Viene esta nueva intervención para ratificar lo dicho en la nota prologal de mi ponencia que, sobre Modernización del Aprismo, presenté en el evento de Miami de fecha 9 de marzo último (ver Reflexiones en torno a la Modernización del Aprismo: Una nota prologal y tres temas para la reinvención del Antimperialismo Aprista”). Como ya lo señaló también el compañero Alfonso Ramos Alva en conferencia virtual de fecha 6 de abril del 2002, existe una intencionalidad que se manifiesta en cierto sector del Aprismo de ignorar el fenómeno del Imperialismo, haciendo uso intensivo de términos como “Globalización” o “Mundialización”.

Sobre el particular quiero, en primer lugar, establecer un marco conceptual de lo que significa el término “Globalización”, subrayando su doble acepción para descubrir porqué ciertos sectores del Aprismo prefieren hablar precisamente de “Globalización” o “Mundialización”, en su propósito de soslayar el importante y trascendental término “Imperialismo”.

James Petras y Henry Veltmeyer en su interesante libro en Inglés “Globalization Unmasked: Imperialism in the 21st Century”, se ocupan del doble significado que encierra el término “Globalización”. Lo tipifican tanto como una descripción (y como tal una explicación) y también como una prescripción (y como tal una ideología). A continuación los autores apuntan que la Globalización como descripción, vale decir explicación, se refiere “a los flujos de capital, de tecnología e información, dentro de un único e integrado mercado global”. En ese contexto “la Globalización es usualmente asociada con los cambios producidos en la organización capitalista” y, en general, “con la expansión de los valores y cultura asociada con ese desarrollo”.

Como prescripción, es decir como ideología, la Globalización significa “la liberalización de mercados nacionales e internacionales en la creencia que el libre flujo de comercio, capital e información producirá la mejor base para el crecimiento y el bienestar humano”.

Petras y Veltmeyer subrayan que cuando el término Globalización es usado en ambas acepciones (descripción y prescripción, o explicación e ideología), ese fenómeno es usualmente presentado “con un aire de inevitabilidad, como algo irresistible”.

Sobre la base de ese marco referencial, de ese análisis hecho por los autores citados en líneas ut supra, tenemos pues una lectura dividida, concluyen Petras y Veltmeyer, respecto de la perspectiva de la Globalización: de un lado, aquellos que ven la Globalización “como una serie de procesos interrelacionados que tienden a ser interpretados como inevitables” y, por lo tanto, algo hacia lo cual debemos responder, necesariamente, con urgentes ajustes que deben ser hechos a la brevedad. “Para esta perspectiva de la Globalización el tema es cómo un país, o grupo de países, pueden ajustarse a los cambios de la economía mundial e insertarse dentro del proceso de Globalización bajo las condiciones más favorables”.

De otro lado están “aquellos que ven la Globalización como un proyecto antes que como un proceso inevitable”. Para ellos la palabra Globalización “no constituye un término correcto para descubrir la dinámica de un proyecto que es visto como una herramienta ideológica usada como prescripción, antes que como una veraz o completa descripción” de lo que realmente viene ocurriendo a lo largo y ancho del planeta. En este importante contexto, sugieren los autores, el término Globalización puede y debería ser contrapuesto con un término que encierra una mejor descripción, un mayor valor explicativo y total del fenómeno. Ese término no puede ser otro que “Imperialismo”.

La cita y referencia de la obra de Petras y Veltmeyer resulta oportuna no solamente para confirmar una vez más “que los politólogos y científicos sociales de los propios países industrializados...hacen uso intensivo del término (Imperialismo), sin sonrojarse” y que además ellos sí “continuan en su proceso de auscultamiento de un fenómeno que es político y económico”(la cita ha sido extraída de la página 3 de mi ponencia sobre Modernización del Aprismo). La cita referencial también resulta particularmente útil para probar que esos dos sectores interpretativos del mundo a que se refieren Petras y Veltmeyer, es decir “Globalistas” y “Antimperialistas”, conviven hoy al interior del Aprismo.

La mejor expresión del primer sector la encontramos en el texto elaborado por el CONAPLADES, documento titulado “Agenda del APRA en el nuevo siglo” (texto publicado por “Pueblo Continente”, ver link “Taller de Estudios Antenor Orrego”). En dicho documento, específicamente en su “Marco Doctrinal”, los autores señalan textualmente:

“La fase actual de Mundialización de la economía o de Globalización, es la etapa más avanzada del desarrollo de las fuerzas productivas, una tendencia progresiva del desarrollo humano y, por lo tanto, no cabe oponerse a su realización”.

A continuación los autores se remiten, como referencia doctrinal, sintomáticamente, a Anthony Giddens y ejercen una tenue apología a la intervención estatal para alcanzar la justicia social. Ni una línea acerca del Imperialismo. La cita reproducida líneas arriba es entonces reveladora.

