Walter Acosta, dramaturgo y director de teatro nos brinda un fragmento del primer acto de su obra El Escorpión y la Comadreja. Actualmente vive en Europa, Suiza. © Foto Agencia IPI

¿Cómo se inspiró para escribir e imaginar esta obra?

Esta obra se escribió en el año 2000, muy pocos días antes que Pinochet, sin que nadie lo sepa en ese momento, fuera liberado por la decisión del ministro británico. En aquel entonces, hacía tiempo que venía rondando en mi cabeza, la idea de escribir una obra sobre Pinochet en Londres. Pero una obra que fuera más allá de Pinochet, o sea que fuera una reflexión general sobre la dictadura, sobre la posición que se encuentran los dictadores aun cuando ya pierden aparentemente su poder.

El tema principal de esta obra, es de que, los dictadores, aun cuando ya no tienen más poder, siguen pensando que tienen razón, que tuvieron razón, y que seguirán teniendo razón. Y eso me parece a mí un drama enorme, no sólo para la América latina que lo vivió, sino para todas las dictaduras del mundo.

El libro

¿Por qué el nombre de «El escorpión y la comadreja»?

La obra se llamaba «Dementia Senilis» en latín y todavía hay amigos que me insisten que ese era el mejor título. Pero un día, no me acuerdo porque motivo, estaba consultando el diccionario de la academia de lengua española y me encuentro con la palabra escorpión. Escorpión tiene varias acepciones según la academia. Una de ellas es la del animal que conocemos, que atrapa su víctima con la cola y que la mata, pero otra, es de que hay un instrumento antiguo, de tortura, que utilizaban los tiranos para matar a los cristianos. ¡Yo nunca supe eso! Y eso fue una especie de revelación para mí.

Que imagen más adecuada para este personaje, personaje que no se llama Pinochet en mi obra, sino General, dicho sea de paso. Aunque todas las circunstancias de su historia coincidan con lo que pasó en Londres. Y después de haber encontrado esa metáfora del escorpión, me puse a pensar quien podría mejor representar a la Baronesa, que es la co-protagonista de mi obra. Y otra vez el diccionario me va ayudar porque encontré ahí mismo la palabra «Comadreja».

Este animal asalta los nidos de otras aves, rompe los huevos y mata a las crías y esto es una metáfora bastante justa, yo creo, porque a mí me toco vivir toda la época del thatcherismo en Inglaterra, justo hoy cuando se cumple veinte años de la guerra de las Malvinas o del Atlántico Sur como le llamaban los ingleses. Donde la protagonista máxima es la señora Margaret Thatcher, y encontré que la «Comadreja» era el símbolo adecuado para esta Baronesa.

Por todo lo que había pasado durante aquel régimen que ella condujo. Una de las tantas cosas, por así nombrar, ya que hice el símil con el animal, fue que la Thatcher derogó aquella ley que había de la gota o vaso de leche para los niños y el desmantelamiento total del sistema de salud público, del cual los británicos están aún sufriendo las consecuencias. De ahí salió el escorpión y la comadreja.

¿Qué países han presentado su obra en Europa?

La única oportunidad que he tenido, del año 2000 hasta ahora que mi obra sea aceptada por un teatro, fue en Suiza, pero el proyecto se vio frustrado precisamente porque el director de ese teatro no quería que yo autor sea quien montara el estreno mundial. No he podido hasta hoy dirigir mi obra, hay un problema y yo creo que sólo pude decir el 50% de lo que quise decir, el otro 50% está en lo que yo tengo que decir como director que soy.

Una vez que se haga el estreno mundial, a mí no me molestará que la obra siga por su camino, camino que debe de seguir toda obra teatral. Pero si yo tengo un cuadro a medio pintar, no puedo permitir que otra persona venga a terminar de pintar ese cuadro. Y de ahí mi insistencia para que el estreno mundial, mientras que yo viva, tendré que ser yo.

¿Y en América latina?

