El poeta Arturo Corcuera y Jacques Bartra cónsul del Perú en Ginebra. Foto Agencia IPI.

Sandro Cruz, pregunta: ¿Cómo define usted la poesía?

Respuesta. Arturo Corcuera: Poetas de todas las épocas han intentado en vano definir la poesía, directa o indirectamente.
Muchos lo han hecho refiriéndose al poeta o dirigiéndose a la poesía misma. Por ejemplo, Martín Adán cuando dice: «Poeta es oír las sumas voces» o Javier Sologuren: «Poesía: sólo en el dolor creo haberte visto». Romualdo: «Poesía, mi buitre cotidiano».
Cualquier definición siempre será incompleta. Yo escribí hace algunos años: «La poesía es un fuego de palabras».
Es poeta quien es capaz de darle un beso apasionado en la boca a una mujer decapitada.
Escribir poesía es tan difícil como poner un anillo (de compromiso) a la Venus de Milo.

Sandro Cruz: ¿Qué es lo más importante dentro de ella para Usted, la forma, el sentido, el sujeto, la rítmica?

Arturo Corcuera: El poeta puede valerse de la forma, del ritmo, del metro, de todos los mecanismos expresivos. Lo que importa en un poema es el resultado.

Sandro Cruz: ¿Qué significa, qué valor tiene para Arturo Corcuera eso que usted define como resultado?

Arturo Corcuera: Un buen poema logra una armonía en todos sus elementos. Es un cuerpo unitario. Es como un reloj. Si una de sus partes falla, no funciona.

Sandro Cruz: ¿Cómo se hace, cómo vive y sobrevive un poeta en el Perú?

Arturo Corcuera: El poeta nace y se hace. Viene con su ángel (poético) bajo el brazo, pero necesita formarse, educarse, enriquecerse de conocimientos, leer mucha poesía: a los grandes clásicos y a los poetas modernos.
Las dos fuentes primordiales de la poesía son la lectura (sin ella no hay aprendizaje) y sin la vida no hay latidos. Sin vivencias no se gesta nada.
El poeta se carga de recuerdos, dolores, imágenes, impresiones, amores, nostalgias para que se produzca el alumbramiento. Una mujer que antes no ha gestado no puede dar a luz una nueva vida. Y el poema es también una creatura, un ser vivo.

En el Perú el poeta hasta hoy continúa teniendo un sino trágico. Mariano Melgar fue fusilado, Javier Heraud fue acribillado a balazos, Luis Hernández se arrojó a las ruedas del tren, Manuel Scorza murió quemado en un accidente de avión, Abraham Valdelomar pereció desbarrancado desde un segundo piso, a Juan Ojeda lo mató un ómnibus y a José Lora un tranvía, Luis Valle Goycochea amaneció muerto en una calle de Lima, José María Arguedas se suicidó.

Es larga la lista. Muchos murieron muy jóvenes, después de una vida penosa, desamparados por el Estado, sin ningún seguro de salud. Por parte del Estado no hay ninguna ayuda: ni editoriales, ni premios, ni promoción de sus obras, menos cargos en las esferas culturales o diplomáticas, como ocurre en otros países. Los premios nacionales en México, Chile, Argentina implican una importante pensión vitalicia. En el Perú ya no hay ni premios nacionales.

Noé delirante y Sonetos de un viejo amador, dos libros del poeta Corcuera.

Sandro Cruz: Las dificultades y los grandes desafíos que debe afrontar un poeta.

Arturo Corcuera: A estas dificultades súmale la hostilidad del medio limeño, las capillas, las mafias literarias, las argollas de las páginas culturales. Un joven que irrumpe en las letras tiene que luchar contra todo esto.

Sandro Cruz: Las técnicas idiomáticas que debe dominar.

Arturo Corcuera: Cuanto más domine el poeta los instrumentos expresivos es mejor. Está mejor dotado para la expresión poética.

Corcuera y residentes en Suiza que asistieron a la lectura de sus poemas.
De izquierda a derecha: Ana Astete, Arturo Corcuera, Esperanza Landerer y Betty Giovanini.

Sandro Cruz: ¿En qué la poesía puede ayudar al hombre del tercer milenio?

Arturo Corcuera: La poesía en todos los tiempos ha ayudado al hombre. Es un alimento indispensable. Sábato ha dicho que «si no existiera la poesía habría más suicidios y más asesinatos».
Si los políticos leyeran poesía serían mejores. En el tercer milenio, no te quepa ninguna duda, la poesía seguirá cantando y agitando las alas. Es un pájaro que no está en peligro de extinción.

Sandro Cruz: Los poetas que Usted, Arturo Corcuera prefiere o más admira (nacionales o extranjeros).

Arturo Corcuera: Todos los poetas me han enseñado algo. De todos he aprendido. Soy hijo legítimo de todos los poetas y admiro a todos los poetas de todas las lenguas que en el mundo han sido.

Sandro Cruz: ¿Qué consejos les da a los jóvenes que quieren seguir la poesía?

Arturo Corcuera: Que sigan el concejo de Rubén Darío: «cuando una Musa dé a luz las otras ocho queden en cinta» y que lean esta entrevista.


 Ver a continuación:

«TARZÁN Y EL PARAÍSO PERDIDO»

Poema de Arturo Corcuera

Aaauaúaaa...!Aaauaúaaa...!

Tarzán (Johnny Weismuller) es internado en un
manicomio por creerse Tarzán.

Su grito, que asusta a médicos y enfermeras, no es el
clarín con el que hacia su victoriosa aparición en la
pantalla.
El grito a Tarzán no le pertenece.
Fue un collage de sonidos confeccionado y patentado por la
Warner Brothers: decantaron en el laboratorio los
gruñidos de un cerdo y las notas de un tenor.

