En estricto orden cronológico, habría que anotar dos antecedentes previos al “Primer grito de Independencia” del 10 de Agosto de 1809, realizado en Quito Luz de América. El primero nos remite a Haití y al 28 de octubre de 1790, fecha en que un grupo de 350 mulatos liderados por Vincent Ogé y Chavannes, se manifestaron frente a la Asamblea de Port-au-Prince exigiendo iguales derechos para mulatos y negros. El 4 de abril de 1792 la Asamblea Nacional Francesa decidió otorgar la ciudadanía a los hombres libres de color.

El segundo antecedente es el 16 de julio de 1809, en que patriotas bolivianos en la Paz-Bolivia, encabezados por Pedro Domingo Murillo tomaron el cuartel de Veteranos, donde pidieron Cabildo Abierto y depusieron al gobernador Tadeo Dávila y al obispo Remigio de la Santa y Ortega.

En lo que hoy se conoce como República del Ecuador, al 10 de Agosto de 1809, tendría su origen en el 9 de junio de 1547, fecha en que Pedro Puelles, un español aliado a Pizarro fue condenado a morir fusilado por La Gasca por el delito de haber declarado: “Esta joven América debería independizarse de España ya que la corona nada hace a su favor”. El 13 de Julio de 1592, el pueblo se negó a pagar un nuevo impuesto y se produjo una revuelta que se conocería como “La Revolución de las alcabalas”. El 22 de Mayo de 1765, al grito de: “mueran los chapetones”, el pueblo se reveló por el estanco de aguardiente y asaltó la casa de la Real Audiencia.

El indio Luis Chusig, más conocido como Eugenio de San Cruz y Espejo lanzó sus ideas emancipatorias en el periódico “Primicias de a Cultura de Quito”. Como es de suponer a los conquistadores españoles no les agradó y lo confinaron a la cárcel donde murió en Diciembre de 1795. Así llegamos a la noche del 9 de agosto de 1809 en que reunidas la tres Manuelas: Manuela Cañizares, Manuela Saenz y Manuela Espejo junto a Juan Pío Montúfar, el Marqués de Selva Alegre, Juan de Salinas, el Obispo Dr. José Cuero y Caicedo, Juan de Dios Morales, Juan Larrea, Manuel Quiroga, etc, quisieron deponer del poder al Conde Ruiz de Castilla quien en respuesta pidió auxilio a las tropas de Lima y Santa Fé. Despúes de un año, 2 de Agosto de 1810, los patriotas fueron masacrados por las bayonetas de los realistas en el Cuartel de la Real Audiencia de Quito.

Pero las ideas de libertad estaban en marcha, y tres venezolanos: Letamendi, Urdaneta y Febres, provenientes del Perú llegaron a la Perla de Pacífico para independizar a Guayaquil el 9 de Octubre de 1820 con la pretensión de separarse del gobierno de Quito, (empezaba el regionalismo) y hacer flamear la bandera de las barras blanquicelestes. En Cuenca, otro forastero de origen chileno José Vargas de Noboa pretendió erigir la República del Azuay y hasta hoy cada 3 de Noviembre de 1822 se lo recuerda. Por orden del Mariscal Lamar le fusilaron en Lima.

Así llegamos al 24 de Mayo de 1822 a la Batalla de Pichincha donde por fin nos independizamos del yugo español y donde Abdón Calderón, llamado por los historiadores de la burguesía, el héroe niño, al quedarse cuadripléjico dizque enarboló la bandera tricolor con la boca. Lo que no registran los libros de Historia es que este héroe de papel murió con desintería en el Hospital San Juan de Dios.

Por gritos de independencia e insurrecciones no ha faltado en el Ecuador ¿Será que realmente nos hemos independizado? Sin negar el valor histórico del 10 del Agosto de 1809 y las sucesivas sublevaciones de las cuales han sido actores las clases pobres: indígenas, montubios, negros, campesinos, y obreros cuyo protagonismo nunca ha registrado los historiadores de la burguesía.

Lo que ha ocurrido en el Ecuador durante 200 años es que únicamente se ha cambiado de capataces y mayorales. Más antes mandaban los españoles nobles de sangre azul, los criollos mestizos hijos de españoles nacidos en América, después los terratenientes, la plutocracia, la oligarquía agroexportadora, la oligarquía empresarial y la bancocracia, que engendró la burguesía servil y entreguista al imperialismo norteamericano.

Es necesario recoger este importante episodio histórico como un legado de la lucha de los pueblos por su emancipación para continuar luchando por la definitiva liberación de los trabajadores y los pueblos, por la construcción de una patria auténticamente soberana y por la sociedad de los trabajadores, por el socialismo.