En el caso primero, se trata de un culto de origen indígena, luego enriquecido con elementos del sincretismo cultural mestizo del venezolano. Estos últimos no son siempre los más coherentes en relación con la significación originaria del culto. En su forma más esencial y fiel, María Lionza personifica la noble Madre Naturaleza, que a todos ve como hijos, que a todos cobija, que a todos nutre en forma generosa. María Lionza, la "dueña de los bosques y musa de las aguas". María Lionza, la anunciada por la mariposa azul -ser de los ámbitos naturales pristinos y de la transmutación. María Lionza, la que cabalga sobre una danta. Esto último tiene un especial significado. Se trata de un animal antiquísimo (como especie se le atribuye unos 40 millones de años de antiguedad), sagrado también para los indígenas, pues representa el poder de la creación (en la cultura piaroa, por ejemplo, Wajari el Creador tiene personalidad de danto), y representa también la protección y la sabiduría. La gran escultura de Alejandro Colina plasmó ambos elementos: la majestuosa Reina y su ancestral corcel la danta.

El Ávila, por otro lado, ha sido desde que se tenga memoria el gran Cerro guardián del Valle de Caracas, y hoy en día, por lo que aún irradia, bálsamo inapreciable para los habitantes de la azarosa moderna urbe que se yergue a sus pies. El Ávila ha sido venerado por los aborígenes pre-colombinos, alabado por Humboltd, pintado en forma excelsa por Reverón y Cabré, cantado por Ilan Chester; y por tantos otros autores, peregrinos y visitantes agradecidos. El Ávila, en verdad, es el emblema natural de la urbe capitalina, hasta el punto de que la ciudad ya no sería la misma sin él. De allí la expresión de Caracas como "la sultana" o devota filial del Ávila. La población también ha conocido la furia vengadora de la que es capaz la naturaleza agredida de los dominios del cerro, como lo mostró el terrible deslave de 1999 en Vargas, que también dejó resentida la parte sur de su codillera que mira a Caracas.

Los aborígenes pre-colombinos llamaron al cerro Wariepano, que quiere decir: "lugar de dantas". Lo que se conecta con lo de María Lionza. Como dato curioso, la María Lionza de Colina originalmente miraba al Ávila, desde su inicial ubicación en predios de la UCV. Luego fue mudada a una isla en el centro de la vecina autopista Francisco Fajardo donde fue puesta a ver hacia el oeste. No fue trasladada allí para cumplir alguna misión especial de "exorcismo", como podrían algunos pensar al recordar que dicha vía lleva el nombre del primer conquistador español que irrumpió en el valle de los indígenas Caracas.

El derrumbe de la estatua de María Lionza tuvo lugar el domingo 6 de junio (6-6), el fin de semana que comenzó en grande la campaña hacía el venidero crucial referendum presidencial con grandes marchas de ambos lados, y en particular el día en que se escenificaba la concentración oficial. El suceso del derrumbe ha sido tomado por muchos venezolanos como muy mal augurio. Luego de años de descuido, y en medio de una reciente gran controversia por su destino físico, la vieja y contaminada escultura no aguantó mas y se vino abajo. No fue un secreto para nadie que una sórdida pugna política, vinculada con la polarización que ha vivido el país, estuvo en el fondo de dicha controversia. Al final, la escultura y el patrimonio público fueron los grandes perdedores pues, tanto por el descuido pasado como por la irracional reciente diatriba, se perdió un tiempo valioso para ocuparse oportunamente de la restauración de la obra.

Contenida por el andamiaje que la rodeaba, el torso de la derrumbada Reina quedó mirando al cielo.

Para muchos, lo ocurrido con Maria Lionza viene a coronar un largo proceso de desidia por los bienes públicos de la ciudad capital, agudizado en los últimos tiempos. Proceso caracterizado por el generalizado vandalismo de otras obras emblemáticas del ornato público.