Tarzán en el sanatorio para artistas (retirados) de
Hollywood,
abatido y vencido por la camisa de fuerza
(él que encarnó la fuerza sin necesidad de camisa).
Hoy casi a oscuras y ayer mimado por los reflectores.
Tarzán víctima de una dolencia cardiaca
se toca el corazón y piensa en Jane.
Desamparado llama en su desesperación a Chita
(entre sombras ve y besa a Chita como si fuera su madre.
Chita se limpia la boca, hace morisquetas
y dando volatines desaparece),
llama a Chita para que lleve un recado pidiéndole
ayuda a Jane.

Pero Chita no podrá acudir. Chita no existió en la vida
real.
(Eran ocho monas chimpancé, ocho monas que parieron su estampa
cinematográfica).

Y Jane,
la bella silvestre de los níveos brazos,
ya no lucirá más su silueta junto a Tarzán,
porque Jane ya no filma.
Hace mucho tiempo que se
le venció el contrato con la Warner: las piernas de
Jane ya no están todo lo tersas que uno quisiera
para hacerlas figurar en el reparto.

(Ah, Jane, paraíso perdido, divino tesoro,
ya te vas (para no volver),
cuando quiero llorar
pienso en ti, mi dulce Jane.
Cuánto hubiera dado por tenerte en mis brazos,
por confesarte mi amor: Yo querer mucho a Jane.
Silencio insensato que guarde por culpa de mi
testaruda timidez.
Por culpa de los barritos de mi precoz adolescencia.

Ah, Jane, ya no adoro tus senos besados por las lianas.
Tus senos asediados al centímetro por flechas y lanzas.
Ya no adoro tu rostro
que el tiempo implacable ha ido modelando a su
capricho.
Tu rostro que acaricie con ternura (a escondidas del
público) en todas las carteleras.

Que no me digan nunca que te quitaste el maquillaje.
Que no me enseñen nunca tus cabellos de
desfalleciente plata.
Para mi tú serás siempre la linda muchacha que yo
amé matalascallando,
que yo ayudé a inventar con mis ensueños en los
destartalados cines de mi barrio, mi inolvidable
Jane).

En su cuarto Tarzán da vueltas como condenado
y en su rayado papel de loco repara en el espejo del
lavabo y quisiera lanzarse.
Tarzán varias veces campeón olímpico de natación.
Amor, juventud y dinero, la veleidosa gloria:
todo desde el trampolín se le fue al agua.
Todo se lo devoraron con voracidad las fieras.

Entre paredes pálidas que su insomnio decora de
enredaderas por sentirse libre (al final de la película) se aferra a sus
sueños:
se sueña sobre el lomo de sus elefantes y sonríe.
Se sueña venciendo a sus repujados cocodrilos de
cartón.
Ve acercarse a sus leones de felpa (pura melena) y
Tarzán siente miedo y tiembla y grita como un desventurado niño de pecho:
Aaauaúaaa...! Aaauaúaaa...!

Pobre Tarzán indefenso y desnudo,
descolgado del ecran por inservible,
loco, completamente solo entre los locos,
aullando perdido en su paraíso perdido,
sin Jane, sin chita, sin fuerzas, sin grito,
solo con su soledad y sus taparrabos.

POEMA DEDICADO A MARIO BENEDETTI

(En: “Puerto de la memoria”, Noceva 2001)

* Agradecimentos especiales a Patricia Zamora, sobrina de Arturo Corcuera

titre documents joints

Arturo Corcuera

Poeta peruano reconocido como una de las voces más sobresalientes de la poesía contemporánea.
Nació en Salaverry (La Libertad) en 1935.
En 1963 concluye sus estudios de Literatura en la Facultad de Letras de la Universidad Mayor de San Marcos (Lima).
Efectuó estudios de perfeccionamiento en la Universidad de Madrid (1964-1966).
Fungió como profesor de Literatura (1966-1973) en la facultad sanmarquina.
Es autor de:
Noé delirante (1963), Primavera triunfante (1964), Las sirenas y las estaciones (1967), Poesía de clase (1968), Puente de los suspiros (1971), Prosa de juglar (1992), Canto y gemido de la Tierra (1998), La gran jugada (1998), Puerto de la memoria (2001) Sonetos del viejo amador (2001), Parajuegos (2002), entre otros.
Su libro Noé delirante es el más celebrado y reeditado (10 ediciones). Es de realzar también que, en 1995, su poemario Declaración de amor o los derechos del niño, llegó a millones de lectores a través de la serie Periolibros, distribuido por 25 diarios con el auspicio de la UNESCO y el Fondo de Cultura Económica de México.
Corcuera integra la “Comisión Internacional de Personalidades a favor de la Infancia” junto a grandes nombres de la cultura, entre los cuales están Gabriel García Márquez, José Saramago, Mario Benedetti, Justo Jorge Padrón, Carlos Fuentes, Thiago de Mello, Álvaro Mutis, Rigoberta Menchu, Antonio Skarmeta
Vive en Lima y ofrece a menudo recitales en países de América y Europa, y ha obtenido, entre otros reconocimientos el Premio Nacional de Poesía(1963), el Premio Internacional de Poesía “Atlántida” 2002, en Las Palmas de Gran Canaria, España y, recientemente, el Premio Internacional de Poesía “Trieste” 2003, en Italia, estos dos últimos por el conjunto de su obra.
Ha merecido la atención y los comentarios de importantes críticos peruanos y extranjeros. En opinión del celebre escritor uruguayo Mario Benedetti, “Corcuera es un valor indiscutible, no sólo de la poesía de su país, sino también de América Latina”.