Yo soy un ciudadano más de este hermoso país, una persona hasta cierto punto rebelde, inquieta y deseosa de que todo lo que sucede en este país cambie, se componga, se arregle. Estoy conciente de que hay cosas muy difíciles, pero los escritores, los artistas en general, estamos obligados a poner un granito de arena para que se dé ese cambio”.

Con estas palabras se inicia una interesante conversación con un poeta que, aprovechando la simplicidad de las coplas populares, le da la vuelta al país en “clave de refundación”, porque considera que: “No solo lo acertado / inspira la inspiración / también lo desacertado / obliga a la exhumación”.

-¿Te dedicas a escribir o haces otras cosas?

 “Yo hago diseño gráfico, siempre he estado colaborando con la publicación de libros y revistas; mi inclinación por la literatura me llevó a ser miembro del taller literario “La Pequeña Lulupa”, en el que, además de las actividades literarias, contribuí con mis conocimientos para la diagramación y la edición de las revistas y libros que se publicaban”.

Como “tallerista” debes haber tenido contacto con jóvenes escritores que, después, se convirtieron en buenos poetas o relatistas, ¿puedes contarnos algo de esa experiencia?

 Tuve oportunidad de asistir a los talleres que se desarrollaban en la “Pequeña Lulupa” y conocí a gentes que después se destacaron, como Wilo Ruales, Alfredo Noriega, Pancho Torres, Diego Velasco, René Jurado, que eran los más activos y creadores del grupo; los talentos de todos ellos sembraron en mí la inquietud de decir, de expresar lo que está mal, pero las exigencias de la supervivencia me obligaron a cumplir únicamente mi función como diseñador gráfico; sin embargo, siempre se albergó en mí el deseo de decir, de expresar, de denunciar las cosas malas”.

¿Cómo escritor, además de este libro de coplas, ¿has publicado o has escrito algo más?

“Sí, algo sobre las cosas que me ha tocado vivir, algunos poemas. Lo que me sucedió con el libro “En clave de re”, del que estamos hablando, es que llegó un momento en que se juntaron tantos textos, que fue inevitablemente necesario que se los publicara; lo que encendió el deseo de lanzar todas mis ideas, todas mis inquietudes y lo que colmó mi paciencia, fue el famoso diez por ciento de Gutiérrez, entonces envié unas coplas a un programa radial y ahí las leyeron, eso me motivó a juntar todo lo que tenía y a publicarlo en forma de libro”.

¿Cómo escogiste los temas que constan en el libro, para criticarlos?

No los escogí, fueron cosas que me molestaban, las iban plasmando y de esa forma me iba desahogando un poco de esa impotencia que tienen los habitantes de este país, que no pueden hacer nada para cambiar las cosas; a veces llamaba a un canal de televisión para pedirle que, por favor, respeten un poco más al televidente y no le intoxiquen con tanto comercial, pero nunca tuve ninguna respuesta, es decir que estaba luchando contra la corriente. Ahora, ya una vez publicado el librito, lo he mandado a todos los medios de comunicación y ha habido muy poca respuesta de ellos, más bien he recibido correos de gente joven y de otras personas que han sabido apreciar la critica social que yo he hecho. Claro que tampoco esperaba que los medios se hicieran eco de lo que yo decía, mi función terminó el momento en que se publicó el librito, no hubo ningún lanzamiento ni nada: el día que salió puse los libros en mi maleta y los fui entregando a las personas que encontraba, primero a las amistades y lo que sí me parece curioso es que me ha tocado regalar a los que les debía vender y me ha tocado venderles a los que le debía regalar”...

“El problema no es de nombres tampoco de su cultura, ni siquiera de los hombres, lo caduco es su estructura”


 ¿Qué respuesta has tenido con este libro que, sin duda alguna, es una dura crítica social?

 ”Debo decirte que me he abierto algunos frentes, pero en pequeños detalles me he dado cuenta de que sí ha pegado, por ejemplo, envié el libro a un canal de televisión, le mandé varios ejemplares, porque a veces las cosas se quedan en manos del guardián o del portero y no llegan a quien tienen que llegar, un mes después de eso se dio un programa en base a las críticas de mi libro, sin mencionar la fuente, desde luego los temas que yo denuncio son muy conocidos, todo el mundo los sabe, pero nadie se atreve a decirlo, en ese programa se sacó un provecho comercial al asunto”.

-¿Después de este libro habrán otros?.

Si, estoy escribiendo un libro de cuentos, porque pienso que el verso no tiene la misma fuerza que tiene el cuento. Este libro aparecerá próximamente, con los mismos temas sociales; voy a seguir insistiendo en criticar a la televisión, a los medios de comunicación, que no combaten lo que está pasando en este país. Son temas simples, por ejemplo quién no ha tenido esa amarga experiencia de la mala atención médica en los hospitales públicos, las injusticias que se dan todos los días”.

“Mi país empobrecido, su cielo azul seductor, pueblo bueno, mal dormido, su bello nombre: Ecuador”


 Tu profesión es el diseño gráfico, ¿qué has hecho en ese campo?

 “Tengo más de treinta años de experiencia como diseñador gráfico, me inicié en el diario “El Comercio”, ahí el diseño se hacía pegando letra por letra; luego de trabajar ahí algunos años, al sentir que en el país no había la suficiente apertura y que no existía un lugar en donde poder capacitarse sobre mi profesión, salí del país con el afán de capacitarme. A mi regreso empecé a trabajar por mi cuenta en diseño gráfico y en la publicación de libros, especialmente de literatura de algunos escritores jóvenes. Ahora estoy trabajando en una serie que se inició ya con el aparecimiento del libro de cuentos de Ramiro Ordóñez titulado “Cinco mil mariconcitos” y los próximos que se publicarán son “Historietas del país de la mitad”, de Diego Velasco; “Humores Urbanos”, de Macarios Oviedo; “Poética del Humor”, de Fernando Andrade , y “Rosas y Chuquiraguas”, una novela de Patricio Palacios”.


 ¿La publicación de estos libros se la financian los autores?

 Sí ellos la financian y ese es el problema: hay mucho material que se debería difundir, pero los autores se topan con el problema de que no hay quien los publique, los del grupo LA.KBZUHELA, por ejemplo, son cinco escritores que, gracias a que se unieron, pudieron publicar sus libros y ellos mismos los están comercializando. La literatura en nuestro país siempre ha sido de las élites, porque el escritor que tiene capacidad imaginativa, por más buenos textos que tenga, si no se presenta a un concurso y gana, nadie lo reconoce, y si va a golpear las puertas de una editorial, la obra es cernida por tres o cuatro críticos que son los que determinan si el trabajo vale la pena; si es comercial lo aceptan y si no, lo rechazan, especialmente si es un libro de crítica social nunca lo aprueban”.