El hecho de indicar a los textos poéticos de Humberto Quino con el término maniqueo de contraliteratura es expulsar e incluso suspender en la expurgación uno de los trabajos más empeñosos de nuestra literatura. Y más, es incluso suponer que los mismos se inscriben centralmente dentro del receptáculo político-social de la anarquía, por el único motivo de que altera y perturba -desde sus primeros escritos- el aparente orden intelectual de las palestras oficiales: el panegirismo crítico y la panoplia academicista. Desde ya, esta relación opositiva con estas funciones e instituciones abre otro receptáculo: querella, diatriba, escándalo, etc.

Sin embargo, la reacción de Quino Márquez habría que observarla desde otra instancia de intelección, puesto que la suya (su manifiesta estética o poética) es una desmitificación de los ideologemas patriarcales y señoriales, que secularmente se han adherido a la cultura del país. Señorío cultural que ha transformado a los textos literarios en una suerte de posesiones privativas, sólo valorables desde la ética de una intachable versificación y cortedad luminosas, e incluso desde una imborrable agudeza moral.

La alegoría exasperante y obscena que configura sus primeros textos es el empeño escatológico de querer revivificar una lengua no aterida en la doxa pública (si por ésta se entiende el lenguaje particular en que se comunican los elitistas del Parnaso boliviano); pero emergente en los fueros exteriores de la misma. Ahí donde la semilla nihilista de este poeta es vista y sentida como negación de todo principio religioso, político y social. Así, tal vez, algunas obras poéticas de Humberto Quino Márquez son verdaderos pasquines poéticos contra una autoridad oficial: la literatura inspirada, elegante, armónica y almibarada del último siglo y principios de éste.

En esa línea, su poesía es una suerte de romanticismo humanizante que acaso arraigada en la peculiar concepción de Nicanor Parra e incluso Carlos Germán Belli (no en su retórica) ansía a través de los recursos de la "la mixtificación, el humor negro, la irreverencia, incluso contra sí misma", una suerte de profanación colectiva de las instituciones y funciones culturales de la ciudad. Al delinear o privilegiar las transgresiones de los tabúes sexuales, el poeta genera una novedosa estrategia verbal contra las creencias y tradiciones puritanas de la urbe y lo acerca virtualmente a la estética del poeta medieval Francois Villon. Esta reacción que es posiblemente otra religión, otra estética, otra política, otra sociedad, lo coloca dentro de una nueva traducción del romanticismo. La suya es una palestra poética en la que converge la energía humana del cuerpo: el coraje de decirlo todo en el momento oportuno o por medio del azar. Tal vez una comedia: el bufón que intenta educar al rey, a la corte, al prelado y a la gleba a través de la broma satírica y la sentencia cruel. Tal vez una tragedia: el condenado arcángel que aboga ante sí mismo, de su agonía espiritual.

Por todo esto, quizás su poética es otra predicación y herejía de la recurrencia barroca, pues su lenguaje es una renovación y revolución muy particulares de nuestro lenguaje por medio del humor y la jarana, la carcajada gaznate y la presencia de la muerte. Así, el que reconozca en la sentencia popular (concisa, satírica, humorística y casi epigramática) cierta ramificación, poética, lo acerca -aunque sólo sean en el acento o en la entonación- al movimiento romántico de Alemania e Inglaterra que vieron en sus formas poéticas tradicionales (poesía popular, arte gótico, mitologías celtas y germánicas, etc.) una suerte de novedad métrica y prosódica.

De acuerdo a esa inscripción, la poética de Quino Márquez nos obliga a mirar -aunque sea por la escena del humor- aquello que tratamos de ocultar por sucio y salvaje (las funciones naturales que hemos heredado junto a los animales). El hombre no es sólo razón espiritual (deshumanizada), sino también irracionalidad animal (humanizada). Somos humanos porque nos mueven las pasiones y los instintos.

Ante la incomprensión (negación del entendimiento recíproco) de parte de los críticos y el público lector, Humberto Quino Márquez no ha tenido más remedio que recurrir al ritual del escándalo para llamar la atención sobre sí mismo y sobre su obra. Sin embargo, el escándalo más que favorecer el entendimiento lo pervierte: no hay conversión espiritual (pues uno puede obrar mal y no ver con agravio dicho acto y otro obrar bien y verlo con desagrado). El resultado es evidente: contra tal violencia, la pacificidad de la expectación o la contemplación atónita. O lo que es decir, ruptura y clausura de la comunicación.

El silencio o la inacción de Quino Márquez después de su último libro es forzado por las circunstancias. Al igual que la máxima poetisa mexicana del siglo XVII Sor Juana Inés de la Cruz, que es obligada por un prelado a abjurar de su apasionada dedicación a las letras para que se dedique por completo a los menesteres del santo oficio, el caso de Quino Márquez es un acto de amedrentamiento espiritual, obligado por la indiferencia y el silencio intelectuales (jueces no menos feroces que aquel prelado) a autoretractarse de su presunta elación literaria.

El poeta nació en La Paz el 6 de junio de 1950. Fueron sus padres Dn. Gregorio Quino Miranda de profesión sombrerero y Dña. Isidora Márquez (alfarera). Estudió en el colegio San Calixto del cual fue expulsado. Acabó la secundaria en el colegio Príncipe de Paz. la madre del poeta muere cuado él tenía seis años. Casó con Ruth Silva de Chávez con la cual tuvo dos hijos. Estudió en la carrera de Filosofía en la UMSA, egresando posiblemente en 1989. Fue director de varias revistas contestatarias y efímeras: Humus, Papel Higiénico, Dador, El Sueño de la Razón, Tiro al Aire, La Torre de los Locos, y fundador de Camarada Mauser. Ha radicado en Perú y también en España. Tiene publicados varios poemas en el exterior, en antologías y revistas especializadas. Fue docente de la Carrera de Literatura de la UMSA.

Ha dejado impreso en libros: Escritura fallida (Lima, 1976), Delirio de un fauno en la avenida Buenos Aires a las 12&45 (Lima, 1978), Balada para mi coronel Claribel y otros huevos (La Paz, 1979), El diablo predicador - Manual de esclavos (La Paz, 1983), Mudanza de oficio (La Paz, 1983), Fosa común, Centón o antología de la poesía contemporánea, (La Paz, 1985), Tratado sobre la superstición de los mortales (La Paz, 1897) Crítica de la pasión pura, (La Paz, 1993), Diccionario herético (La PAz, 1993) y Album de la nueva poesía chilena (La Paz, 1994).

poesía

Summa Poetica

Humberto Quino

Plural, La Paz, 2002

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