Nancy Reagan viuda del ex-presidente estadounidense, despidiendo a su marido en la Biblioteca Ronald Reagan en Simi Valley, California el 7 de junio 2004.
Foto Jon D. Gesch /DoD US Defense.

El fallecimiento del ex-presidente Ronald Reagan ha dado pretexto al actual mandatario George W. Bush para tratar de desviar la atención mundial de los crímenes perpetrados por las fuerzas estadounidenses en Irak, evidenciando además que una parte de la sociedad estadounidense, anclada en el fundamentalismo cristiano, simpatiza con los mandatarios que han encabezado el proyecto de sembrar el terror en el mundo en aras de turbios intereses económicos a la vez que de un puritanismo que niega las libertades individuales y la separación entre la Iglesia y el Estado.

La agresión militar en países distantes de los Estados Unidos, la desestabilización de gobiernos y la imposición de gobernantes derechistas y proestadounidenses en Centro y Sudamérica, el acosamiento contra Cuba, la implantación de leyes y políticas a favor de la moral de la abstinencia sexual; la guerra contra los pobres y marginados del mundo en beneficio de un capitalismo salvaje, es la herencia de Reagan que reivindica el actual presidente George Bush.

Para justificar sus violencias y crímenes, esos personajes han apelado a un Dios al que, al parecer, creen haber hecho su amigo incondicional. En el discurso de esos terroristas cristianos y de los miles de estadounidenses que se identifican con él, se pone de manifiesto que con frecuencia convive la riqueza material con la mayor miseria del espíritu humano.

Como presidente, Reagan enfatizó la lucha contra las libertades sexuales, contra el comunismo y a favor de la mezcla entre lo político y lo religioso, elementos que hicieron posible su estrecha alianza con Juan Pablo II, quien no ha tenido escrúpulos para aceptar una condecoración cívica, la Medalla Presidencial de la Libertad, de las manos ensangrentadas del presidente Bush, su gran aliado en la lucha contra el laicismo y las libertades individuales.

Cabe recordar que en enero de 1983, Reagan declaró en un discurso que era preciso «llevar de nuevo a Dios a las aulas, de las que nunca debió ser excluido». Reagan se había pronunciado en aquella época a favor de una enmienda constitucional para restablecer la oración en las escuelas públicas, que había sido prohibida por la Suprema Corte en 1962.

En 1984, Reagan, tan cuestionado por el manejo fraudulento de fondos en el asunto Irán contras, prohibió el uso de fondos de EE.UU. para grupos en otros países acusados de proveer abortos. Ese mismo año, Ronald Reagan proclamaba el 22 de enero como Día Nacional por el Carácter Sagrado de la Vida Humana, en los siguientes términos: «...yo, Ronald Reagan, presidente de los Estados Unidos de América, proclamo el domingo 22 de enero de 1984 Día Nacional por el Carácter Sagrado de la Vida Humana. Hago un llamamiento a los ciudadanos de esta nación bendita para que se reúnan en sus hogares y lugares de culto y oración para dar gracias por el don de la vida y para reafirmar nuestro compromiso con la dignidad de cada ser humano, con el carácter sagrado de cada vida».

El ataúd conteniendo los restos de Ronald Reagan recorre las calles de Washington DC, frente a la Casa Blanca, 9 de junio 2004.
Foto DoD Us Defense / Mark Suban

Bajo el gobierno de Bush hijo, se han acentuado nuevamente las coincidencias entre el Vaticano y el conservadurismo estadounidense, y si Clinton fue un personaje detestado por el oficialismo católico, las relaciones entre el Papa y Bush, en lo que concierne a la moral sexual y familia, han sido muy diferentes.

Con el apoyo de grupos conservadores, tanto católicos como protestantes, el presidente Bush ha estado predicando a favor de la abstinencia como protección contra las enfermedades de transmisión sexual y los embarazos no deseados en las adolescentes. El 19 de enero del 2003, Bush proclamó el Día Nacional de la Santidad de la Vida Humana. Decía ese día «... yo, George W. Bush, Presidente de los Estados Unidos de América, en virtud de la autoridad de la cual he sido investido por la Constitución y las leyes de Estados Unidos, proclamo este domingo 19 de enero del 2003, el Día Nacional de la Santidad de la Vida Humana. .... les pido a todos los estadounidenses que reconozcan este día con ceremonias apropiadas en sus hogares y lugares de culto, para volvernos a comprometer con un servicio lleno de compasión, y para reafirmar nuestro compromiso con el respeto de la vida y la dignidad de cada ser humano. “Como testimonio de ello, pongo mi firma en este día catorce de enero del año dos mil tres de Nuestro Señor y el doscientos veinte y siete de la independencia de los Estados Unidos de América".»

