Héctor Navarro

Para el ideólogo de la Misión Sucre, calidad y la revolución bolivariana no son antagónicas, pero advierte que "sin justicia no puede haber calidad".

- "La calidad es un tema muy importante en el cual estamos actualmente trabajando. No pensamos que la calidad y la revolución sean antagónicas. Sin justicia, no puede haber calidad. En una reciente conversación que sostuve con un médico, hablamos sobre los seis años de aprendizaje necesarios para graduarse como médico. El doctor me dijo: "Ministro, durante la II Guerra Mundial, los estadounidenses tenían un serio problema- una aguda escasez de médicos para atender la inmensa cantidad de heridos. Basándose en esa experiencia, desarrollaron una estrategia de entrenamiento de médicos que duraría de tres a tres años y medio. ¿Y cómo entrenarlos? Pues en las áreas básicas: cirugía, primeros auxilios, trauma básico".

Esta experiencia se relaciona de manera importante con nuestra situación actual: tenemos una crisis humanitaria entre manos. La gente sin asistencia médica necesita ser atendida. Los que señalen que estos médicos entrenados por los Estados Unidos en tres años y medio no son de la misma calidad que los que han cursado los tradicionales seis años no toman en cuenta la grave necesidad de asistencia. Este concepto de calidad está totalmente divorciado de la realidad.

La situación real exige la presencia de médicos entrenados. Pero por ejemplo, si alguien necesita que se le haga un torniquete y hay un médico que no haya completado sus seis años de aprendizaje, debería decir: Lo siento, pero no puedo ayudarle porque no estoy completamente preparado ¿Debería optar por dejar que se desangre el paciente por su noción errada de calidad? ¿Hemos de concluir que los estudiantes deberían dejar de estudiar como resultado de la noción occidental de calidad, que a su vez es producto de la influencia de instituciones médicas estadounidenses?.

Porque le diré algo sobre los que promueven este concepto de calidad: están negando el hecho de que en Venezuela, como en el resto del mundo, hay universidades y universidades y universidades y universidades. Y aparentemente ignoran el hecho de que ahora es posible graduarse por Internet. ¿Y qué calidad hay ahí? Esa persona puede agarrar su diploma y colocarlo en una pared de su oficina como cualquier otra persona. El tema de la calidad es una hipocresía. Nos gustaría convertir el tema de la calidad en una realidad, sobre una sólida base ética.

En otras palabras, lo opuesto a la calidad es la justicia. Sin justicia, no hay calidad. Por consiguiente, la calidad no existe hoy en Venezuela. Si yo como profesor universitario, llevo a cabo los experimentos en el ambiente aislado de mi laboratorio, olvidándome de que éstos están fundamentalmente vinculados con la gente que se encuentra fuera de ese laboratorio, con la naturaleza, con el precio del petróleo etc, puede que salga el experimento de manera perfecta, pero aislada.

De modo que hemos concebido la naturaleza de manera distinta. De una manera más vinculada a la práctica, más relevante. Cuando usted analiza el rediseño de la Universidad Bolivariana, por ejemplo, es una universidad creada, moldeada en todos los sentidos bajo los más avanzados conceptos de educación universitaria. Allí están las bases de la calidad Y esto también se relaciona con los profesores que tenemos."

- ¿Qué tipo de revolución es esta.? ¿Cómo la definimos?

-Soy de la opinión de que, desde un punto de vista teórico y conceptual, no existe una definición completa de lo que es el bolivarianismo. En la historia de las revoluciones, creo que un error común en todas ha sido -incluyendo la Revolución de Octubre por los bolcheviques- ha sido que al llegar al poder, concluyen que el éxito de la revolución les ha conducido a la etapa final del desarrollo humano.
En la revolución soviética por ejemplo, cuando los líderes tomaron el poder, no pusieron en práctica el materialismo dialéctico. Creyeron que con ellos la historia llegaba a su fin y entonces no fueron más allá de cierto punto en términos de teoría , de investigación, de responder a interrogantes a la pregunta "¿y después qué?". Pero una revolución debe siempre mirar hacia el futuro, preguntándose, formulándose esta pregunta. Si una revolución no se formula esta interrogante, corre el riesgo de retroceder."