También por un descuido patético de la infraestructura vial y peatonal, incluso a expensas del más elemental respeto por la seguridad y vida de los ciudadanos. El vandálico desmantelamiento de las varandas del nivel más alto de la Avenida Libertador (léase esto último bien: la Avenida Libertador, el Padre de la Patria) y los múltiples innumerables "huecos asesinos" en las calles de nuestra ciudad son testimonios elocuentes de lo anterior. La invasión desenfrenada de una cultura buhoneril de quincalla importada barata y comida chatarra popular, ha sido otro de los rasgos del proceso de degeneración. Si bien dicho fenómeno ha provisto una fuente de empleo a varios miles de compatriotas, ha sido en su primer aspecto un flaco servicio a una verdadera economía nacional endógena-sustentable y la superación del consumismo irrestricto que ha caracterizado al país; y, en su segundo, un pésimo aporte a la salud del pueblo. Una decadencia caracterizada además por el aumento marcado en la inseguridad personal y la criminalidad. Por el desborde de la basura. La contaminación atmosférica, sónica y visual (esta última tornándose particularmente abusiva en los últimos tiempos al copar en forma atosigante todos los espacios de la ciudad con vallas y avisos consumistas de todo tipo). El irresponsable otorgamiento de permisos de construcción para viviendas y centros comerciales en zonas donde ya los servicios públicos no aguantan más. La obstrucción y saturación de la infraestructura de drenaje de aguas de la ciudad (que la hace altamente vulnerable a un deslave tipo tragedia de Vargas).

Y, finalmente, una degeneración caracterizada en forma destacada por el crecimiento incesante de la ranchificación informal, incluso en los lugares mas precarios -con grave peligro para los propios moradores. Este último problema, de ribetes decisivos para el futuro de la ciudad, sabemos que es de vieja data. Según Hector Atilio Pujol, en Caracas había en 1948 (durante Rómulo Gallegos) 20.000 ranchos y unos 120.000 moradores de los mismos; el problema ya causaba gran preocupación en esa época y de allí que se acometieran grandes proyectos de transformación y contención de las rancherías como el de El Silencio -que hizo historia. A pesar de los esfuerzos anteriores, en 1958 (10 años después, al término del gobierno de Pérez Jiménez) eran ya 42.000 los ranchos (el doble) y unos 380.000 sus habitantes (más del triple en población) -aunque concentrados mayormente en la franja de San Martín a El Calvario. En la actualidad (unos 40 años después) estamos ya en la astronómica cifra 600.000 ranchos y tres millones de personas concentrados en los mismos! En los últimos tiempos la ranchificación ha crecido en forma meteórica al amparo de una cultura política que parece legitimar una mentalidad de ocupación-invasión y la invocación de derechos; en desmedro del orden urbano elemental y el cumplimiento de deberes -en una especie de libertinaje tipo "lejano oeste". Esta cultura de ocupación-invasión la ha emprendido incluso contra áreas del Parque Nacional El Ávila que hasta ahora habían sido protegidas de la terrofagia y la depredación humana, como se ha podido apreciar en particular por la penetración desde las zonas de La Pastora, Catia y Los Frailes.

Ver a Caracas hoy es ver a una ciudad a la que parece haberle pasado por encima una nube de langostas. Hoy en día habría que cambiar la estrofa del Himno Nacional que dice "Seguid el ejemplo que Caracas dio"...

Como se ve de todo el anterior listado, se trata de una problemática abrumadora y compleja donde la responsabilidad no sólo descansa en las autoridades -anteriores y de turno- sino también en el modelo económico terrófago, en la ciudadanía toda, y en la crisis de valores general. A la amenaza invasora ranchificadora desde barriadas populares, se añade la amenaza del desbocado turismo comercial "high", en lugares del Parque como Galipán, y la propia cima del Cerro.

En relación a esto último, un poderoso consorcio empresarial local (agrupado en una compañía de nombre Inversora Turística Caracas, e integrado por los grupos Mezherane y Velutini) ha recibido de las autoridades la buena pro" para operar el teleférico y el Hotel Ávila, y montar una especie de "Disneylandia criolla" en las alturas con el nombre de "Ávila Mágica". Según lo que hemos podido conocer en una reciente visita, el mencionado proyecto en base a una concesión a 30 años, abarca la reactivación del servicio de teléferico (tanto en el tramo Caracas-Ávila como el del Ávila-Litoral), la restauración del Hotel Humboltd para uso comercial cinco estrellas (ya se están alquilando sus amplios salones incluso para suntuosas fiestas nocturnas), y, además de lo anterior, 8 restaurantes a lo largo del filo del Cerro, un gran "sport-bar" con una pista de baile, mini-kioscos de venta de diversos productos de consumo, eventos musicales, pista de patinaje, y.. hasta un casino !...

