La verdad es esa. A nadie le importa Haití. Y todos saben por qué. Porque la república de Haití es pobre, la más pobre de toda América y porque sus habitantes son negros y los negros no son bienvenidos en muchas partes, como ocurre en La Florida que devuelven a sus balseros aunque toquen tierra con sus pies bien secos y digan la verdad, que se van de su país por razones económicas y no porque no haya libertad.

Las informaciones que llegan de Haití son alarmantes. Ex militares que pertenecieron a anteriores gobiernos dictatoriales han regresado al país cruzando la frontera de República Dominicana con el fin de avanzar sobre la capital, Puerto Príncipe, para derrocar al gobierno de Jean Bertrand Aristide. La rebelión se ha extendido a otras poblaciones del país. Mientras, en la comunidad internacional se discute el caso haitiano, pero nadie ha dicho qué hacer y cómo hacerlo para evitar que el baño de sangre llegue a tragedia de holocausto. ¿Naciones Unidas, la OEA, el Caricom?

Se dice que la responsabilidad de la crisis haitiana recae directamente sobre el propio Presidente Arisitide porque en las elecciones congresionales pasadas, en las cuales la oposición se negó a participar por faltas de garantías, el gobierno tomó posesión de todos los escaños del parlamento.

Pero lo que comenzó como una protesta cívica de manifestaciones callejeras se ha convertido en una verdadera guerra en la que ni gobierno ni oposición civil tiene el control de la situación. Ahora los que aparecen como los jefes del movimiento contra Aristide no son los políticos descontentos, sino otros más violentos, como es el caso del cabecilla de una milicia armada, Louis Jodel Chamblain, quien ya dirigiera un Golpe de Estado contra Aristide en el año 1991.

En la revuelta también está Guy Philippe, un odiado jefe de la policía haitiana durante la dictadura militar que derrocara a Aristide, gobernando brutalmente el país desde el año 1991 hasta el 1994. Philippe, sindicado como feroz violador de los derechos humanos, encabeza una banda de mas de 300 hombres armados listos para atacar el palacio Presidencial y establecer un gobierno militar después de «ajusticiar» a Aristide.

Negra se ha tornado la situación en Haití. En la OEA, en Naciones Unidas, en París y en Washington se habla con preocupación sobre la situación haitiana. Pero ningún organismo internacional ni gobierno de las llamadas "democracias ricas del llamado mundo libre" ha tomado la decisión sabia y humanitaria de ayudar a resolver la crisis haitiana, que para empezar a buscar soluciones, debe iniciarse con una ayuda humanitaria masiva. Porque es el hambre, la miseria, el deterioro de la economía, la que ha provocado, como ha sido en otras ocasiones, la crisis que hoy amenaza a llevar al desastre a la nación haitiana.

Lamentablemente a nadie le importa Haití. Porque los haitianos son pobres y porque los haitianos son negros. Nadie lo dice, pero esa es la verdad. ¡Que se maten entre ellos que en Haití ni hay oro ni hay petróleo!. Porque si así fuera, ya el mundo hubiera dicho: ¡Aquí estamos! Pero no es así. ¿ Negros y pobres? Derechos humanos, ¿para qué?.