Cuándo las cosas descienden pueden seguirlo haciendo de no haber tocado fondo, eso lo conocen bien los tripulantes de un submarino al llegar al lugar donde el artefacto deja de moverse. Durante el primer trimestre de 2003 algo parecido ocurrió a lo que eufemísticamente hemos denominado la Fosa de Cariaco de la producción nacional. En términos absolutos a precios constantes de 1984, el producto interno bruto llegó a 100,17 millardos de bolívares. El descenso tuvo causas suficientemente conocidas y explicadas al caer un 27,9% respecto al mismo período del 2002. Descenso brutal cómo si una bomba atómica hubiese impactado la superficie venezolana. Por cierto, los responsables de semejante dislate todavía andan sueltos declarando sin el menor pudor acerca de su ausencia de responsabilidad ante la historia del país.

Después de siete trimestres sucesivos en los cuales el aparato productivo venezolano sufrió los embates de una serie de fenómenos de tipo político y luego del crecimiento que se dio en el cuarto trimestre del año 2003, por segundo trimestre consecutivo el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) da un salto hacia delante.

Conocida es la composición del PIB venezolano donde tres sectores encabezan el peso relativo: primero, la actividad petrolera con un valor cercano a un cuarto del total, luego la manufactura con un 13,6%, en tercer lugar los bienes inmuebles y servicios prestados a las empresas con 12,7%. Más allá quedan los servicios del gobierno central con 9,2%, los servicios comunales y personales con 7,8% y el comercio con 7,6%. La agricultura casi pasa desapercibida dentro de un cúmulo de actividades. Las comunicaciones llegan a un 4%, superando a la construcción con un 3,6% y la electricidad y el agua conjuntamente con 2,6%. Esta distribución que marca parte de las características de la estructura productiva del país no es de fácil reversión en el corto plazo y a su vez señala los retos que continúan planteados para lograr una mayor diversificación.

Al crecimiento del PIB de 29,8% contribuyó el petrolero público con un 14,7, esto es casi la mitad del mismo, mientras que el sector no petrolero privado lo impulsó en casi 12 puntos cercano al 40% del total. Éste último que pesa cerca de un 60% creció en 20%. El sector petrolero público y privado en su conjunto tuvo un crecimiento de 72,5% y dado que su peso es de 24,9% el total de su contribución llego a 18% a los cuales debe sumárseles el 13,8% del sector no petrolero. En términos absolutos el valor del PIB alcanzó valores similares a los que se tuvieron durante el tercer trimestre del 2003 incluyendo el descenso estacional que se observa generalmente en el primero de cada año.

En cuanto al crecimiento sectorial cabe destacar a la manufactura que creció un 48% siendo mayor aún el de la manufactura privada con 52,6%. Particularmente dentro de ella los productos de madera y mueble así como los textiles, vestuario y cuero tuvieron aumentos importantes en sus volúmenes de producción. El sector de la construcción cambio su signo que había venido siendo negativo a un 19,5% respecto al primer trimestre del 2003. Igualmente en las comunicaciones que venían con aumentos moderados en los últimos tres trimestres del 2003 se dio un aumento de 11,7%, lo que sugiere el espacio que aún existe en el mismo.
La demanda agregada interna creció en 17,7%, correspondiendo al consumo final del gobierno un 18,5%, al consumo final privado un 15,6% y la inversión bruta fija con un significativo salto de un 45,6% rompiendo así con los sucesivos trimestres de decrecimiento que se habían tenido a lo largo del 2003.

Cabe señalar como interesante la dinámica detectada a través de un muestreo en las cinco ciudades más importantes, el número de establecimientos del 2002 al 2003, en ese lapso, permanecieron un 80,1% de los mismos, teniéndose una mortalidad del 19,9% y una natalidad de 13,3%. Tendencia esta que se revierte al comparar los años 2003 y 2004 donde aumenta la permanencia de los establecimientos a 87,6% y cambiando la relación al superar la natalidad 13,1% a la mortalidad con un 12,4. Indicador este que sugiere la estabilidad que se viene logrando al salir de los hechos ocurridos durante el 2002 y principios del 2003.

Por su parte la balanza de pagos contó con un superávit en la cuenta corriente de 3.457 millones de dólares, presentando un saldo global favorable de 1.678 millones de dólares que se reflejó en las reservas internacionales del período, alcanzando a finales del trimestre un valor de 23.284 millones de dólares superior en 8.118 a las del mismo período del 2003, un 53,5% mayor, demostrando la validez de la decisión en cuanto al control de cambios. El saldo en bienes resultó positivo en 4.898 millones de dólares, con unas exportaciones que alcanzaron los 8.236 millones de dólares y las importaciones 3.338 millones.

Salto adelante como buen sprinter dio el aparato productivo venezolano en el primer trimestre del año 2004, y dado que continúan las señales en el segundo es de esperarse que los esfuerzos que realiza el sector público y la significativa incorporación del sector privado permitan prever una superación de la meta estimada de un 6% del producto interno bruto para el año en curso. En esa dirección debemos alinear los esfuerzos para superar la negra página de los dos años anteriores.