En Montevideo y Buenos Aires y en ambos casos, salí defraudado por razones diversas. No se quiso aceptar el proyecto. Y en esto hay algo que es muy latinoamericano. No es que no hubiera discrepancias ideológicas respecto al tema de la obra, ahí todo el mundo está de acuerdo con el tema de la dictadura y la denuncia de los verdugos, (...) pero el problema es que hay intereses geográficos que determinan la oportunidad o no de hacer una obra. Y aunque la gente esté de acuerdo con la obra tal vez no sea el momento de presentarla. Yo no estoy de acuerdo con esta interpretación, pero así ha sido.

El Escorpión y la Comadreja

FRAGMENTO DEL PRIMER ACTO,
OBRA DE WALTER ACOSTA
Premio Casas de las Américas 2001

(Los tres DOCTORES quedan en actitud hierática durante varios segundos en medio de un silencio sepulcral, sólo quebrado por el pulso electrónico omnipresente que proviene de la pantalla de un monitor.

Luego, por el rabillo del ojo, los DOCTORES comienzan a advertir con inquietud, un movimiento casi imperceptible de la sábana que cubrió todo el tiempo al paciente.

El GENERAL abre sus ojos. Es una mirada angulosa y esquiva. Un redoblante comienza a sonar in crescendo y a partir de ese momento, la acción se desencadena a ritmo vertiginoso con fuerte tono surrealista.

Dotado de una fuerza insospechada y con la agilidad digna de una persona mucho más joven, el GENERAL ejecuta varias maniobras poco menos que simultáneas: echa violentamente a un lado la sábana, pega un salto y queda parado en la cama -viéndose por primera vez que viste su mejor uniforme y condecoraciones; se arranca brutalmente la sonda intravenosa del suero que tenía asegurada a su mano izquierda con cinta adhesiva, y arroja al suelo el gorro «carcelario» con una especie de alarido feroz y una fuerte palabra chilena).

General. ¡¡¡ CHUCHAAAAA!!!

(Gran golpe de gong chino y corte abrupto del redoblante. Los DOCTORES quedan más paralizados de lo que ya estaban. Al escuchar el alarido, sobrecogidos de terror y con idéntico gesto, abren sus carpetas y se parapetan detrás de ellas como si les estuvieran apedreando.

El GENERAL salta de la cama al suelo. Llega hasta la silla de ruedas donde coge de un zarpazo la gorra galardonada y se la encasqueta hasta las orejas. Al tiempo que se sienta, pone el bastón entre sus piernas y valiéndose de ambas manos, acciona la silla para arremeter contra los DOCTORES)

¡¡A callar...!! ¡¡Cabrones!!
¡Esas son patrañas, puras mentiras! ¿Demencia, yo? ¡¿Senil, yo?!

(Carcajada desaforada como en las mejores películas de terror de Hammer Films. En medio de los abundantes bastonazos que propina el GENERAL a diestra y siniestra, el DOCTOR A se las ingenia para saltar por encima de la cama y refugiarse al otro costado. El GENERAL reacciona de inmediato, vira bruscamente la silla de ruedas y se abalanza para perseguirlo).

¡Ven aquí, concha de tu madre! ¡Bolchevique!

(El momento lo aprovechan los DOCTORES B y C para intentar una escapada por su lado. El GENERAL de inmediato frena su arremetida y gira en seco, esgrimiendo el bastón con gesto amenazante y tono cuartelero)

¡¡Alto o disparo!!

(Los DOCTORES B y C se detienen)

Doctor B (desternillándose de risa). Pero... pero mi general... ¿qué huevadas está usted diciendo ahorita pues?

(El GENERAL, inmovilizando su gesto, parece no comprender nada. Está completamente desconcertado).

General. ¿Cómo?

Doctor C (también desternillándose de risa). ¡El bastón, mi general! ¡Es un bas-tóooon...!

General. (Deja caer el bastón al suelo un segundo más tarde como si le quemara las manos). ¡Carajo!

