Cada vez que se ponen de acuerdo,
todo se derrumba.

El derrumbe

Cada vez que los agentes externos responsables del terrible drama sangriento del pueblo de Irak ­EE.UU., Reino Unido y aliados menores, ONU y Unión Europea- parecen conciliados sobre como enmascarar la enorme destrucción, la violencia, la represión y el saqueo derivados de la guerra y la ocupación; y como garantizar que los Estados Unidos puedan continuar desarrollando su programa estratégico: ocupación militar del territorio, explotación del petróleo, privatización con transferencia de las riquezas del país a las multinacionales norteamericanas; y hacerlo además con aromas de sándalo y sahumerios orientales, todo se desintegra inexorablemente.

Una y otra vez reconstruyen el discurso hipócrita de su civilización contra la barbarie, una y otra vez redefinen los planes operativos, pero las elaboraciones artificiales se desmoronan ante la presión de unos hechos que pueden ocultarse en parte, y deformarse hasta tropezar con lo increíble, pero no destruirse.

¿Qué significaron pues las resoluciones de la ONU posteriores a la destrucción y a la invasión de Irak, que legitimaron a media voz la ocupación y la planificación del régimen colonial por los EE.UU., además de respaldar el expolio y dar cobertura a la cínica Conferencia de Donantes?

¿Qué significó la declaración de la Cumbre Europea de Salónica en la que la media Europa"claudicó" ante el éxito de la misión salvadora, proclamado por el presidente de los EE.UU.?

¿Qué significa ahora mismo el difuso plan para la "devolución de soberanía", y el "más difuso todavía" que intenta incorporar una presencia casi clandestina de las Naciones Unidas y convertirla en la mano legitimadora de tanta barbarie con olor a codicia?

¿Qué significa la declaración de Kofi Annan "el Silencioso", de hace sólo unas semanas, afirmando que la ONU va a autorizar el despliegue de una fuerza internacional en Irak para garantizar, con pequeños retoques formales de puro enmascaramiento, el plan de ocupación permanente y gobierno títere que han diseñado los estrategas del Pentágono?

¿Acaso cree alguien todavía que algunas recomendaciones de la ONU sobre el próximo "gobierno provisional", que nombrarán los expertos terroristas Paul Brener y John Negroponte siguiendo las órdenes de Rumsfeld y el diseño general de Bush-Cheney, y que negociará por el mundo el gran notario de la mentira, el farsante Powell, va a cambiar algo en la intensidad de la guerra, la imagen de la ocupación, y el descrédito absoluto de los nuevos cipayos del imperio?

¿Puede la propaganda intensiva de todas esas instituciones estatales e internacionales, y el diseño más fino en la manipulación de su instrumento mediático global ­Falsimedia- revertir la gran epopeya en marcha de la soberanía recuperada y no devuelta?

Y, sobre todo, ¿puede el fascismo que representan Bush, Cheney, Rumsfeld, Rice, Ashcroft y Powell, modificar el enorme bochorno causado en el pueblo norteamericano por las imágenes de las torturas, con claras reminiscencias de Auschwitz, y transformarlo en una segunda "ola patriótica", totalmente acanallada, que acepte no sólo una guerra brutal y cobarde, sino también el uso universal de atrocidades tales como el asesinato con ensañamiento, la violación grupal y todas las formas concebibles de tortura?. A esa tarea se han lanzado ya.

Operación "soberanía y democracia"

Después de la maniobra de legitimación: "Armas de Destrucción Masiva", los Estados Unidos han intentado establecer una segunda campaña propagandística para justificar su guerra de conquista [1] y la ocupación militar de Irak. La subsiguiente operación: "democratización y devolución de soberanía" se ha saldado con otro fracaso estrepitoso y con un escándalo mayúsculo.

Los que se han proclamado promotores de la "declaración de derechos humanos" más avanzada del mundo árabe [2], llevan más de un año aplicando la tortura a decenas de miles de personas, es decir, utilizándola como un instrumento general para la dominación de todo un pueblo ­la tortura es la humillación y el terror- y como un método cotidiano de guerra colonial.

