En su libro Un espía en el siglo
Ediciones Plon, Melnik detalla las
peripecias de los servicios secretos
franceses. Ha publicado varios
escritos con la misma óptica.

Durante la guerra de Argelia, afirmó un alto responsable francés de la época, París ordenaba el asesinato de sus opositores extranjeros.
Constantin Melnik no puede guardarlo más en su conciencia y tiene esa imperiosa necesidad de contarlo todo para calmarse.

Agente de los servicios secretos franceses en la época del primer ministro Michel Debré. Debré era un "gaulliste", esto quiere decir que era del partido del famoso general De Gaulle, héroe de la Segunda Guerra Mundial en Francia. De Gaulle fue quien otorgó la independencia a Argelia, antigua colonia francesa, después de muchos cálculos y de evaluar la imposibilidad de guardar a Argelia como colonia francesa.

Melnik toca una página tabú de la historia de su país, manchada de sangre y nunca reconocida oficialmente por Francia.

Entre 1959 y 1962, en plena Guerra de Argelia, el gobierno francés formó un comando compuesto de mil paracaidistas altamente entrenados, una increíble máquina de matar, la cual eliminó cientos de jefes independentistas, abogados y traficantes de armas, confiesa Melnik.

También declaró en la revista parisina "Le Nouvel Observateur" (El Nuevo Observador) que "ni la CIA, ni el Mossad, ni la KGB disponían de un grupo de elite tan vasto y apto, capaz de cometer numerosos asesinatos en el extranjero."

La primera etapa consistía en escoger las personalidades a asesinar. Un comité Ad Hoc compuesto por Melnik, Debré y un encargado del general De Gaulle redactaban una lista con los nombres de las futuras víctimas. Las marcadas con una cruz eran las próximas inmediatas. Melnik se encargaba después de transmitirla al jefe de los servicios secretos para su ejecución.

La modalidad utilizada eran las misiones secretas, donde se empleaba frecuentemente los coches bomba, el asesinato efectuado por agentes, que armados de pistolas y ametralladoras cumplían las ordenes. Incluso el hundimiento de barcos transportando armas para los independentistas argelinos. Estas operaciones se contaban en cientos de operaciones comando.

Melnik recuerda entre otros el asesinato de Aït Ahcene jefe del Frente de Liberación Nacional para la independencia de Argelia en Bonn - Alemania, así como el asesinato del traficante de armas Marcel Leopold en Ginebra - Suiza, ambos en 1959.
Afirmó que durante el sólo año 1960, 135 personas fueron asesinadas por operaciones similares.

Una vez, se quiso eliminar a un abogado parisino, pero el jefe del espionaje francés se opuso, la idea no era matar franceses.
Algunas operaciones fueron un fracaso, como el atentado en Roma, donde falleció un niño que fue a recoger su pelota en donde se encontraba el coche bomba.
Para engañar a la opinión pública mundial y mostrar que Francia era inocente y no tenía nada que ver con tales crímenes, los servicios secretos franceses los hacían revindicar por misteriosas organizaciones terroristas, y engañar de esta manera a su opinión pública y la internacional, concluye Melnik.