra la mesa -un recurso que busca proyectar una imagen de trabajo, de profesional responsable: “Bueno, creo que primero deberían saber de qué se trata para poder decir que están en contra”, comenta la presentadora de noticias de Teleamazonas, luego de ver la nota preparada por uno de los ‘reporteros’ del segmento “En corto” que ridiculiza a los detractores del TLC. Le sigue Jorge Ortiz: “Solo sirven para tirar piedras. Ni siquiera saben por qué protestan”...

En ese tono transcurre todos los días el noticiero 24 Horas, de Teleamazonas. Su posición es de abierto respaldo a la firma del TLC. Su idea es demostrar que las protestas contra la posible firma de este Tratado no tienen sentido, puesto que siendo un tema “técnico”, hay que comprenderlo bien antes de saber si se está a favor o en contra.

Los reporteros hacen preguntas en la calle y la gente del pueblo que se opone al TLC les responde: “estoy en contra porque afectará a los campesinos y a los pobres del país”, y enseguida contrastan esos testimonios con opiniones como la de Joice de Ginnata: “es ridículo plantearse una consulta popular en un tema técnico. Sería como consultar qué debe hacer un médico en una operación de corazón abierto”. Y de esta forma, todo lo que en información se construye en Teleamazonas entra en esta lógica: los ignorantes no pueden opinar, y menos oponerse en temas eminentemente técnicos como éste.

Y es una lógica que busca, si no virar la opinión mayoritaria de la población en torno al TLC, por lo menos deslegitimarla. Según estudios y encuestas realizadas en el país, el 62,40% de los ecuatorianos considera que un TLC como el que el Gobierno negocia con Estados Unidos será perjudicial para el Ecuador. Sólo 29,60%, según el sondeo de Datanalisis, estima que el Tratado será beneficioso. Según Cedatos, el 65% de ecuatorianos está en contra o no conoce sobre el TLC.

El propósito de Teleamazonas y todos los medios de comunicación que hacen campaña a favor del TLC es llegar al 38,80% de la población que según las encuestadoras conoce poco sobre el tema, e incluso al 34,90% que dice saber algo sobre el acuerdo.

Desde el lado del Gobierno, la campaña a favor del TLC, aunque millonaria (cuesta 700 000 dólares) es poco convincente, porque no explica nada, y lo peor de todo es que muestra como personaje principal al presidente Alfredo Palacio, que según la encuestadora Cedatos, de una aprobación a su gestión de 53% en abril de 2005, ha caído a 14% a fines de enero de 2006. Y cuya credibilidad “se ha deteriorado aún más, al caer de 51% en abril 2005 a 12% en marzo de este año, con una calificación a la gestión gubernamental que igualmente, en 9 meses, ha pasado de 46% que califica la ciudadanía como buena y muy buena, a 12% a fines del presente mes”.

Para 87% de los consultados por Datanalisis, la información del Gobierno sobre el TLC no ha sido suficiente; siendo ’intencional’ (solo propaganda y no explicación) para el 57,60%.

Los medios son parte importante en la estrategia de comunicación ideada por los técnicos de la USAID (Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional) que asesoran al equipo negociador de Ecuador. Ellos han cumplido bien su papel: ayudaron a vender la idea de que como se negociaría en bloque, junto a Colombia y Perú, las condiciones para obtener una buena negociación serían las mejores. Fuimos constatando cómo, poco a poco, ese supuesto bloque nunca fue tal, y que solo constituía un recurso para convencer a los pueblos de estos tres países de que lo que ocurría era una integración andina con los Estados Unidos. Encubrieron la mayor parte de las negociaciones, evitando informar sobre los problemas más graves que se trataban en las mesas.

Cuando ya el Ecuador estaba solo y sus negociaciones iban quedando rezagadas respecto a los otros dos países, comenzaron a exponer públicamente los temas más complejos de la negociación, mostrándolos como un asunto técnico, y en el cual el problema fundamental era lograr la mejor negociación posible, haciendo ver que en una negociación se deben hacer, necesariamente, concesiones.

Nos veíamos atrapados de pronto al no tener qué más ofrecer en la mesa de negociaciones, para perder menos. Colombia podía utilizar su carácter estratégico para el imperialismo en el impulso del Plan Colombia; y al final lo hizo. Entonces surgió la idea: ¡podemos meter en la negociación a la Base de Manta! Se comenzó a hablar de que Ecuador condicionaba la permanencia de los soldados norteamericanos en nuestro territorio, a mejores resultados en las negociaciones del TLC. Como es obvio, el imperialismo contraatacaba: “firmamos el TLC siempre que nos aseguren una mayor participación en el Plan Colombia”. Evidentemente, el resultado de este tira y afloja (más afloja que tira) lo constatamos en la frontera norte, con la invasión de nuestro territorio y espacio aéreo por parte de militares estadounidenses y colombianos en su combate a las fuerzas insurgentes del hermano país.

Hoy no solo nos exigen involucrarnos más en el Plan Colombia, sino también dejar impunes las ilegalidades de la transnacional petrolera Occidental, legitimando su presencia en nuestro país, después de que ha violado la ley, ha afectado económicamente al país y ha insultado la inteligencia y dignidad de los ecuatorianos.

En todo este tiempo se fueron armando una serie de argumentos “técnicos”, como aquel de que si bien podrían perjudicarse algunos sectores productivos, como el arrocero, otros se verían beneficiados, como el de las flores. En todo caso la información siempre se entregaba a cuenta gotas, descontextualizada y de manera sesgada.

Otra de las estrategias utilizadas era la del miedo a quedarse fuera. Manejaron esto como: “firmar un mal tratado es mejor que no firmar”. Comenzaron a aparecer cifras acerca de cuánto se verían afectadas las exportaciones ecuatorianas respecto a las colombianas si ellos firman y nosotros no. Cuántos empleos se perderían en sectores como el de las flores, que se verían seriamente afectados si no se firma el TLC.

Ahora estamos en la etapa de la “socialización de las negociaciones”. Programas extensos y de gran despliegue tecnológico y humano se arman para ganar razón acerca de los caminos asumidos por el Gobierno en las negociaciones.

A la hora de reportar sobre las protestas, paros y movilizaciones, los medios emiten toda clase de peyorizaciones y comentarios racistas. No es gratuita la indignación de los indígenas que metieron a la fuerza a un equipo de reporteros de Teleamazonas a las instalaciones de la Escuela Politécnica Nacional, para que constaten las condiciones en las que se desenvolvían y digan la verdad sobre ellos y su protesta.

Este escenario político-comunicacional, sin embargo, no ha impedido a los trabajadores y pueblos descubrir la realidad. Su confianza en las organizaciones populares, principalmente aglutinadas en la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador, y en el Frente Popular, ha hecho que se movilicen y asuman conciencia que esta no es una lucha simple, porque afecta a las grandes transnacionales norteamericanas, pero que hay que sostenerla hasta las últimas consecuencias. Son momentos de definiciones en la geopolítica del Ecuador, por ello el nivel de la protesta está -y debe estarlo- en un nuevo momento.