La tortura, y la matanza indiscriminada por la que nadie rinde cuentas [3], son los terribles efectos de la "impunidad" internacional que han establecido para sí mismos los EE.UU., y de la implantación de su privilegio exclusivo y arbitrario de definir "delitos y delincuentes internacionales". Ambas cuestiones están enraizadas en la doctrina tradicional del "destino manifiesto" que fue utilizada por Clinton en la forma atenuada de la "peculiar responsabilidad internacional de los EE.UU.", y reforzada hasta el fascismo por Bush con el formato más duro de "guerra mundial antiterrorista".

El absoluto desprecio, más allá de la indiferencia, por los derechos humanos y por el derecho internacional humanitario se manifiesta en ese uso generalizado de la tortura contra la resistencia Irakuí. El desborde de la brutalidad hasta los crímenes más horrendos de lesa humanidad y de guerra, aparece en algunos hechos adicionales documentados en las propias fuentes oficiales. El "tratamiento a los prisioneros" que han testificado cientos o miles de fotografías: palizas, aperreamientos, sodomizaciones, violaciones y asesinatos a golpes, no era más que la fase de ablandamiento previa a los interrogatorios "más profesionales".

Los documentos y las declaraciones de responsables directos afirman que el 90% de esos prisioneros maltratados son detenidas "por error", fuera de los amplios criterios que sobre la "determinación del enemigo" utilizan las fuerzas armadas y de inteligencia de los Estados Unidos. Por otro lado, las imágenes demuestran que las "sesiones de ablandamiento", realizadas en las galerías carcelarias y no en celdas ocultas, se habían convertido en auténticas orgías de sadismo competitivo y exhibicionista.

La tortura sistemática ha puesto en evidencia el carácter del proceso de "devolución de soberanía" y de democratización de Irak. Pero también ha revelado la enorme generalidad de las complicidades que alcanzan a las organizaciones internacionales, a los aliados de los EE.UU. y, desde luego, a los países que comparten la batalla sobre el terreno, los que participan de la ocupación.

Todos ellos ­según sabemos o no queremos saber, partiendo de las mismas evidencias- conocían las reglas de un juego cuyas piezas sobre el tablero Irakuí no han cambiado esencialmente: violencia irresistible, ocupación armada, resistencia, represión ilimitada y revuelta. Todos esos países han hecho posible hace apenas unas pocas semanas, en el seno de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, la evasión de Washington de toda responsabilidad internacional por el tratamiento de los 600 prisioneros de Guantánamo, sin duda el laboratorio y la escuela de torturas y de terror de la represión estadounidense en Irak.

Los EE.UU. tenían planeada una vasta operación de simulación en la que la parte más importante del programa de transición, la "devolución de soberanía", dependía de una pacificación virtual, asegurada por los medios de comunicación y hecha posible por el enterramiento brutal de la resistencia. La máquina de torturar era la pieza clave de una represión sistemática, en la que la arbitrariedad en la selección de las víctimas y la brutalidad son las fuentes del terror que pretenden extender las fuerzas de ocupación, y el descontrol no es la excepción sino el desborde del sistema.

Las cosas, sin embargo, no han ido como estaban programadas por un poder que se creía, y al que todos consideraban, invencible.

Lo que les ha fallado en esta guerra sucia no es su concepción estratégica, es la administración de la represión masiva sobre una población cada vez más resistente, y el ocultamiento. Para asegurar este último a partir de ahora, ha sido destinado a Irak el general Geoffrey D. Miller, hasta el momento comandante supremo del campo de concentración estadounidense en la base de Guantánamo, y asesor a distancia -profesor visitante- de las cárceles imperiales en Mesopotamia. El mismo que al parecer recomendó a la ex carcelera mayor en Irak, la general Janice Karpinski, la guantanamización de sus campos de prisioneros. El mismo que aplicaba -en aquél infierno sin leyes sobre un pedazo también ocupado de Cuba- con autorización expresa del Pentágono, una veintena al menos de técnicas especiales de tortura.
Para reafirmar los conceptos básicos y reanimar a la tropa de "gatillo fácil", y a los carceleros que trabajan y se divierten al mismo tiempo en las terribles galerías de Abu Gharib, ha acudido Rumsfeld, provocador y festivo, participando él también, con sus burlas, en el ensañamiento.