- ¿Cual es el horizonte estratégico cuando se habla del futuro de la revolución bolivariana?

- Espero que sea un movimiento profundamente humanista , precisamente el sendero que transita en este momento. Mientras tanto, es una revolución basada en la libertad, en la libertad del pueblo, profundamente igualitaria, profundamente justa, una justicia que tiene que garantizar el bienestar del pueblo. Cuando uno acepta las diferencias en el acceso del pueblo a las instituciones, Estado, no es el tipo de revolución con la que me identifico. Ni con la que se identificaba Bolívar. Se puede tomar la revolución de Bolívar como punto de partida, pero se deben desarrollar esos ideales y metas más allá. No es suficiente decir "Bolívar no hizo eso, por lo tanto no es bolivariano". Creemos que hay muchas cosas que Bolívar no hizo, pero que sí haría si estuviera aquí hoy. El proyecto de la "Misión Sucre" (becas universitarias) por ejemplo, no era un problema que Bolívar tuviera que enfrentar en su tiempo. Para él, el problema era la educación básica, no estaba sugiriendo el tipo de desarrollo tecnológico que proponemos hoy.

No creo que haya una contradicción en esto. Porque la revolución debe ser humanista, libre, del pueblo, de la mayoría. No para que la mayoría ataque a la minoría , sino para que el carácter de esta revolución refleje el peso de las mayorías. ¿Hacia dónde va esta revolución desde el punto de vista de su estrategia? Es difícil de predecir. Lo que está bien claro es que debe evolucionar, debe representar un movimiento comprometido con el humanismo al nivel más profundo; un movimiento que respete las ideas , la diversidad, y que respete las culturas: no una a una "cultura" hegemónica, sino a la diversidad de muchas culturas.

- Posibles utopías, realidades actuales.

- Creo en el corto y en el mediano plazo estamos avanzando hacia esta visión. El primer logro fue la Constitución de 1999. Esta Constitución, con todas las fallas que pueda tener, da muchos pasos hacia esta misión profundamente honesta. En un foro en España, en un panel de constitucionalistas y abogados que discutían la constitución bolivariana, uno de los panelistas, un juez derechista, dijo que su principal crítica a la constitución es que era demasiado utópica. Creo que esto es muy importante. Para mí esta fue la crítica más importante que se formuló en este foro, porque desde esta perspectiva de derecha el panelista estaba diciendo que "es natural que los humanos sean injustos y que por ende el mundo también lo sea; es natural que algunos impongan sus derechos a los demás, que unos exploten a otros, y que así funciona el mundo. Por consiguiente, esta constitución no es realista, es utópica, porque no concuerda con la "lógica de la natuaraleza".
Yo discrepo con esto. Creo que el hecho de ser humano tiene que ver en parte con la "naturaleza" y en parte con la cultura. Y creo que todos estos elementos de la Constitución juegan un papel cultural, un papel educativo. Creo que esta perspectiva es válida, es importante. Uno siempre debe aspirar a una utopía, pero con los pies sobre la tierra, sobre la realidad del presente. Pero siempre viendo hacia donde se quiere ir.

- ¿Cómo caracteriza usted la revolución actualmente? ¿Qué significa profundizar la revolución?

- Creo que el Presidente Hugo Chávez ha sido muy claro. Dijo: "debemos profundizar la ley de tierras", y por lo tanto la ley de tierras deberá profundizarse, expandirse. ¿Qué sucedió cuando aprobamos la ley de tierras?. En la Asamblea Nacional (Congreso unicameral), varios diputados alteraron la ley, la modificaron para que en la práctica no fuese la ley que originalmente habíamos considerado necesaria. De modo que esta ley debe modificarse. ¿Que significa esto? Significa que debemos mejorar la productividad, darle a los pequeños agricultores acceso al crédito, desarrollar todo lo que constituye una economía social, desarrollar las cooperativas y el cooperativismo, créditos para el pueblo, el Banco del Pueblo, el Banco de la Mujer, acceso al financiamiento, a la tecnología, poner la tecnología al servicio del pueblo, en las manos del pueblo. Todo esto equivale a profundizar la revolución

¿Qué implica profundizar? En la educación superior, por ejemplo, esto significa que debemos "municipalizar" la educación superior. Si todo el mundo tiene derecho al estudio, como de hecho creemos, entonces el Estado, al igual que la sociedad, tienen la obligación de poner en manos del pueblo las herramientas de estudio. No puede ser que quienes tienen acceso a Internet en sus hogares, tengan ventaja por encima de quienes habitan en un barrio pobre sin líneas telefónicas, y mucho menos a Internet.

