En la foto Leonidas y su esposa (quien fue golpeada por los sicarios) visitan en el hospital a su hijo herido.
Foto Indymedia org. Colombia.

Una banda paramilitar preparó cuidadosamente el asesinato, al ominoso estilo de la guerra sucia. La víctima escogida fue Leonidas Iza, presidente de la CONAIE, el número uno de la organización de las doce nacionalidades originarias del país que han sobrevivido al martirio de 512 años de colonialismo.

Iza, ha representado la voluntad de millones de indígenas de oponerse al gobierno de Lucio Gutiérrez, a quien ayudaron a elegirlo hace solo 14 meses. De oponerse también al ALCA y al Tratado de Libre Comercio Ecuador-EEUU. De oponerse al Plan Colombia y a la militarización del país. Ese perfil define con precisión quiénes lo determinaron como el blanco de una escalada de terror e intimidación y cual es la dimensión de sus alcances.

Los asesinos tuvieron información privilegiada. El día, el vuelo y la hora en la cual arribaría a Quito, luego de asistir al III Encuentro Hemisférico contra el ALCA, realizado en La Habana, en el cual en representación de los pueblos originarios del continente dio lectura a la resolución final. Le esperaron en el aeropuerto, siguieron al taxi que lo condujo al edificio de la CONAIE y le dijeron expresamente que estaban ahí para matarlo. Cuando ingreso para protegerse en la construcción, forcejearon en la puerta. Dispararon a mansalva conociendo que Leonidas y sus acompañantes estaban desarmados. Hirieron gravemente a su hijo Javier con balas en el hígado, el riñón, el páncreas y el duodeno, y a su sobrino David con 4 balazos, y a su hermano Rodrigo con un disparo en el pie. A su esposa que miraba desesperada e indefensa el acontecimiento en la calle con uno de sus pequeños hijos en sus brazos, los sicarios le golpearon con un revólver en la cara, para que no quede ninguna duda de su cobardía. Pero no pudieron cumplir su objetivo, Iza, protegido por sus familiares que expusieron sus vidas para defenderlo, resulto ileso.

Leonidas Iza
Presidente de la CONAIE
Foto Indymedia Org. Colombia.

El acontecimiento que conmociona a Ecuador, es el punto culminante de una cadena de amenazas y crímenes, ocurridas en lo que va del gobierno de Gutiérrez, que hasta hoy no han sido esclarecidos y permanecen en la impunidad. Las llamadas anónimas y los mails de la “Legión Blanca”, anunciando el asesinato de personalidades de la política, la cultura y el periodismo, de dirigentes sociales y políticos y la burda respuesta policial, de iniciar la investigación de la organización criminal no por ella misma, sino a partir de sus víctimas, citándoles para que expliquen por qué les quieren eliminar. El genocidio de los Taromenanis en la Amazona, donde se exterminó a más del 30% de su población, privilegiando la muerte de mujeres y niños. El asesinato de Angel Shingre, defensor de la naturaleza contra la depredación petrolera. El asesinato de Patricio Campana que investigaba las redes de corrupción en el robo de combustible a Petroecuador. Los asesinatos y desapariciones de clientes y presuntos asaltantes en la farmacia Fybeca en Guayaquil, ante los ojos mismos de la policía.

Así comenzó la guerra sucia en Colombia, cuando asesinaron a Gaitán en 1948 y el país no ha parado de desangrarse hasta hoy. Así comenzó en Argentina cuando la triple A apareció en escena y murieron y desaparecieron miles y miles de ciudadanos, artistas, científicos, políticos, jóvenes y niños, hasta que el inspirador coraje de las madres de la Plaza de Mayo, le puso un pare a tanta muerte y los generales que ordenaron los crímenes, están presos en el repudio y odio de la sociedad. Así fueron los métodos de Pinochet, símbolo contemporáneo de la vergüenza del mundo.

El rostro del paramilitarismo y el sicariato, amenaza la paz y la democracia en Ecuador, precisamente cuando el Comando Sur de EEUU amplia sus operaciones militares y policiales y el gobierno de Lucio, vive una luna de miel con el de Alvaro Uribe, el ideólogo de la solución final, militar y sangrienta a la guerra civil de profundos contenidos históricos, políticos, sociales y económicos, que sacude a Colombia, por décadas.

El atentado a Iza, expone sangrientamente el peligro de la extensión de los métodos del paramilitarismo colombiano a Ecuador y convoca a todos al desenmascaramiento pleno de los autores intelectuales y materiales del crimen y a su enjuiciamiento. Pero, además a proteger la paz social, a detener la guerra sucia, de la única forma que es posible, poniendo fin a las operaciones del Comando Sur en territorio ecuatoriano, empezando por el levantamiento de la cesión de la base de Manta y terminando la subordinación de las Fuerzas Armadas y la policía al involucramiento en la guerra del Plan Colombia.