No era para menos. Doce, catorce y hasta dieciséis horas de trabajo diario. En muchos casos los obreros vivían al interior de las fábricas. Los niños eras mano de obra barata y también brindaban sus brazos. Los salarios eran mínimos y las desigualdades ostensibles. Los derechos estaban por reglamentarse.

Ademàs de trabajar, la humanidad soñaba con derecho a estudiar y descansar. El derecho a la pereza eraotro objetivo sensible y deseable. La técnica haría posible que las máquinas liberaran al ser humano de esas extensas jornadas de labor. Habría tiempo para compartir, contemplar, pensar, investigar, reflexionar, discutir y construir.

Entre 1917 y 1970 se impuso el sueño de los trabajadores. Su polítización y su expresión política autónoma lo hizo posible. Por una y otra parte se reconocieron los derechos. Los capitalistas, asustados por los logros de los obreros en la Unión Soviética concedieron derechos. Los tres ochos llegaron. Las jornadas de trabajo se reglamentaron, los salarios aumentaron, el descanso fue una realidad y también el estudio. Pero la guerra también demandaba unidad y los capitalistas cedieron.

Finalizada la guerra el Estado de Bienestar se impuso en los países centrales y en los periféricos continúo la lucha. Algunos propósitos se hicieron realidad pero otros quedaron en el papel. Muchos infantes siguieron vinculados al mundo del trabajo, familias enteras siguen laborando para poder medio sobrevivir, los salarioscontinúan siendo de miseria, el derecho al estudio y a la pereza se mantiene en el marco de los deseos.

Derrotado el socialismo real, sin el temor de un enemigo posible y con una nueva revoluciòn técnico científico en marcha, la contraofensiva no esperó. Los derechos se redujeron al papel. Los salarios se esfumaron. Las jornadas de trabajo se extendieron de nuevo. Los asociados son criminalizados, perseguidos y expulsados de las empresas. La inestabilidad laboral se hace pan de cada día. La técnica está pero no libera al ser humano del trabajo. Como si la película se hubiera devuelto millares recorren las calles -sin ninguna seguridad- en busca de algún pedazo de pan.

Aquí y allá, bajos salarios y largas jornadas de labor es característica común. Pocos se libran de tener que desempeñar dos trabajos en horarios complementarios, o de tener que emplear sus días de ocio para completar la renta de su hogar.
Pero hay más agravantes. La solidaridad no está a la orden del día. El miedo cunde y la capacidad decontrol se multiplica. Los trabajadores se enfrentan a viejos propósitos pero también a nuevos retos. El mayor desafío: saber relacionar los trabajadores formales con los informales. Ingeniar nuevas formas de organización y legitimar socialmente sus derechos y su organización gremial y social.

Como hace cien y más años, no será posible construir una sociedad más humana, solidaria e igualitaria, si los trabajadores no se unen y potencian toda su imaginación y voluntad a favor de toda la sociedad. Su politización y expresión política autónoma esta de nuevo a la orden del día.

Este primero de mayo, hay que leer en la historia para reconocer lo que hemos perdido y los retos a los cuales estamos afrontados.