El tema del casino merece algunos comentarios especiales, por su particular significación. Se trata de una industria basada en el vicio, la adicción y la miseria humana. Por lo tanto, muy poco edificante desde el punto de vista social, escénico y espiritual sería ubicar en la cima del Ávila una actividad de semejante naturaleza.

Pero ya sabemos que la responsabilidad del negocio de un casino concierne no sólo al inversionista sino a quien le he dado el permiso. Según lo que hemos podido conocer, los permisos básicos para todo el proyecto fueron dados en el primer semestre de 1998, vale decir en tiempos del último gobierno de Caldera. La vigente ley concerniente a los casinos data también de esa administración, y fue aprobada un año antes en 1997, curiosamente, según se nos informara, con una provisión de especial excepción o facilitación para el caso de la cima del Ávila.

Por otro parte, ha sido pública y notoria la permisividad en materia de bingos y casinos que se ha desatado durante la actual V República. Los valores casineros, en todo caso, son muy poco fieles al ideario del Padre de la Patria Simón Bolívar. Es conocido el gran rechazo que el Libertador profesó por los juegos de envite y azar. La siguiente admonición a un sobrino suyo, de nombre Anacleto Clemente, que se había aficionado a los mismos, habla por si sola: "..si no abandonas ese maldito vicio del juego, te desheredo para siempre; te abandono a ti mismo. Es una verguenza para ti y para tu familia ver la infame conducta que has tenido en Bogotá, librando contra tu pobre madre sumas que no las gasta un potentado, abandonando a tu mujer, y para hacer lo que faltaba desacreditando al Vicepresidente, faltando de este modo a tu patria, a tu familia, y tu sangre...Creo que te he dicho bastante para que conozcas mi enojo."

Hasta Pérez Jiménez se opuso a la idea de un casino en la cima de El Ávila, a pesar de que el propio arquitecto del Hotel Humboltd, Tomás Sanabria, se lo sugiriera. Resulta lastimoso que viniera a ser durante la supuestamente moralmente superior era democrática que se autorizara o convalidara tamaño dislate e irreverencia en la cima del sagrado cerro guardián.

Por otro lado, el General no quedó tan bien con lo del propio Hotel. Una edificación tan alta (19 pisos) en un filo de montaña como el de El Ávila, habría sido desaconsejada por los universalmente sabios principios del Feng Shui, la milenaria ciencia que norma la construcción de edificaciones en base el respeto a las energías naturales de un lugar. Estas energías, la del viento, del vacío, de la altura, y otras más sutiles, son particularmente poderosas en un filo de montaña como el del Ávila, y no augurarían buena protección o fortuna para los operadores o residentes de una estructura como la del construido Hotel. ¿Explicaría lo anterior el infortunio persistente que ha habido para hacer "rendir" dicha inversión desde su erección hace mas de 40 años -incluyendo el haber estado cerrada casi la mitad de su vida ? Por el contrario, tanto por la fisonomía como por la energía del lugar, el Feng Shui recomendaría más bien, si acaso, la edificación en él de templos o antros de naturaleza espiritual de baja altura, y siempre lo mas guarnecidos posible. Algo en concordancia, precisamente, con la atribución natural de sagrado que los moradores del Valle le han dado al Cerro desde que se tenga memoria.

La construcción del hotel habría sido también, pues, otro gran dislate e irreverencia mayor al Cerro, y por tanto, según la ley espiritual de "cosechar lo que se siembra", otro "karma negativo" para el General, quien ya tenía a cuestas el de haber aprobado el traslado de la estatua de María Lionza de su sitio inicial en la UCV (de cara al Ávila) al de la isla en medio de la autopista (de cara al oeste).

¿Contribuyeron ambos sucesos al fatal karma final del derrocado General?
Una exposición audiovisual "educativa" de los operadores de Ávila Mágica, mostrada en la cima para los visitantes, habla además de evitar la contaminación sónica y visual en el Parque. Un ruidoso concierto de guitarra eléctrica al aire libre que pudimos presenciar en el mismo lugar y en los funiculares, así como las diversas vistosas propagandas de productos de consumo -estimulantes y chucherías- lucen en flagrante contradicción con lo anterior.

