Con el fin de analizar la problemática ambiental relacionada con sus territorios y las políticas de mercado que se vienen implementando en los territorios indígenas y campesinos y sus recursos naturales, dando como resultado un gran debate y una profunda crítica a la feria de los recursos naturales, en la que se venden y se compran las cosas fundamentales para vivir, a costa de la gente.

En un escenario de integración y construcción de una ‘concepción regional’ del Oriente Caucano, pretendiendo trascender las fronteras políticas y culturales. Se priorizó la constitución de un nuevo imaginario del territorio, enfatizándose la necesidad real sobre la ubicación de los elementos comunes que permitan la construcción de identidad social y política para entenderse como comuneros que comparten un territorio: cuyo abuelo es el nevado del Huila, y sus parientes cercanos, los páramos de Moras, Las Delicias y Guanacas, y los ríos que tejen la vida, al recorrer todos los rincones de las cordilleras. Para nosotros y nosotras, los ríos son ejes integradores, no son límites políticos o administrativos. Las selvas y los paramos son espacios que deben integrarnos y movernos a trabajar juntos, por su importancia y su representatividad como sistemas de vida, complejidad, diversidad, y de mutua dependencia y apoyo.

Como pueblos diversos, de expresiones organizativas interculturales que piensan en el proceso alternativo, la montaña del oriente caucano en construcción, como una junta de trabajo o minga, colectivizamos conocimientos, prácticas y experiencias para transformar los conceptos impuestos por la lógica de mercado y de capital, en relación con el territorio como prestador de servicios y, pensando en usufructuar sus recursos y promover propuestas de integración, solidaridad, equilibrio y vida digna, se considera la defensa y la construcción de territorio como una unidad en la cual la defensa de su biodiversidad, se contrapone a la mercantilización de la naturaleza, su utilización con fines mezquinos de acumulación de dinero, a la naturaleza y sus riquezas como botín de guerra, de una guerra sucia que aplasta lo humano. Expresiones del capital que se apropian del territorio, inversiones sociales como avanzadas científicas, levantamiento de los recursos genéticos, disfrazados de programas de cooperación que solo logran dividir los procesos sociales locales, por la asignación de recursos que al final sólo son limosnas que se entregan y no generan bienestar en nuestras comunidades.

Ofensivas militares y el traslado del conflicto armado a regiones ancestralmente pacificas, se convirtieron en tácticas de desplazamiento de comunidades y despoblamiento de regiones enteras, frente a lo cual, las comunidades del Oriente Caucano deciden trabajar conjuntamente en la construcción de un territorio, donde el AGUA es un patrimonio imprescindible para la vida y, los esfuerzos por mercantilizarla, amenazan el futuro de todas las comunidades. Ante el riesgo que no exista la oferta necesaria de alimentos para nuestras comunidades con la entrada de alimentos subsidiados o modificados genéticamente, construir una alternativa de SOBERANIA ALIMENTARIA. Necesitamos construir escenarios de convergencia de todas las organizaciones sociales, en el que podamos construir propuestas organizativas y fortalecer dinámicas locales, consolidando un proceso regional. Rechazando todo intento por convertir el territorio del oriente caucano en un botín para la guerra, y por ende en una mercancía, ante lo cual los siete municipios de la montaña caucana se declaran en permanente construcción de unidad y defensa de sus recursos naturales.