La concesión de una base militar específica en el territorio soberano del Ecuador, al servicio de los objetivos políticos del Gobierno de los Estados Unidos de América, como es el caso de la Base Aérea de Manta, al igual que todas las demás bases navales del Ecuador, donde a las embarcaciones de servicio no comercial (como es el caso de naves militares) de los EE.UU. se les brindará «el mismo trato que a las naves de la Armada Nacional del Ecuador», según reza el Art. XVI del inconstitucional y tergiversador título «Acuerdo de Cooperación entre el Gobierno de la República del Ecuador y el Gobierno de los Estados Unidos de América Concerniente al Acceso y Uso de los Estados Unidos de América de las Instalaciones en la Base de la Fuerza Aérea Ecuatoriana en Manta para Actividades Aéreas Antinarcóticos», publicado en el Registro Oficial 340, del jueves 16 de diciembre de 1999, bien merece ser analizado en función de su falaz pretexto y embustero objetivo.

1. La finalidad del instrumento indicado, en el sentido que dicho «acuerdo de cooperación» es el de realizar «Actividades Aéreas Antinarcóticos», es una mentira histórica insolente, desvergonzada y colosal, conforme lo vamos a demostrar en base al uso de la lógica, la verdad y la realidad muy bien conocida en toda la América Latina. Afirmar, como insistía el ex-canciller Heinz Moeller Freile, de conocidas prácticas vende patria -que más bien parecía un acartonado pajecillo de la embajada yanqui, ansioso de una propina o una palmadita en la espalda agachada, y en ningún caso una autoridad digna y legítima de una nación soberana e independiente como es el Ecuador-, que se va a combatir el narcotráfico con el uso de la Base de Manta y otros espacios físico-territoriales de nuestra República, concedidos por un puñado de lacayos de los intereses extranjeros, a espaldas del pueblo ecuatoriano, del propio Congreso Nacional de mayoría entreguista y del Tribunal Constitucional que ratificó en el año 2001 lo actuado -también de mayoría vasalla a los intereses de un régimen antinacional y neocolonial-, es una falsedad escandalosa, que debe ser esclarecida, desenmascarada y pulverizada con el uso implacable de la verdad.

2. La Base de Manta y demás espacios de ocupación autorizados al margen de la Constitución y la ley, se los utilizarán y emplearán por parte del Comando Sur de los EE.UU. para, en una primera etapa, planificar la ubicación y matanza de colombianos levantados en armas desde la década del cuarenta en contra de una oligarquía sanguijuela, encarnación de abominables castas opresoras y saqueadoras del hermano pueblo de Antonio Nariño y Gabriel García Márquez. Los problemas de violencia, conviene nunca olvidar, se desataron en el vecino país el 9 de abril de 1948 a raíz del asesinato del candidato liberal a la Presidencia de Colombia, Jorge Eliécer Gaitán. No olvidemos que entre 1948 a 1958 se mataron 300.000 colombianos, la mayoría de ellos en disputa sin cuartel entre campesinos liberales contra campesinos conservadores, y viceversa. Y, como bien se conoce, las tierras de los difuntos y de muchos otros desplazados por la confrontación, fueron a parar a manos de los dirigentes de los citados partidos tradicionales de dicha república que, además, decidieron turnarse en la presidencia en forma alternada cuando menos por dos décadas, sin que cuente para nada la opinión del pueblo!

A raíz de esta traición y despojo al pueblo enfrentado por parte de las dirigencias oligárquicas concertadas, los campesinos liberales y conservadores reorientaron su lucha y emprendieron sus reivindicaciones contra los saqueadores y acaparadores de la tierra despojada, esto es contra esa misma oligarquía de falsas fracciones y perfectamente convenida para el saqueo social y en el entreguismo de su soberanía nacional. El jefe de los campesinos rebeldes, que conformaron las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia en 1964, fue Pedro Antonio Marín, hoy conocido en el mundo entero como «Manuel Marulanda» o «Tirofijo», quien ingresó a la lucha armada en 1948 cuando tenía 14 años de edad. Pero ese no fue el único grupo que se formó. También se constituyó en la década del sesenta el Ejército de Liberación Nacional, ELN, uno de cuyos jefes, hasta su fallecimiento reciente, fue el sacerdote español Manuel Pérez. Y no ha sido el único sacerdote que se ha integrado a esta lucha contra tanta injusticia; han habido muchos otros, aunque el más famoso fue y es Camilo Torres Restrepo, fallecido en combate. Situación que demuestra que los grupos de los alzados en armas no están conformados, como señala el discurso oligárquico oficial, por hampones y delincuentes -que carecen de ideales-, sino por ciudadanos de grandes prendas morales, cívicas y patrióticas! (Lo que no significa que no puedan cometer, en su accionar, equivocaciones o hechos que puedan generar discrepancias.)