Otra expresión de esa tendencia, todavía ambigua en él, la encarna un lider a quien aún otorgo el beneficio de la duda porque, lo subrayo, hasta la fecha no tiene un documento escrito que esclarezca su posición en torno al tema. Me estoy refiriendo al propio compañero Alan García Pérez. En efecto, en su discurso sobre “Modernización del Aprismo”, conferencia de 17 de octubre del 2001 en el Aula Magna (escuchar el audio de la conferencia en “Balcón Andino”, página “El Militante”), García, adentrándose en el tema de la Globalización, nos dice, entre otras cosas, que Haya se hubiera identificado con el Internet, con el celular, con este capitalismo del conocimiento, de marcas y tecnologías. Nos dice que el conocimiento viene hoy a tráves de las computadoras, de nuestra formación, del teléfono y que la información, gracias otra vez al Internet y al satélite, llega en el preciso momento en que se produce y nos convierte en testigos presenciales de la noticia. Es la revolución del conocimiento, subraya García.

Es decir, su discurso político-ideológico se reduce, si nos remitimos al marco conceptual a que se refieren Petras y Veltmeyer al iniciar este artículo, a una perspectiva de la Globalización como descripción, en otras palabras como explicación. Se trata pues de una actitud contemplativa del mundo sobre la base de una explicación limitada del impacto de la Globalización en otras partes del planeta, soslayando sus efectos negativos sobre las naciones pobres del sur y, lo que es más grave, ignorando la intencionalidad ideológica que tiene la Globalización como proyecto político, es decir como lo que realmente es en toda su dimensión, y subrayémoslo, “Imperialismo”(1)

En su más reciente obra “Modernidad y Politica en el siglo XXI” García confirma su limitada concepción del Imperialismo al repasar, nuevamente, su cronología histórica sin efectuar un análisis exhaustivo de la nueva personalidad de este fenómeno de nuestro tiempo fundamentalmente cultural y reiterativamente económico y político. La única “novedad” está consignada en las páginas 213 (último párrafo) y 214 de ese libro cuando García señala expresamente lo siguiente:

“Pero también el concepto del Imperialismo ha de ser renovado en su contenido ante las nuevas formas de dominación o presión internacional. Aunque la vieja expresión del Imperialismo militar y económico promovido por la política de algunos países vuelve a veces a la escena, el concepto actual del Imperialismo es el Globalismo como imposición de conceptos asimétricos que benefician solo a los países globalizadores. Es la predica de conceptos que no se aplican así mismos los países más desarrollados, como la apertura indiscriminada, el retiro de los subsidios o el imponer la subordinación de los países al fin exclusivo del pago de la deuda externa" (2)

Como puede apreciarse Garcia no se refiere al problema estructural de las inversiones internacionales productivas (es más en la página 213, párrafo inmediatamente precedente al citado señala García, ignorando el problema estructural de las inversiones productivas: “Hay que crear riqueza para el que no la tiene mediante el empleo, la inversión productiva y la informática”). Su apreciación no pasa de ser una condena a la doble moral de los países industrializados al aplicarnos condicionamientos que no se aplican ellos mismos. A eso le llama García “Globalismo”, ensayando una terminología supuestamente novedosa para reemplazar el término “Imperialismo”, y así inexplicablemente para García las distorciones estructurales de la Globalización NO son parte de éste sino del “Globalismo” (?). Todo esto evidentemente no constituye un análisis científico del nuevo Imperialismo y su impacto en nuestras naciones, fenómeno al que García, sintomaticamente, no lo considera más como uno constante (dice García “aunque la vieja expresion del Imperialismo militar y económico promovido por la politica de algunos países (?) vuelve a veces a la escena”) ¿A veces??

Por todo ello, y en lo que atañe a asuntos domésticos, es necesario esclarecer posiciones en el Aprismo. Y es importante insistir en la necesidad perentoria de llevar a cabo un congreso ideológico y programático, para debatir, fraternalmente, democráticamente, pero urgentemente, en torno a estas dos tendencias que hoy conviven en el Aprismo.

Y decimos que ese debate es urgente, además, porque en el Aprismo persiste un peligroso divorcio entre el análisis socio-político y el económico (el menos intensivo al interior del Partido del Pueblo) teniendo como contexto la escena de la economía mundial. Teorizamos sobre la democracia, el papel de la sociedad civil, la crisis de los partidos políticos, proponemos su modernización. Teorizamos sobre el Parlamento, la leyes de la República, la nación, el Estado, la concertación, el toledismo y su falta de liderazgo. Todo esto está bien. Pero está mal si no arranca de una interpretación de la nueva realidad económica de nuestra época, del cambio dramático que se ha producido en la dirección y localización de la inversión internacional de capitales productivos y la concentración de ingentes recursos en los países industrializados para la inversión en alta tecnología, o la absorción de esos capitales por las coorporaciones internacionales (ver mi ponencia “Reflexiones en torno a al Modernización del Aprismo...”, páginas 4 al 8)