(Relajados y hasta divertidos, los DOCTORES B y C prosiguen su "fuga" pero sin prisa. El GENERAL recoge de inmediato el bastón).

¡¡Alto les dije!! Aunque esta mierda sea un bastón y no un fusil, igual me va a servir, ¿me oyeron bien, chupamedias? ¡Les romperé las costillas! O es que ya se olvidaron lo que dijo mi mujer cuando acabamos de una vez por todas con el marxista ése que se convirtió en Presidente gracias a la generosidad de nuestro sistema democrático, ¿eh? Hasta le ofrecimos un avión para que se fuera del país, pero el muy testarudo ni siquiera eso aceptó. ¡Ah, cuánta razón tenía mi mujer! "Cuidado con mi marido", dijo. "Tiene la mano muy dura". (Sonríe complacido). Eso dijo. La mano muy dura.

(A partir de este momento, hay un cambio progresivo en el tono cada vez más amenazante del GENERAL, cuya verdadera personalidad demagógica y dictatorial comienza a manifestarse en sus aspectos más tenebrosos). En fin... (Maniobra la silla para ubicarse sin premura al centro del escenario pero de espaldas al público. Es dueño absoluto de la escena. Por momentos, y con extrema pericia, desplazará la silla lateralmente o avanzará encimándose sobre los DOCTORES. La silla estará en una especie de movimiento constante, lo cual aumenta el nerviosismo de los DOCTORES).

Conque -según ustedes, cagones- yo padezco "demencia senil" ¿eh? ¿Cómo fue que ... que dijeron en latín?

(Silencio. Los tres DOCTORES se miran)

¡Contesten... que yo también fui monaguillo, carajo!

Doctor B (con tono resignado). Okey.

Doctores (a coro). ¡¡Dementia senilis!!

General. No, no. Había más. Vamos... ¡canten, pendejos!

Doctores. Galopantibus.

General. Eso es. "Galopantibus". Así está mejor. (Observa una pausa bien premeditada y luego enarbola el bastón para descargarlo varias veces sobre el suelo en un arranque de histeria desaforada). ¡¡Cuando las ranas críen pelos, sacristanes de Lenin!! ¿¡Me oyeron, rotos de mierda?!

Doctores (otra vez a coro). ¡Era una broma, mi General!

General. ¿Broma? ¡Todos ustedes son de la misma calaña! Los conozco bien. (Enumeración de ritmo frenético). Pendencieros. Carroña. Bazofia. Esperpentos. Izquierdistas vendidos al oro de Moscú. Revolucionarios de pacotilla. Subversivos que se dan la pichicata ... ¡y quieren asesinar a mi amigo el Papa, santo varón! (Pausa). Vamos a ver: ¿cuántos dólares les pagaron para firmar este veredicto, eh? Porque por la plata baila el mono, ¿verdad? ¿Diez mil? ¿Veinte mil? ¡Cuánto, díganlo! ¿Cincuenta mil? Díganlo, canallas, que yo no les cobraré comisión, estén seguros. (Pausa).

(El DOCTOR B se decide a hablar timoratamente en nombre propio y de sus colegas, pero el General ya está en otra cosa y lo deja con la boca abierta).

¡Si serán cretinos! ¿Cómo se les ocurre que yo pueda prestarme a la burda patraña de actuar como un viejo reblandecido, enclenque y cagón...¿eh? ... para evitar un juicio cuando no me siento culpable de NADAAA... ¿ehhhh? (Pausa). Yo no tengo nada que reprocharme ¡sino todo lo contrario! Soy i-no-cen-te, ¡¿oyeron, espantapájaros?! Lo diré setenta veces siete, si fuera necesario. Como en la Biblia. ¿Ustedes se creen que mis oficiales y camaradas de armas se cruzarán de brazos ante esta farsa? Ustedes deben estar totalmente locos. Eso sí: les aconsejo una sola cosa. ¡Tengan mucho, pero MUCHO cuidado... porque la historia puede repetirse! En mi tiempo... ¡las puertas de los cuarteles jamás estuvieron cerradas con llave! ¡¡JA-MAAAS!! (Machacando las palabras). ¡Y es bien posible que un día u otro se vuelvan a abrir para que el ejército restablezca el orden y combata el caos como corresponde! (Pausa).

