Domar las aguas y hacer que lleguen mansas al mar es el esfuerzo realizado durante más de medio siglo, para que no sólo la belleza de un río nos diese fuente de felicidad sino también utilidad práctica, que ya es mucho decir. Hace 51 años se creó la Comisión de Estudios para la electrificación del Caroní y años antes habían comenzado las exploraciones preliminares sobre su potencial hidroeléctrico, por iniciativa de la Corporación Venezolana de Fomento. El total de su cuenca que se aproxima a los mil kilómetros desde el Kukenán hasta llegar al majestuoso Orinoco, cubre una superficie mayor a los 90.000 kilómetros cuadrados y aporta un 13% de los volúmenes medios anuales escurridos en el país.

Separado por la confluencia del río Paragua el Alto Caroní ocupa un área de unos 42.000 kilómetros cuadrados, con una longitud de 752 kilómetros y alcanza un desnivel de aproximadamente 2.500 metros. Ya amansadas sus aguas concluye la Cuenca del Bajo Caroní con unos 13.000 kilómetros de área, una longitud de cerca 200 kilómetros y un desnivel de unos 270 metros hasta llegar a 6 metros sobre el nivel del mar en el río Orinoco.

Todos estos datos para dejar boquiabierto a cualquiera que no sea capaz de impresionarse por nada. «Cifras» que nos brinda un ilustrativo folleto divulgativo de Edelca (Electrificación del Caroní) para el 2003. Si es así en números, más atónito queda uno al visitar y conocer algunos de los parajes comprendidos por tan exuberante naturaleza.

Pero es que el aprovechamiento hidroeléctrico del Bajo Caroní ya ha entrado en su fase final, con los trabajos que actualmente se realizan y los que permitirán completar la construcción de la represa de Tocoma.

En sucesión desde la cota 270, que levanta la muralla de Guri, sucesivamente a sus pies vendrá Tocoma, en la cota 128, para luego entrar en Caruachi en sus 91,25 metros y finalmente Macagua en la cota de 54,5 metros. Sucesivas represas que permitirán tener una potencia nominal de 16.136 MW y una energía firme de 74.170 GWh. Energía potencial convertida en energía cinética para brindar movimientos a turbinas que terminaran iluminando hogares y dinamizando la producción del país.

Se trata en su conjunto de un monumento que enorgullece a los venezolanos quienes debemos hacer todos los esfuerzos por preservar esa riqueza para las próximas generaciones. Allí se combinan tantas especialidades de la ingeniería nacional junto a maquinaria traída de diferentes partes del mundo. Su continuidad y preservación es un reto permanente para nuestro aparato productivo no petrolero. Al sur del Orinoco donde la naturaleza no dejó residuos orgánicos convertidos en hidrocarburos, colocó unos recursos que debemos siempre aprovechar para beneficio de muchos y de manera permanente. Vaya reto intergeneracional...

Para lograr una riqueza permanente en el Bajo Caroní, en particular, y en toda la cuenca y el conjunto de sus afluentes, en general, es necesaria la labor constante de preservación y manejo ambiental. El tratamiento armónico de tan complejo habitat ha requerido de acuciosos estudios para mantener tan preciado patrimonio nacional. La predicción hidroclimática, entre tantas acciones, se hace fundamental y el diseño y seguimiento de un Plan de Manejo Ambiental es pieza clave en ese proceso de mantenimiento de un área de influencia no tan lejano a los 100.000 kilómetros cuadrados.

Guri, con sus 20 turbinas, dará un aporte de 39.400 GWh con un 53,1% del total. Macagua la primera en instalarse y la segunda en proporción aporta con sus 20 unidades 12.900 GWh un 17,4%, luego Caruachi con sus 12 unidades cuando se encuentre lista aportará 11.350 GWh, un 15,3%. Finalmente, lo proyectado de Tocoma apenas en sus obras iniciales con 10 unidades que aportarán 10.520 Gwh, un 14,2%. 82 unidades en total con 7 casas de máquinas llegando a potencias nominales por unidad que van desde 170 MW hasta otras de 6.300 MW.

Se constituye así el Bajo Caroní en un verdadero núcleo endógeno de desarrollo, en un extraordinario polo de desarrollo que ha requerido y seguirá solicitando ingentes recursos, cuantiosos, en millardos de dólares con unos 2,7 para Caruachi y otros 3 para Tocoma. Esfuerzos estos que han sido, son y serán de suma utilidad para quienes habitamos el país y también para nuestros vecinos quienes también reciben beneficios derivados de la energía eléctrica producida, así como también del empaquetamiento que se realiza con otras riquezas naturales ligadas al aluminio y al hierro.

La madre naturaleza y la sabia mano del ser humano deben seguir combinándose adecuadamente para que las riquezas naturales se conviertan en bienestar permanente. El Alto Caroní aguarda con Tayucay, Aripichi, Eutobarima y Salto Auraima, con un potencial total estimado de alrededor 7.250 MW agregados a los que consigna el Bajo Caroní, aportando así cerca de un 10 % adicional a la cifra que nos brindan las obras colosas del Bajo Caroní. Mientras se presenta esa nueva oportunidad de seguir domando las aguas del impetuoso río, aguas arriba y aguas abajo, continúa el reto de transformar la energía en movimiento de nuevas turbinas, convirtiendo los sueños en nuevas realidades.