Jodidas fotos, estúpidos soldados...

Fueron unas jodidas fotos de soldados brutales e ignorantes las que han destapado la enorme olla podrida que burbujea en todo el territorio Irakuí. Sus autores rebasaron emocionalmente los métodos de tortura hasta convertir "una práctica que es parte del proceso" ­como les dijeron los jefes de la prisión de Abu Gharib a los representantes del Comité Internacional de la Cruz Roja- en una exhibición festiva de sadismo, y en un espectáculo ­tal vez negociable en el futuro- para el turismo virtual de otros a los verdaderos horrores de la guerra, o para el retorno de ellos mismos a las emociones del infierno.

Lo ha dicho bien claro el general Taguba, el problema ha sido el descontrol: "falta de disciplina... falta de supervisión... fracaso de liderazgo". Métodos mal usados, en definitiva.

Toda la cadena de mando, política y militar, sabía lo que estaba ocurriendo en las grandes cárceles y campos de prisioneros, y en los pequeños centros clandestinos de detención. El mencionado viaje de Rumsfeld, el día 13 de mayo, recordó y festejó esa comunión de los justos. El Secretario de Defensa repartió parabienes, y buscó y encontró aclamaciones en los campos de prisioneros y en los cuarteles de Irak.

Bush entre el nazismo y la farsa

Los documentos ­miles de fotografías, varios informes oficiales y algún otro informe de la Cruz Roja y de Amnistía Internacional -por el momento- que demuestran la utilización masiva y sistemática de la tortura por el ejército, la policía militar y los servicios de inteligencia de los Estados Unidos, han aparecido en escena en el momento menos oportuno. Justo cuando ese país acababa de finalizar su espectáculo anual en la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.

En realidad, los meses de abril y mayo están resultando catastróficos para la administración Bush y muy desfavorables para la estrategia imperial de los Estados Unidos.

La enorme contradicción entre las previsiones de los últimos meses y las posibilidades actuales, y la insistencia en que las cosas deben suceder según los planes previstos, está haciendo oscilar las expectativas sobre la política de Bush entre el fascismo desatado y una farsa ridícula y sangrienta.

El guión de esta farsa-amenaza que se desarrolla sobre el enorme sufrimiento del pueblo de Irak podría empezar con un Bush confiado y pletórico, vanidoso y arrogante, mirando bajo la tarima y bromeando sobre la "desaparición" de las armas de destrucción masiva de Irak. La montaña de cadáveres que había causado una guerra justificada por el engaño que provocaba la incontenible hilaridad de George W. Bush, podía cifrarse en varias decenas de miles de muertos.
 
El presidente de los EE.UU. sabía también entonces ­y todos los escépticos que se acomodan en la ambigüedad lo tienen documentado ahora, que bromeaba sobre la deshonra de su país, sobre el trabajo sistemático de una enorme máquina de torturar, violar, humillar y matar a prisioneros Irakuíes.

La Comisión de Derechos Humanos

Todos los años Washington hace un esfuerzo notable para organizar la condena de Cuba en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU. Utiliza, aunque sin disimular mucho las órdenes perentorias, la mediación de algún país del mundo, vasallo fiel, deudor apurado, régimen que comparte con los estadounidenses guerra contra su propio pueblo, o casta dirigente que ha establecidos lazos indisolubles durante procesos de privatización que han expoliado el patrimonio colectivo de sus ciudadanos a favor de las grandes corporaciones.

El país en cuestión sustituye a Washington en la "iniciativa", bien porque este poderoso país ha sido echado de la Comisión como ocurrió el año pasado, o porque los atropellos masivos de Estados Unidos contra los derechos humanos han sido demasiado escandalosos como en este año. Efectivamente, es casi imposible concebir un atropello más masivo de derechos humanos, empezando por el derecho a la vida de decenas de miles de personas, que el que ha realizado Washington durante la fabricación y la realización de la guerra de Irak, así como con posterioridad a la ocupación militar y económica del país.