En este contexto, el proyecto Ávila Mágica prevé atender además una vez alcance su pleno desarrollo hasta unos 4.000 visitantes al día, ó 120 mil al mes, ó de uno a dos millones al año; una afluencia masiva sin precedentes al Parque que por sí sola, e incluyendo todo el impacto y deshechos a dejar, ya debería ser motivo de gran alarma en relación a la garantía de su protección y preservación.

¿Puede tan masivo proyecto de "Disneylandia materialista y casinera" estar a tono con el carácter espiritual ancestral del lugar, su vocación de santuario-escuela natural, escénica, su carácter de Parque Nacional? De muy poco buen augurio puede ser para Caracas y el país una profanación mayor del tan venerado cerro. ¿Cómo es posible que un Estado tan rico como el venezolano entregue El Ávila a lo que luce como una privatización disfrazada inconsulta, de estrechos fines, en desmedro de un patrimonio público tan emblemático? Sin duda es posible concebir otro plan de uso que enaltezca el mejor cuido del Ávila, que ofrezca bienes y servicios más sanos y de más altos valores a los visitantes; que constituya un verdadero proyecto recreacional-ecológico-educativo y de enriquecimiento espiritual; incluso con un legítimo y decente lucro para la iniciativa privada. Y todo lo anterior, en dosis adecuadas, a fin de no gravar al ecosistema más allá de su límite de tolerancia.

El Ávila podría seguir siendo así el cerro guardián protector, el bálsamo-sanador de Caracas que siempre ha sido, evitando lo que sería más bien un "Ávila pesadilla".

Lo mismo podría decirse para la problemática de su tan venida a menos "sultana", la ciudad capital. Atender sus graves problemas de maltrato y desamor, requerirá de un profundo cambio de paradigma. El mismo pasa incluso por limitar el ya insostenible crecimiento de la ciudad, en vista de la presión excesiva que ya existe sobre recursos vitales como la tierra, el agua, la electricidad y la capacidad de los servicios públicos. Y pasa por volver incluso a políticas serias, eficaces y persistentes de desconcentración poblacional con miras a incentivar el traslado de población a zonas fuera del área metropolitana más convenientes, y en particular hacia el interior del país.

Políticas que deben ser acompañadas naturalmente por una verdadera desconcentración y diversificación económica muy distinta de la petroadicción en que se ha basado la economía del país. Petroadicción rentista-facilista; corruptora; centralista; antidemocrática perse, tenga quien tenga el control del petróleo, en vista de la inherente naturaleza concentradora de poder de dicha industria; y contaminante-destructora del ambiente nacional y del planeta. Por la misma ley espiritual antes mencionada, de una riqueza mal habida o insana como la anterior no puede generarse una riqueza bien habida o sana. Sin embargo, tanto desde el actual gobierno como desde la oposición, en el presente y en el futuro todo sigue gravitando en torno a la explotación y control del petróleo; cuando el país podría perfectamente vivir de otro tipo de riquezas, incluso con base en a sus otras abundantes energías renovables y ecológicas -en ejemplo de conversión para el mundo. La superación de la petroadicción es, desde un punto de vista espiritual y kármico, una meta imperativa aun no seriamente asumida por el país nacional, sin el cumplimiento de la cual no podrá haber ni sanación ni paz nacional.

El cambio de paradigma pasa, sobre todo, por una reeducación de la población hacia una nueva cultura cívica y más autorresponsable. de mucho mas sanos valores. En ella, los medios de comunicación tienen un papel muy importante que jugar, mucho mas allá de su mera invocación de la libertad de expresión, al amparo de la cual ha prosperado, salvo honrosas excepciones, una escuela de antivalores, particularmente en el caso de la programación cotidiana de la televisión. Valores materialistas, consumistas, de violencia, desenfreno sexual y pornografía, chabacanismo, individualismo, tendientes a una idiotización de la población. Los medios tienen que ocuparse en forma coherente de sus deberes para con el país, y la sociedad toda debe exigírselos. Al igual que en el caso del petróleo, un cambio de paradigma en el papel de los medios en nuestro país -algo también posible si hubiera voluntad-, sería un ejemplo y servicio para el resto del mundo. Se trata de otra meta imperativa en el plano espiritual y kármico aun no seriamente asumida por el país nacional, y sin el cumplimiento de la cual tampoco habrá ni sanación ni paz nacional.

