El film documental sobre George W. Bush del cineasta estadounidense Michael Moore está mostrando la verdad de lo que representa la actual administración norteamericana.
Foto D.R.

Hace poco cené con un conocido encuestador que había trabajado a menudo para los republicanos. Me dijo que cuando fue a ver Fahrenheit 9/11 se perturbó tanto, que dos veces tuvo que salir a dar unos pasos por el vestíbulo para tranquilizarse. «La Casa Blanca de Bush dejó abierto un gran vacío cuando llegó el momento de explicar la guerra al pueblo estadounidense», me dijo. «Y tu película ha llenado ese vacío: ahora no hay forma de vencerla. Es la bomba atómica de esta campaña.»

Me contó que había realizado una encuesta informal con el público que acudía a ver Fahrenheit 9/11 en tres ciudades diferentes y los resultados fueron siempre iguales. «En esencia, 80 por ciento de las personas que entran a ver tu película son votantes por Kerry, y la película los inflama en una forma que rara vez se ve en los demócratas.

«Pero -añadió-, he aquí la mala noticia para Bush: aunque 80 por ciento de los que entran a ver tu película son votantes de Kerry, 100 por ciento de los que salen de verla son votantes por Kerry. Nadie puede salir de esta película diciendo: ‘voy a votar con convicción y entusiasmo por George W. Bush’.»

Sus descubrimientos son similares a los de otras encuestas llevadas a cabo a todo lo ancho del país. En Pensilvania, un sondeo de Keystone mostró que 4 por ciento del apoyo a Kerry proviene de personas que decidieron votar por él después de ver Fahrenheit 9/11 y, en una elección que será muy cerrada, 4 por ciento es un margen amplísimo. Una encuesta de Harris encontró que 44 por ciento de republicanos que vieron el filme lo califican de «positivo». Otro sondeo, que se dará a conocer esta semana, muestra un cambio de 21 puntos en la tasa de aprobación de Bush entre públicos integrados por indecisos a quienes se exhibió la película en Ohio.

Mi amigo encuestador me dijo creer que si Kerry gana, Fahrenheit 9/11 será una de las tres principales razones de su victoria. Su único problema, añadió, es cuántas personas podrán verla antes del día de elecciones. Mientras menos la vean, mejor para Bush.

Sin embargo, ya 20 millones de personas la han visto... y la encuesta de Gallup señaló que 56 por ciento del público estadunidense ha visto o planea verla ya sea en cine o en video casero. El dvd y el video casero de nuestra película, gracias a que los distribuidores atendieron nuestras súplicas de ponerlos a la venta antes de noviembre, estarán en las tiendas el 5 de octubre. Es una muy buena noticia.
Pero ¿se podrá exhibir también en televisión? Planteé esta posibilidad en la entrevista que publicó Rolling Stone esta semana. Nuestro contrato con el distribuidor del dvd dice que no. Le pedí que deje exhibirla una sola vez, quizá la noche anterior a la elección. No hay trato hasta ahora, pero no he renunciado a intentarlo.

El único problema con mi deseo de poner esta película frente al mayor número posible de estadunidenses es que, si se exhibe en televisión, no seré elegible para someter Fahrenheit 9/11 a consideración de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas para el premio al mejor documental. Las reglas de la academia prohíben exhibir en televisión un documental en los nueve meses siguientes a su presentación en cines (las cintas de ficción no están sujetas a esa restricción).

Si bien nuestro distribuidor de video casero no me ha dado seguridades de que me permita exhibir la película una sola vez en televisión -y las probabilidades son de que no- he decidido que es más importante correr ese riesgo y esperar, contra toda probabilidad que pueda convencer a alguién de ponerla en tv, aunque sea la noche anterior a la elección. Por lo tanto, he decidido no someter Fahrenheit 9/11 a consideración para el Oscar al mejor documental. Si hay la más remota posibilidad de que este filme pueda ser visto por unos cuantos millones de estadunidenses más antes de la elección, eso es más importante para mí que ganar otro Oscar por documental. Ya tengo una estatuilla en esa categoría. Sería bonito tener otra, pero no tanto como volver a poner este país en manos de la mayoría.

La fecha límite para presentar este filme a consideración para el Oscar fue el miércoles pasado. Les dije a mis colaboradores en esta cinta: dejemos que alguien más se lo lleve. Ya hemos ayudado a disparar el mejor año de la historia para las películas que no son de ficción. ¡La semana pasada, uno de cada cinco filmes que se exhibían en los cines de todo el país era un documental! Jamás se había visto algo así.

Traducción Jorge Anaya, La Jornada, México, septiembre 2004