SECRETARIO POWELL: Muchas gracias señoras y señores.

Muchas gracias y bienvenidos al Departamento de Estado, al salón Ben
Franklin, en esta ocasión de gran significado.

Para mí es un gran placer poder investir, finalmente, a un secretario
de Estado adjunto para Asuntos del Hemisferio Occidental.

Permítanme presentar un saludo cordial a las distinguidas damas y
caballeros que se han unido a nosotros hoy. Su presencia demuestra la
importancia de la ocasión. Todos los miembros del cuerpo diplomático
del Hemisferio Occidental aquí presentes, nuestros distinguidos
secretario general y secretario general adjunto (de la Organización de
los Estados Americanos), los miembros del Congreso ante quienes hace
apenas una hora hice declaraciones.

Y nuestro distinguido secretario Mel Martínez (de Vivienda y
Desarrollo Urbano), quien realiza una gran labor, y es un placer
especial tener aquí a mi viejo amigo Bob Dole.

Ileana Ros Lehtienen está aquí y podría contarles un chiste sobre ella
y yo, pero no lo haré. No quiero causar problemas a ninguno de los
dos.

Amigos: la razón por la cual ustedes se encuentran aquí y por la cual
nos hemos reunido es que todos en este salón reconocen que no hay
región en la tierra que sea más importante para el pueblo
estadounidense que el Hemisferio Occidental.

Es nuestra casa. Es nuestro vecindario y estamos unidos a nuestros
vecinos por los vínculos más profundos, vínculos de familia, vínculos
de negocios, vínculos de cultura. Hablo por experiencia, ciertamente,
como hijo de inmigrantes jamaiquinos que creció en un vecindario del
Bronx. Ellos llegaron al Bronx desde Jamaica en busca de una vida
mejor, de la misma manera que muchas de vuestras familias lo hicieron
en épocas pasadas.

En el vecindario en que crecí tenía amigos como Víctor Ramírez y Manny
García y muchos otros que representan la riqueza de este hemisferio en
que vivimos.

El Hemisferio Occidental es clave de nuestra democracia, nuestra
seguridad y nuestra prosperidad. Mientras uno de nuestros hermanos o
hermanas en este vecindario termine el día hambriento, atemorizado o
sin esperanzas, todos nosotros corremos el riesgo de sentir hambre,
temor y desesperación.

No necesito decirle a Roger Noriega esta verdad fundamental. Ya la
conoce profundamente en carne viva desde los años de su educación como
nieto de inmigrantes mexicanos. Ya la conoce desde su época en el
Capitolio, donde se desempeñó con distinción como miembro del personal
de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado y en la Comisión de
Relaciones Internacionales de la Cámara de Representantes. Roger
Noriega ya sabe la importancia de este hemisferio por su experiencia
durante los dos años como líder de nuestra misión ante la Organización
de los Estados Americanos, donde las naciones de nuestro hemisferio se
esfuerzan unidas cada día por llevar la esperanza al corazón de
nuestros pueblos.

Roger dirigió nuestra misión en la OEA en una época de peligro, en una
época de promesa. Durante su guardia, nosotros y nuestros socios
aprobamos la Carta Democrática Interamericana, un compromiso audaz de
promover y defender la democracia en nuestro hemisferio.

De hecho, en la mañana fatídica del 11 de septiembre de 2001, Roger
estaba conmigo en Lima, Perú, en la reunión ministerial que había sido
convocada para aprobar la Carta.

Después de recibir la noticia de las bombas y que yo hube de regresar
a Washington, fue Roger quien firmó este documento histórico en nombre
de los Estados Unidos de América. Era como debía ser, ya que Roger
había hecho tanto por lograr que la Carta fuera una realidad.

Durante la dirección de Roger de nuestra misión en la OEA, también
negociamos y firmamos la Convención Interamericana contra el
Terrorismo, con el fin de ayudarnos a aprestarnos para enfrentar la
amenaza del terrorismo, que ahora ocupa una gran parte de nuestros
noticiarios y de nuestras mentes.

Además, Roger trabajó en la OEA para promover soluciones democráticas
a los atolladeros políticos en Venezuela y en Haití. Fue también un
partidario entusiasta y eficaz de las medidas para fortalecer el
respeto a los derechos humanos y de las medidas para reforzar la
educación de nuestros jóvenes.

Como secretario adjunto Roger no continúa simplemente donde dejó su
labor en la OEA. Encabeza un grupo idóneo y dedicado de unas 9.000
personas esparcidas en más de 60 misiones en 34 países, además de su
personal aquí en el departamento en Washington.

Sé que Roger será una inspiración para que este equipo trabaje
fuertemente unido para consolidar una comunidad hemisférica de socios
que comparten compromisos comunes de seguridad, democracia y
crecimiento económico de base amplia.

Todas nuestras aspiraciones descansan en la seguridad de nuestro
hemisferio. Ello coloca a Roger en la línea del frente en la guerra
mundial contra el terrorismo y trabaja con nuestros socios para hacer
de nuestra región una zona libre de terrorismo. Al mismo tiempo, Roger
está a la cabeza de la lucha para asegurar las fronteras de la región
contra actividades delictivas como el tráfico de armas, de drogas y,
especialmente, la trata de personas.