Casi todo el espanto anual que supone la violación de los derechos humanos tiene como fondo la bandera de los Estados Unidos o de sus mejores aliados, desde la matanza masiva y la destrucción de toda la estructura vital en Irak, hasta las razias contra la población civil depauperada y los asesinatos selectivos en Gaza y Cisjordania.
Después de incorporar a este país portador de la infamia, Washington desarrolla una enorme tarea de presiones, amenazas y coacciones en nombre de los "derechos humanos".

Nada de esto mantiene una estricta confidencialidad porque la hipocresía tiene dos bandas, una la de esconder la mano, la otra la de enseñar el puño. La operación de condena a Cuba es también una enorme ceremonia de vasallaje.

En cualquier caso, el procedimiento indirecto para someter a la isla caribeña a un examen totalmente trucado, trata de simular el carácter "multilateral" de una propuesta claramente instalada en el programa estratégico de los EE.UU. para someter a Cuba.

Este año el cinismo ha sido mucho más escandaloso. La condena se produce durante el feroz asedio de Faluya y los bombardeos de castigo en Nayab, ciudad Sader o Kerbala, y cuando el gobierno de Bush trata de bloquear las imágenes que ponen en evidencia al terrible sistema represivo en Irak.

Sobre este fondo de codicia y violencia sin límites, los Estados Unidos se presentan de nuevo, con la denigrante complicidad de la Unión Europea, de varios aliados fieles y de una parte de los países de América Latina, como paladín de los derechos humanos en el mundo.
Todos ellos comparten, por complicidad o cobardía, una estrategia brutal de conquista del mundo que tiene fases distintas, pero los mismos instrumentos, en Irak y en Cuba. Todos ellos descargan sobre sus pueblos la humillación y el espanto de respaldar la política genocida de los Estados Unidos.

Guantánamo no se discute

La ceremonia de la hipocresía y la vergüenza no había concluido.
En la misma sesión de la Comisión especial de la ONU, Cuba presenta una resolución sobre la situación de los prisioneros de Guantánamo, uno de los hechos más bochornosos de desprecio de los derechos humanos, que a la vista de todos están realizando, desde hace más de dos años, los Estados Unidos.
 
La cárcel de desaparición y aniquilamiento de Guantánamo, que no sólo secuestra, tortura, mata y niega todos los derechos humanos a sus prisioneros especiales, sino que les niega y suprime la propia humanidad ­el aislamiento y, más aún, el bloqueo y la manipulación sensorial, son métodos de tortura realmente atroces-, no consiguió la atención de los gobernantes de esa vieja Europa que alardea de civilización y olvida sus horrores.
 
Esa particular infamia, que ha deshonrado a todos los líderes políticos de Europa, ha sido camuflada por los medios y, desde luego, no va a ser recordada ahora. Colocaría a nuestros dirigentes políticos en el papel de cómplices, y de guardianes del secreto, de lo que ya hemos visto en las galerías de Abu Gharib.

El testimonio detallado de esa ignominia que merece un sitio en nuestras memorias nos ha llegado en la voz pública de Pérez Roque, ministro de Asuntos Exteriores de Cuba [4].

La batalla por los derechos humanos no se da en la Comisión especial de la ONU, sino en escenarios muy diferentes.
Se está dando todos los días con la dura supervivencia, la solidaridad entre los escombros, la insurrección contra la ocupación y la lucha de liberación, en las ciudades y los campos de Irak.
Pudimos verla también en la marcha de un pueblo en el que cada uno son todos, con el caminar de un enorme gentío, en el Malecón de La Habana.

[1La ONU y la UE la justificaron por el simple hecho de haber ocurrido.

[2Según afirmaba Paul Bremer y los propagandistas de la política imperial que pululan desvergonzados por los medios de comunicación, de la que acompañaba a la "constitución provisional" de Irak.

[3Al-Jazeera (Bagdad) 6 de mayo de 2004. Publicado en español por CSCAweb el 7 de mayo. http://www.nodo50.org/csca/agenda2004/Irak/yaludi_7-05-04.html