Apoyado por miles de habitantes de los barrios más pobres de toda Venezuela, que para votar soportaron colas inclusive hasta las tres de la mañana del lunes 16 de agosto, el Presidente Chávez derrotó por octava vez en las urnas a la oposición. Seis millones de votantes refrendaron en la jornada del domingo 15 a la Revolución Bolivariana. Una nueva lección de movilización y de organización dieron los descalzos de Venezuela al mundo entero.

Con este triunfo se está cerrando el ciclo patrocinado por los Estados Unidos para derrumbar al líder venezolano e impedir la continuidad del proyecto histórico que hecha raíces en la tierra de Bolívar. Recuérdese que ese ciclo ha incluido intentonas de golpe “cívico – militar”, masacres en las calles de Caracas para insuflar un alzamiento cívico – militar, saboteo industrial y parálisis económica e inclusive contratación de paramilitares colombianos para que lideren un golpe de facto.

Las primeras respuestas de la comunidad internacional no dejan dudas: los Estados Unidos tendrá que reconocer este triunfo y cambiar de estrategia para derrotar el movimiento bolivariano. Por el momento, sus declaraciones contradictorias nos permiten percibir el desconcierto que reina en la Casa Blanca.

Por su parte, las declaraciones de los voceros de la oposición reclamando un triunfo inexistente y su incapacidad para alzar a la población a exigirlo, deja a los Estados Unidos con unos aliados quebrados y divididos, lo cual dará un respiro al gobierno. Ahora mismo continuarán alegando fraude como un mecanismo para dilatar las elecciones para gobernadores, a realizarse en dos meses. No tienen más recurso, su derrota electoral inclusive en estados (departamentos) como el de Zulia, donde hasta el día de las elecciones conservaban gran parte de su poder tradicional, lo evidencia: la vieja oligarquía venezolana está quebrada. Un nuevo actor, en movimiento desde hace más de un lustro, consolida sus bases y la arrincona.

Lo que resta por esclarecerse es hasta dónde son capaz los Estados Unidos de continuar su conspiración. De alguna manera ya habían previsto su derrota electoral y le recomendaban a la oposición medidas por tomar. En la revista “BCB Bloque Central Bolívar” de las Autodefensas Unidas AUC en sus páginas 22-25 anticipa, sustenta y da argumentos de y para la oposición venezolana sobre fraude en la consulta electoral que se realizaría en agosto.

Una muy posible pista de su actuación, igual que lo hicieron con el Plan Colombia, puede ser la elaboración de una especie de ‘Plan Venezuela’. Un “plan” que para su desarrollo muy seguramente contará con sus aliados paramilitares en Colombia. Un gobierno de Álvaro Uribe debilitado por su incapacidad para imponerse militarmente y aislado en el campo internacional en su discurso autoritario le dificulta el escenario. Su maniobra, ante la exigencia de 22 gobiernos para que acceda al intercambio humanitario, no deja dudas de su aislamiento.

Luces de una nueva organización

Distintas voces criticaban la “Revolución Bolivariana” por lo heterodoxo de su modelo: la ausencia de un liderazgo clásico de izquierda (un partido), el recurso del nacionalismo como motor de organización y la debilidad de sus formas organizativas territoriales. Las elecciones que acaban de celebrarse también cierran este debate: desde las barriadas, como lo hicieran en respuesta al golpe del 11 de abril, se movilizaron miles de miles. ¿Cómo están organizados? ¿Qué novísimos canales ha potenciado este proceso histórico? ¿Cómo se relaciona la dirección política del mismo con el pueblo?

No hay duda, hay organización, ¡y de que tipo! Ahora sabemos que la movilización creativa y participativa de los millones de votantes por el No, fue posible gracias a un nuevo movimiento social que desde abajo -y con la camiseta roja del ¡NO!- consiguió que cada habitante-líder en formación en los barrios convocara a por lo menos diez vecinos suyos para asumir —en esta ocasión— la tarea electoral y que en adelante abordará las tareas sociales y de gestión para superar la miseria y la pobreza. Tenemos, de esta manera, el embrión de un nuevo actor de gobierno y de poder. Uno con sentido histórico (algo perdido en Colombia), con comprensión de sus intereses y con un referente de liderazgo que le permite una orientación política precisa y acertada. La acumulación de un intenso saber a partir de la variada e intrincada conspiración que le ha toda vivir, además del cambio de naturaleza del poder político en su país, les abona un saber práctico que sin duda es su mejor brújula.

Mientras tanto, Colombia para un cambio de la naturaleza del gobierno y del poder seguirá a la espera de un liderazgo social y político legítimos.