No por accidente, petróleo y medios han estado dramáticamente en el epicentro de la gran crisis política que ha vivido el país, como en ninguna otra parte del mundo. Hay con ellos un mensaje kármico-espiritual de cambio que atender, realmente por atender.

La crisis y toda la agonía que Venezuela ha vivido en los últimos años, ha servido para que el país madure significativamente. Existe ahora una conciencia de que es imposible seguir como antes, de la necesidad de grandes cambios, un deseo de participación; que antes no existían, y que existen en pocos lugares del mundo. Ya nada en Venezuela podrá ser como antes. A pesar de toda su crisis y agonía, es un país que está vivo, que se ha movilizado a la calle en pos de algo nuevo -aun cuando ese algo aún no esté claro ni sea compartido por todos. Todo ésto no es poca cosa en el actual mundo tan anestesiado, aun mayormente dormitando en el suicida curso del buque Titanic.

Sin embargo, el Cosmos nos reclama mucho más: una mayor conciencia sobre las causas de raíz de lo que estaba mal, un mucho mayor acierto sobre el cambio requerido, una mucho mayor autorresponsabilidad para lograrlo, y un verdadero proyecto nacional, o una unificadora "Misión Venezuela", en la que quepamos todos y que nos convoque a todos.

En conclusión, puede existir otra lectura, más afirmativa de la fractura de la estatua de la Reina Madre Lionza: Su suprema inmolación por un país pecador, irreverente y fraticida. A fin de protegerlo (incluso clamando al cielo por ello, que sería una interpretación del haber quedado su rostro mirando hacia arriba), contribuir a la redención de sus faltas, y contribuir a su despertar a un nuevo tiempo de auto-responsabilidad y luz. La fecha del suceso, cargada del número seis, podría ser también muy significativa en ese sentido. En la ancestral ciencia de la sagrada numerología, el seis significa "Creación, articulación del Universo, hacedor del alma". Creación también representada por la danta en que se yergue la Reina, que no se partió, que aún quedó en pie, quizá mostrando también que el propio culto a María Lionza tiene que depurarse para ser más fiel a su esencia.

Existe también otra lectura más afirmativa de la amenaza de profanación mayor que asedia hoy al Ávila: la de que el descuido del Padre-Cerro por los que hemos vivido bajo su regazo ha ido demasiado lejos. La de que somos los caraqueños y el país los que ahora tenemos que acudir en su auxilio y protección para que pueda seguir siendo el emblema natural de la ciudad, nuestro augusto guardián, nuestro preciado bálsamo.

A la luz de todo lo anterior, así como los venezolanos parecemos haber entendido que la gran confrontación política que hemos vivido en los últimos tiempos no se va a solucionar a punta de balas, también debemos concientizar que no se va a solucionar tampoco sólo a punta de votos -y menos con base en un caldeado referendum, a cuya radicalización podrían contribuir también factores geopolíticos externos interesados.

Requerirá en el fondo de una verdadera reconciliación nacional y de un verdadero propósito de enmienda hacia un profundo cambio de valores, de paradigma o civilización, el cambio que necesita también el resto del mundo para salvarse. El tamaño de los problemas y retos confrontados reclama no menos de lo anterior. Es insensato seguir peleándose por puestos en una casa carcomida que está haciendo agua por todos lados y que requiere de un reemplazo.

El tiempo para estar a la altura de la empresa unitaria se acaba. El abismo o el Cielo se presentan ante nosotros en encrucijada; dependiendo de que terminemos de despertar, y de lo que hagamos hoy, a tiempo.

Con tal purificación nacional y tal re-reencuentro en torno a un verdadero y alto proyecto de cambio nacional, estaríamos asegurando también la solución no violenta de la agónica crisis política que hemos vivido. Una solución capaz no solo de no dejar ningún rencor entre los anteriores enemigos sino también de convertirlos en amigos y aliados solidarios en la construcción de un nuevo país. Un nuevo país en beneficio y luz para sí y el resto del mundo.

Las señales para la imperativa purificación indican el camino. Con la generosidad, amplitud, nobleza, magnanimidad, y sabiduría de la Madre Naturaleza. Con el poder divino superior manifestado en la Reina María Lionza y su danta, y albergado en el asediado Cerro-guardián del Ávila.