Doctor A. General...

General. Yo soy inocente. I-NO-CEN-TE ... ¿entendieron? (Gran silencio). ¡Fui yo quien salvó a mi país del marxismo leninismo y de la gran mentira! Fueron ellos los que hipotecaron el país. Y había un sólo camino: aplastarlos con todo el peso de la ley. Como a las cucarachas. (Comienza la desmesura total). ¡Y yo fui la ley! ¡¡Yo!! ¡¡Yo!! Yo lo salvé del yugo marxista... del cáncer marxista... (Agrega con placer brutal). ¡¡y fui YO, yo quien lo arrancó de cuajo!! ¿Cómo quieren ustedes ahora que me declare culpable en esta farsa? ¿Culpable de qué? Aquí me tienen encerrado. Como a un perro. Secuestrado. ¡No importa! En España, en Bélgica, en Suiza, ellos me esperan con los brazos abiertos y los cuchillos bien afilados. ¡NO IMPORTA, ca-ra-jo!

(El GENERAL se yergue y abandona la silla en pleno paroxismo. Esgrime en alto el bastón y su figura física se agiganta monstruosamente. Está de frente al público).

Si tengo que morir aquí... así será. En el exilio. Como el héroe de mi patria. ¿Pero culpable...? Culpable, no, ¿me oyeron? ¡¡Culpable no!! (Totalmente fuera de sí). ¡EN LA PUTA VIDA!

© Walter Acosta, dramaturgo uruguayo.

PROYECTOS PARA EL FUTURO

Viajo a Rusia para terminar una trilogía sobre el tema teatro y sociedad, de la cual ya llevo escrita dos obras, la primera fue dedicada al francés Diderot y la paradoja del comediante. La segunda fue dedicada a un gran autor uruguayo que murió loco, Pablo Podesta, y la tercera estará dedicada a la vida y obra de Meyerhold, el gran director de teatro ruso, que junto con Maiakovsky marcó una revolución en el siglo veinte. Meyerhold lamentablemente fue fusilado en 1940 a pesar de haber sido un adepto y defensor de la revolución rusa. Como miles de miles de personas cayó en la redada y fue una de las tantas víctimas. Estoy escribiendo y terminando mi trilogía con su vida, su obra y estoy deseando llegar a Moscú, para tomar contacto con lo que todavía queda de Meyerhold, y lo mucho que me puedan decir personas que lo conocieron personalmente, que están aún vivas y que saben mucho de su historia.

El Escorpión y la Comadreja

El Escorpión y la Comadreja muestra un elevado nivel dramático del oficio en el tratamiento de una temática contemporánea polémica y difícil. Walter Acosta, como un cirujano frío y preciso, recoge eventos y personajes ubicados en la cresta del acontecer humano y los dota de una teatralidad mordaz que lleva a esta obra, más allá de las evidencias documentales o el dolor de la memoria testimonial, a ubicarse en una dimensión escénica donde la ironía, e incluso lo grotesco, desnudan el aparente blindaje de lo que fue un poder omnipotente.

Walter Acosta (Uruguay, 1935)

Dramaturgo. En 1957 integró el elenco de teatro El Galpón y, más tarde, fundó la compañia Los Comediantes. En 1967 se radicó en Londrés, donde fue director independiente de teatro. Trabajó por más de dos décadas para el departamento de drama de la BBC y dirigió a distinguidos actores ingleses como John Gielgud, Trevor Howard, Kenneth Brannagh y Julie Christie. En Inglaterra realizó las puestas en escena de obras latinoamericanas.