Dentro de un hemisferio seguro los pueblos pueden ser libres para
disfrutar de los frutos de la democracia. Nosotros y nuestros vecinos
partimos de un consenso sobre el valor de la democracia. La Carta
Democrática estipula que los pueblos de las Américas tienen derecho a
la democracia y que sus gobiernos tienen la obligación de promoverla y
defenderla.

Todos los países del hemisferio firmaron esta promesa solemne,
excepto, como todos lo sabemos, la Cuba de Castro. Sin embargo,
también sabemos que llegará el día en que el pueblo cubano disfrutará
igualmente de la luz de la democracia.

Roger y su equipo están empeñados en cumplir el compromiso del
presidente Bush con el pueblo cubano de que éste florecerá bajo un
nuevo sistema que garantice su libertad y el respeto de sus derechos y
estimule su prosperidad. Puesto que la prosperidad debe apuntalar la
democracia, Roger hará lo que le corresponde para ayudar a generar un
crecimiento económico sostenido, mediante la promoción de reformas
bien concebidas de comercio, inversión y fiscales.

Los países de este hemisferio forman un mercado vasto de más de 800
millones de personas que producen cerca de 14 billones de dólares en
bienes y servicios anualmente. Para ayudar a ampliar este mercado y
asegurarnos de que todos los ciudadanos disfruten de sus beneficios,
el presidente Bush otorga alta prioridad a la conclusión del acuerdo
sobre el Area de Libre Comercio de las Américas. Este acuerdo, junto
con otros acuerdos comerciales concluidos y en negociación, promoverá
la inversión en el comercio, lo cual impulsa la democracia y la
estabilidad política en la región.

Podemos combatir el terrorismo y el tráfico. Podemos luchar contra las
enfermedades. Podemos fortalecer nuestros vínculos humanos. Podemos
ampliar el comercio. Sin embargo, ninguno de nuestros esfuerzos será
suficiente si los ciudadanos, hombres y mujeres, no tienen confianza
en su democracia y en sus perspectivas de un futuro mejor.

A Roger y a mí, y a muchos de los que están aquí presentes hoy, nos
preocupa que todavía haya un descontento persistente entre los pueblos
de nuestras democracias en este vecindario en que vivimos. Hay un
nivel de descontento con la calidad de su democracia y los resultados
de las reformas económicas. ¿Ha hecho más grata la vida de todos? ¿Es
la democracia un sistema que realmente funciona?

Ese sentimiento es, en parte, una medida de cuánto ha avanzado nuestro
hemisferio política y económicamente en años recientes. El progreso de
la región ha aumentado las expectativas de más progreso, de buenos
gobiernos y de una prosperidad más amplia.

Mujeres y hombres han hecho sacrificios y desean ver los resultados en
sus bolsillos, en su paga global, en sus mesas electorales pero, por
encima de todo, en sus hogares, reflejados en su capacidad para
proveer el sustento de la familia, para darle un techo y ver que sus
hijos tienen un futuro mejor que el propio, ver que tendrán mayores
oportunidades en sus vidas.

Sin embargo, con demasiada frecuencia todavía sufren de gobiernos
débiles y de instituciones ineficaces. En demasiados lugares el
régimen de derecho y los derechos sobre los bienes se reconocen
principalmente por su violación. No se educa a los niños para el
empleo en la era de la mundialización o para el papel de ciudadanos en
una democracia.

En muchos países en nuestro hemisferio los servicios de salud fallan.
La corrupción todavía roe la médula de la democracia. El estancamiento
económico e incluso un profundo receso retardan el desarrollo.

La tarea difícil ante los gobiernos de la región es clara. Tienen que
satisfacer la expectativa justa de sus pueblos de un futuro mejor. Eso
es lo que ha prometido la democracia. Tienen que llevar hasta su
conclusión las reformas políticas, institucionales y económicas, a
pesar de lo difícil que pueda ser recorrer ese camino.

Nuestra tarea difícil es también clara. Tenemos que apoyar sus
esfuerzos. Los problemas son difíciles, pero pueden solucionarse. Los
años venideros pueden y deben ser una época de progreso.

Amigos, nuestros objetivos para el Hemisferio Occidental nacen de las
aspiraciones de nuestros pueblos. Buscamos socios económicos
florecientes que sean democráticos, estables y prósperos. Queremos
fronteras seguras y vecinos que colaboren y esperamos crear una
comunidad de naciones que trabaje unida por el avance de nuestros
valores comunes.

Roger, sencilla y simplemente ésas son sus órdenes de movilización. La
orden es aproximar esta visión a su realización y déjeme saber cuando
la haya concluido.

Roger, puedo asegurarle que no estará solo en esta tarea. Tendrá el
apoyo total de todos sus colegas en este departamento, tendrá el apoyo
total de cada uno de los aquí presentes hoy y de tantos más que han
seguido su carrera con admiración a través de los años.

Además, y desde luego, tendrá todo el apoyo del presidente de Estados
Unidos y, por encima de todo, Roger, usted se encamina en esta nueva
misión, en esta nueva empresa difícil con el agradecimiento del pueblo
estadounidense por su disposición a prestar sus servicios y, asimismo,
con todo su apoyo.

Así que, mi buen amigo, si ya está preparado, yo estoy listo para
tomarle juramento, en nombre del pueblo estadounidense, del cargo de
secretario de Estado adjunto para Asuntos del Hemisferio Occidental.
¿Listo?