3. Los hoy alzados en armas en Colombia, en su búsqueda de una salida política y no violenta, propusieron participar en los procesos «legales», «pacíficos» y «democráticos» de este país (aceptando sus reglas del juego electoral y ofreciendo dejar la lucha armada), y para ello levantaron una organización denominada Unión Patriótica, empero de lo cual los propios grupos dominantes mataron en forma selectiva más de 5.200 de sus militantes y candidatos, entre ellos incluso a los aspirantes a la propia Presidencia de Colombia, como fue el caso de Bernardo Jaramillo Ossa en octubre de 1987. Otro candidato de las fuerzas izquierdistas asesinado fue Carlos Pizarro Leongómez, victimado delante de sus custodios dentro de un avión, en macabro plan fríamente ejecutado con la complicidad de las autoridades. Es decir que la misma oligarquía colombiana, mediante el asesinato aleve, le negó a amplios sectores sociales de su propio país cualquier espacio político-legal atemorizados que su sistema mafioso trastabillara o colapsara por el eventual apoyo masivo a un proyecto alternativo y liberador.

Esta conducta criminal propiciada desde la propia cúpula del Estado vigorizó la lucha insurgente, pues quedó muy en claro ante la conciencia mundial que no le dejaban otra salida a inmensos grupos sociales oprimidos y excluidos de cualquier manifestación de justicia social. ¡Fue la propia oligarquía colombiana la que construyó con su proceder el actual escenario que vive el vecino país! ¡Fue ella la que bloqueó la participación social con dedicatorias evidentes! ¡Ella está cosechando las graves tempestades de sus vientos de iniquidad sembrados! ¡Utilizó el mismo método del somocismo en Nicaragua, para que nadie que no sea parte de su control o farsa pueda participar en procesos legales amañados, y así monopolizar el poder político y el dominio absoluto sobre un país al que anhelaba saquear sin incómodas protestas! ¡Sólo que aquella vía, en Centro América, condujo a la revolución sandinista! ¡Iguales causas han conducido a similares consecuencias por más recambios postizos de fachadas que realicen! No al acaso se ha estimado que las FARC han reclutado 17 mil combatientes y el Ejército de Liberación Nacional, ELN, más de 5.000.

Debe reflexionarse que de haberse permitido una limpia y democrática participación política, como ha sucedido en otras latitudes, de las más distintas fuerzas sociales, no existiría este marco de violencia. ¡Es evidente que, a la luz de la historia, nadie acepta una opresión social eterna! La violencia colombiana es consecuencia de las conductas excluyentes de su casta dominante. ¡Seamos lógicos: juzguemos cuáles son las causas y cuáles los efectos o consecuencias! ¡Los bueyes no van atrás de la carreta! ¡Los culpables no pueden pedir cuentas sino rendir cuentas!

4. Los grupos rebeldes en vez de debilitarse, ante tanta iniquidad social y entreguismo antinacional, se han vigorizado en forma muy significativa, constituyendo una amenaza formidable al dominio oligárquico y al control garantizado de sus recursos naturales por parte de las transnacionales y círculos financieros de los EE.UU. Es en estas circunstancias, ante la imposibilidad de derrotar en décadas a los grupos insurgentes, que se formula el Plan Colombia que no es más que un proyecto militar, en el que se pretendería involucrar a fuerzas armadas de otros países, para buscar derrotar en este campo a las organizaciones rebeldes levantadas en armas hace décadas. ¿Cómo justificar la injustificable presencia militar de EE.UU. en Colombia y en los demás países de la región luego de haber hablado que ya no existen fuerzas que propugnen la creación del Socialismo, porque incluso la ex URSS había colapsado? Pues levantando el pretexto falaz y argumento farsante de que lucharán contra el narcotráfico, precisamente uno de los negocios de mayor rentabilidad para los grupos financieros de Estados Unidos y Europa, así como para la propia oligarquía criolla, como es de dominio público!