Ese es el tema histórico que debería abordar el Aprismo. Lo demás es pirotecnia o evasión. ¿Por qué esta evasión? Porque la tendencia que marca el colapso del sistema capitalista recreado en nuestros países sobre la base de la inversión extranjera revela, además, que el problema relativo a la falta de recursos financieros internacionales en la región, que sean realmente productivos, no es solamente el resultado de equivocadas políticas económicas nacionales que desalientan a los inversionistas extranjeros. Tampoco llegarán esos capitales con las recetas salvajes del Fondo Monetario Internacional (como lo prueban el caso argentino o la economía-ficción chilena, basada en la exportación de recursos naturales). El problema de las inversiones extranjeras es de carácter estructural, relacionado precisamente con las nuevas tendencias de los flujos de capital internacional localizados en los países industrializados y sus cooporaciones internacionales.

Por ello la clase política latinoamericana ha quedado huerfana de alternativas, lactantes ayer de ese flujo de capital hoy localizados en otras partes del globo. Por ello no existe mayor diferencia entre lo que es oficialismo y oposición. Por ello han surgido en Latinoamérica candidatos socialdemócratas que luego han mutado, sin ambages, al neoliberalismo, fracasando estrepitosamente. Por ello esa clase política, carente de imaginación, nos ofrece únicamente resignación, gobernabilidad, democracia republicana y parlamentarismo estéril, o la sintomática reducción o castración de la propuesta integral del Congreso Económico Nacional a un simple consejo consultivo, temerosa de perder su último bastión en el poder liberal que en secreto defienden.

Esa clase política ha llegado a su techo. Desnuda por la nueva realidad que no comprenden o no quieren abordar, han reducido la política, como bien lo señala Mohamned Bamyeh en su libro “The Ends of Globalization”, a un simple juego por el poder, políticos por su propio interés, sometidos al cálculo electoral. “Ellos, desnudos por la nueva realidad, han reducido la política a una simple vanidad”.

Por esa razón la política debe ser refundada y el Partido del Pueblo inmediatamente reestructurado. Al debate ideológico entre Globalistas y Antimperialistas, debe añadirse la modernización organizativa. Pero no aquella reestructuración “funcional” que organiza a la clase laboral en agrupaciones de “mototaxistas”, “ambulantes”, “artistas”, “intelectuales”, es decir la llamada “confusión no domiciliada”. Esa es una nueva forma de clientelismo político si esas nuevas fuerzas de la sociedad civil no comparten democráticamente el gobierno del partido, para convertirlos de víctimas a protagonistas del drama político, asumiendo poder de decisión al interior del APRA y legitimando, así, la línea social y antimperialista del Partido del Pueblo.

Porque la lucha contra todo Imperialismo es y debe ser el norte de nuestros propósitos, nuestro elan vital y la actitud inspiradora en cada día de nuestras vidas.
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Notas

(1) El analisis de la descapitalización no ha sido abordado por Alan García. En su libro “La Falsa Modernidad” aborda la descapitalizacion unicamente desde la perspectiva de la deuda externa y su impacto en Latinoamérica. García no se refiere al cambio en las tendencias de las inversiones internacionales productivas en su localización y dirección y mucho menos al problema relativo a la descontinuidad de la transferencia de tecnología y ni siquiera insinua que ambos elementos puedan constituir evidencia de la transformación del Imperialismo en Indoamérica. En contraste el suscrito probó con estadistica y sobre la base de estudios realizados por politologos de los paises desarrollados en torno al tema de las inversiones (ver la “Ponencia de Miami”) que el Imperialismo vive una nueva etapa, segunda en Indoamérica, de descapitalización que va más allá del importante tema de la deuda externa y la fuga de capitales (es decir, y reitero, las nuevas tendencias de las inversiones internacionales productivas y el cese de la transferencia de tecnología). Todas estas tésis, además, se remontan en su publicación al año 1996 y fueron pergeñadas por el suscrito entre 1993 y 1994 .Cabe agregar además, en este punto, que García inicia sus referencias al Imperialismo de nuestro tiempo, desde su particular punto de vista claro está, con la primera entrevista que concedió a la revista “Caretas” y en la que tuvo una desafortunada referencia en torno a ese tópico, ampliamente comentado por el suscrito en la lista de discussion política “Apra Global”. Luego tenemos su discurso sobre “Modernización del Aprismo”, conferencia de 17 de Octubre del 2001 en el Aula Magna (escuchar el audio de la conferencia en “Balcón Andino”, página “El Militante”) y también el discurso en el Congreso de la Republica, publicado por la página de Internet oficial del partido, En todas estas participaciones García hace una evocación cronológica, un repaso histórico del Imperialismo y certeramente prueba cómo Haya de la Torre interpretó, en su momento, esas transformacions y punto.

(2) Alan García Pérez, “Modernidad y Política en el siglo XXI”.

(*) Artículo actualizado que contiene referencias al último libro de Alan García “Modernidad y Política en el siglo XXI”