Desde luego, las invocaciones de Bush a la divinidad y su supuesto interés por la preservación de la vida humana son desmentidos en los hechos por el entusiasmo con el que promueve la guerra, con su secuela de asesinatos, torturas y mutilaciones, en muchos casos de niños inocentes.

Parecería mentira que George Bush haya confesado, al dar testimonio de su «conversión» motivada por el predicador Billy Graham, que con su ejemplo, éste lo hizo sentirse «arrastrado en busca de algo diferente.... me hizo sentir la percepción de que yo era muy amado por el Señor».

Prosigue el relato de Bush: «...el reverendo Graham plantó una semilla de mostaza en mi alma...El me llevó al camino, y empecé a caminar una vida cristiana.... Yo siempre había sido un tipo de persona "religiosa", había asistido a la iglesia regularmente, incluso a la escuela dominical, y hasta había enseñado y había servido como ayuda en el altar. Pero ese fin de semana mi fe asumió un nuevo significado. Era el principio de una nueva vida donde yo comprometería mi corazón a Jesucristo».

«Yo me sentí tan humillado y poco digno al darme cuenta de que Dios había enviado a Su Hijo Único para que muriera por un pecador como yo. Me sentí tan alegre de saber que a través de su Hijo, yo podía encontrar la asombrosa gracia de Dios, una gracia que cruzaba fronteras, que derribaba todas las barreras y que estaba disponible para todos. A través del amor de Cristo, yo fui capaz de entender cómo mi fe en él podía cambiar totalmente mi vida».

«Yo también he aprendido el poder de la oración. Yo oro para que el Señor me guíe. Yo no oro por las cosas terrenales, sino por las cosas celestiales, en busca de sabiduría, paciencia y entendimiento. Mi fe me da enfoque y perspectiva. Me enseña a ser humilde».

Llama la atención que con todo su poder y su experiencia política Bush incurra en las simpleces de millonarios ignorantes que pretenden pasar por el ojo de una aguja, haciendo alarde de que les interesa Dios y no las cosas de este mundo. Lo mismo hace Bush quien, junto son su esposa Laura, ganó casi un millón de dólares en 2003, según las declaraciones fiscales del mandatario difundidas por la Casa Blanca. Curiosa manera de interesarse por las «cosas celestiales», como lo es el tipo de amor por la humanidad puede sentir el que no escatima los sufrimientos ajenos, pregonando a la vez que Dios envió a su hijo único para salvar a un «pecador como él»: peculiar manera de agradecérselo.

Continúa Bush: «La fe cambia vidas. Yo lo sé, porque la fe en Cristo ha cambiado la mía. Yo no podría haber podido ser gobernador de Texas, si no hubiese recibido un plan divino, un plan que reemplazó todos los planes humanos....Yo he fundado mi vida en una base que no cambiará. Mi fe me da libertad. Me ayuda a poner los problemas del momento en la perspectiva apropiada. Me da la libertad de tomar decisiones que a otros no les podrían gustar. Me da la libertad de tomar las decisiones correctas...».

Como señaló Newsweek en su edición del 10 de marzo de 2003, «Cada presidente (de Estados Unidos) invoca a Dios y pide sus bendiciones. Cada presidente promete conducirse de acuerdo con los principios morales de la tradición bíblica.

El escritor inglés Chesterton calificó a los Estados Unidos como una «nación con alma de iglesia»... Pero ha costado una guerra y las perspectivas de otras, aclarar un hecho central: este presidente -esta presidencia- es en los tiempos modernos la más decididamente «basada en la fe», un proyecto basado y orientado por la confianza en el poder espiritual y temporal de Dios». Los asuntos económicos y los militares cuentan, pero la administración Bush está consagrada a la idea de que hay una respuesta a los problemas sociales en el país y al terrorismo en el exterior: dar a cualquiera, dondequiera, la libertad de encontrar también a Dios. Bush cree en la voluntad de Dios y en ganar las elecciones con el apoyo de quienes comparten sus ideas.....”.

A lo largo de la historia, y especialmente con Reagan y con los Bush, mucho ha costado no sólo a Estados Unidos sino al mundo entero, esa incapacidad de un gran sector de dicha sociedad para separar la esfera de lo político y de lo religioso, para dejar de pensar que el Dios en el que creen es una mercancía que puede ser comprada por los más fanáticos, los más ricos, los más poderosos, para la práctica de las persecuciones, la explotación y la guerra.