En los días de la guerra fría, o lucha Este contra Oeste, nunca se utilizaron los puertos ecuatorianos para embarcaciones militares de los EE.UU., como ahora sí se lo hace! Diario El Universo, del domingo 4 de enero del 2004, Pág. 2A, da cuenta que el buque de guerra USS McClusky FFG 41 está acoderado en Manta con 250 marinos de EE.UU. y que festejaron el fin de año en esa ciudad. Esta nave de guerra es la embarcación número 27 que en este año estuvo en dicho puerto, esto es fuera de otras 26 embarcaciones entre destructores, guardacostas, fragatas y otras! ¿Alguien en sus cabales puede suponer que con estas naves de guerra, en los puertos ecuatorianos, van a combatir los cultivos de coca en la Amazonía colombiana? ¡Nadie, absolutamente nadie! ¡Se están apoderando de nuestro país con el pretexto de la lucha contra la droga! ¿Cuándo se van a ir estas tropas de ocupación con tanto régimen entreguista e inconsecuente con la soberanía nacional?

La captura de Simón Trinidad

En estos mismos días, la prensa colombiana destaca que la Central de Inteligencia Americana, la CIA, participó, dentro de la República del Ecuador, que se supone es un país soberano, en la captura del dirigente insurgente Simón Trinidad (Juvenal Ovidio Ricardo Palmera), en la ciudad de Quito, el 2 de enero del 2004. Diario El Universo, del lunes 5 de febrero del 2004, en su 2da. página, 3ra. columna, señala en forma textual: «Jorge Alberto Uribe, ministro de Defensa de Colombia, aseguró en declaraciones a la prensa que la detención fue producto de un operativo conjunto entre Ecuador y Colombia, con información entregada por Estados Unidos.» Y concluye la información del cable internacional: «Entre tanto una alta fuente militar de Bogotá dijo ayer a la agencia de noticias AFP (Agencia France Press) que la captura se logró “con el apoyo fundamental” de la Central de Inteligencia de los EE.UU. (CIA).»

Diario Extra, de Guayaquil, que siempre presenta la información y versión policial de primera mano, en la edición del lunes 5 de enero del 2004, en su 1ra. página, destaca con letras mayúsculas que cubren su portada «¡Lloran las FARC!» y con letras más pequeñas, al margen, colocan dos frases decidoras: «Guerrilla recibió el golpe más duro de la historia» y «Gringos, ecuatorianos y colombianos, unidos para capturar a Simón Trinidad». Versión nacional que encaja con la surgida en Colombia. Situación que, empero, demuestra quienes monitorean y tienen carta blanca para actuar con total impunidad, en forma consentida, en nuestro país. Sólo queda preguntarse ¿quién manda de verdad o controla en forma efectiva, con o sin autorización, el Ecuador? O, en forma alternativa ¿para quiénes trabajan en forma subordinada los que «dirigen» a nuestro país?

En el primer comunicado oficial de Álvaro Uribe, recogidas primero por la CNN, sus frases no pueden ser más claras al decir: «Felicito a la fuerza pública de la patria, a los policías y soldados por este operativo, que da toda la confianza a los colombianos de bien. Agradezco de corazón la cooperación del mandatario de (Ecuador) Lucio Gutiérrez.» (Reproducción tomada de Extra, del lunes 5 de enero del 2004, Pág. 10.) El propio presidente Lucio Gutiérrez en declaraciones que constan en Expreso, del domingo 4 de enero del 2004, Pág. 3A, da cuenta que él informó de la detención a Uribe, y comenta en una entrevista a la emisora RCN de Bogotá que esta detención «ayuda a mantener la seguridad y las relaciones bilaterales entre Ecuador y Colombia», y dice la misma información aludida de Expreso: «Gutiérrez reveló que el helicóptero que partió de Quito llegó a Ipiales (Colombia) para entregar a Trinidad a la Policía y al Ejército de ese país.» ¿Alguien concebiría una conducta análoga del presidente argentino, mexicano, brasileño o venezolano? ¡En ningún caso!

De este modo, con un acto inamistoso en alto grado con uno de los bandos contendientes en la larga guerra interna de Colombia, se involucra, por primera vez en décadas, de manera irresponsable al país en una línea de conducta que es la que le han trazado los gobiernos de Washington y Bogotá! ¿Que se ha respetado el debido proceso garantizado en el Art. 23, num. 26, de la Constitución? ¡Falso! Al acusado se le detiene sin orden del juez, no se le determinan con precisión los cargos para que ejercite su defensa, no se le permite la presencia de un abogado, no existe el respeto al trámite de deportación contemplado en la Ley de Migración, en una conducta que demuestra que en este país no existe soberanía sino servil acatamiento los requerimientos foráneos!, ¡De los procedimientos ilegales seguidos usando a un intendente ignorante y miembro de los aparatos de seguridad, según su propia confesión, ni siquiera lo conocía el ministro de Gobierno Raúl Baca Carbo! ¡Lo que evidencia que las urgencias externas se las aplica con o sin el conocimiento del ministro del ramo!

¡Es obvio que si Trinidad hubiese sido un narcotraficante el gobierno del Ecuador hubiese pedido solicitud de extradición, que le den garantías para un juicio justo y su integridad, que no ejerzan torturas ni le extraditen a otro país! ¡Pero Trinidad no es un narcotraficante sino un dirigente político, de una organización levantada en armas en su país, contrario a la oligarquía colombiana! ¡Por eso la oligarquía del Ecuador le entregó en forma fulminante dentro de un destacamento militar del vecino país, a pesar que se sospecha que estaba curándose en el Ecuador de una grave dolencia oncológica!

Y mientras la policía del Ecuador dice que fue una captura suya «casual», en Colombia pasaban por televisión todas las filmaciones realizadas con antelación a su captura en Quito, por parte de inteligencia militar del vecino país! ¡Es decir que ni siquiera actuó la policía bajo la cobertura de la Interpol, sino que eran las fuerzas militares de un país extranjero! Uno se pregunta entonces ¿quién ejerce la soberanía en el Ecuador? Y la respuesta es obvia: ¡Todos los servicios de seguridad extranjeros! ¡Salta a la vista que la lucha no es contra el narcotráfico, base mayor de la inmensa fortuna de la oligarquía colombiana y de otros países, sino contra una organización política, de raíz campesina y popular, levantada en armas en contra de la injusticia social y para que no saqueen más a su Patria! ¡Lo demás son mentiras interesadas y declaraciones retocadas! ¡La violencia no hubiese persistido en Colombia, al menos en estos niveles, si no le hubiesen excluido de la vida política a sus mayorías irredentas, a las que atropellan todos los días!

Otro hecho que no puede dejar de observarse es que no existía requerimiento de la Interpol; que recién se solicitó ese trámite internacional, por parte de las fuerzas captoras, como cobertura de última hora para poder dejarlo en manos de los aparatos de seguridad del vecino país! ¡Las violaciones constitucionales y legales en este caso son incontables y escandalosas! ¡La garantía del debido proceso recogida en los Arts. 23 y 24 de la Carta Magna (en concordancia con los Arts. 272, 273, 163, 192, 4, 16, 17 y 18 de la misma Constitución) ha sido burlada en forma escandalosa, al extremo que puede afirmarse que se ha producido un secuestro supraestatal dirigido por los aparatos de seguridad de países extranjeros con el beneplácito de las autoridades al servicio de la oligarquía ecuatoriana! Es necesario avizorar que es muy probable que, en la lógica de arrastrar al Ecuador en el conflicto interno colombiano, se cometa algún atentado en el país (oleoducto por ejemplo) y se diga que fue retaliación de las FARC y que por lo tanto, ante la «agresión», habrá que entrar de modo abierto en la contienda interna del vecino país, más aún cuando ya se disponen de 12 mil hombres en la frontera norte, esto es más del doble de los que estuvieron en el conflicto del Alto Cenepa en los primeros meses de 1995, según lo recoge Vistazo, No. 870, del 20 de noviembre del 2003, Pág. 23, 1ra. columna.

No hace falta ser brujo ni disponer de espíritu premonitorio para anticiparnos, sino hacer memoria de estas comunes y previsibles viejas prácticas provocadoras, demostrables de manera rotunda en la historia: Recordemos el hundimiento del Maine en La Habana, en febrero de 1898, por parte de los propios EE.UU., para poder justificar la declaratoria de la guerra a España y quedarse con Cuba, Puerto Rico, Filipinas, Guam y las Islas Marianas. Tampoco se puede olvidar la colocación de bombas en las iglesias del Ecuador en 1962 y 1963 con agentes de la CIA reclutados en partidos llamados «cristianos», para responsabilizar a la izquierda y exigir la ruptura de relaciones con Cuba, como en efecto sucedió, conforme lo denunció el propio responsable y jefe de operaciones en el Ecuador, el ex agente Phillip Agee, en su libro Inside Company (La Compañía por Dentro). ¿No fue el emperador Nerón quien ordenó la quema de Roma para justificar la persecución de los cristianos? ¿No está demostrada la orden de Hitler de quemar el Reichstag, en febrero de 1933, para ilegalizar a los comunistas injustamente acusados? Por ello siempre conviene preguntar ante los hechos dudosos: ¿A quién convenía y favorecía esta acción?