Es el deber del Estado compensar esta situación, poniendo computadoras en manos de los pobres para que al comparar a una persona con otra, se evalúe la diferencia de talentos y no de oportunidades. Evidentemente, esto no se puede lograr cuando unos tienen todas las herramientas a su disposición -computadora, tres años de entrenamiento, zapatos especiales, buena alimentación- y otros no. Ahora más que nunca disponemos de las herramientas para profundizar la revolución

- Transformando el Estado, formando ciudadanos bolivarianos...

- Lo que debemos entender acerca de este proceso y de la reforma del Estado es que no es posible avanzar en una sola área a la vez. Por ejemplo, si decimos que debemos cambiar los ministerios, las burocracias, hay que tener en claro que esto no se puede decretar desde arriba. Si decimos "bien, vamos abrir los ministerios, haremos planes, los haremos más democráticos, más participativos", esta iniciativa fracasará porque dentro de cada ministerio, dentro de cada sector de cada ministerio, hay gente. Estas personas son profesionales, son funcionarios públicos con cierta formación cultural de la IV República. A estas alturas, no existe un solo funcionario público de la V República, ya que ésta solo ha existido cinco años y medio (desde el inicio del gobierno de Chávez en 1999).

Por lo tanto, para transformar el Estado, debemos lentamente, paso a paso, ir transformando primero a la gente que conforma el Estado. Este tiene que ser un proceso dinámico, de aprendizaje, porque nadie ha experimentado aún con una revolución de la forma en que estamos experimentando ahora. Le dije a los miembros de la Misión Sucre, en una reunión reciente, cuando uno de los asistentes preguntó "¿qué hacemos ahora, hacia donde vamos?", que he estado trabajando en un proceso de investigación, desarrollando una bibliografía para usar como referencia. Y agregué que en mi investigación, no pude encontrar una sola explicación de cómo funciona la Misión Sucre. Ningún académico ha estudiado cómo fue posible para la Misión Sucre colocar a 250 mil estudiantes en la universidad en menos de un año. Así que tenemos que escribir el libro nosotros mismos. Y la respuesta es que este es un proceso de aprender a hacer, y de aprender haciendo, un proceso de construir aprendiendo, de hacer aprendiendo.

Profundizar esta revolución significa profundizar los cambios en las relaciones de producción; cambiar la lógica del capital por la del trabajo. Significa poner en manos de los trabajadores los medios de producción. Esto no implica confiscar propiedades o fábricas, sino que el producto social debe destinarse al financiamiento de pequeñas y medianas empresas y más que nada al de las cooperativas comunitarias. El trabajador es el objeto de estos cambios. Esta es una revolución en la forma de educación, un proceso educativo. Por esta razón tenemos la Misión Sucre, y centros de entrenamiento, adiestramiento, preparación, que rompen con los paradigmas tradicionales de enseñanza y aprendizaje.

En consecuencia, el estudiante que se instruye toma clases para aprender a dar clases, aprende dando clases. Tenemos nuestro lema: "la esencia de la revolución es la educación". ¿Por qué? Porque cada espacio lo debemos llenar con gente, que forma la estructura de un ministerio. Esos seres humanos que están allí , si no llevan la revolución por dentro, la nueva perspectiva, sus capacidades, su vocación, una nueva ética de responsabilidad social, dejan como resultado un currículum oculto: pueden hablar de revolución, pero seguirán haciendo lo que siempre han hecho, lo que se les había enseñado a hacer. Significa que estamos educando gente, pero además, reeducándola: creando células comunitarias, redes nacionales, colocando al Estado en el seno del pueblo.

A nivel de comunidad, uno tiene todo lo que le es más importante: amistades, novia, esposo, hijos, el colegio, los médicas (ahora los del programa Barrio Adentro); las cosas más importante están allí en nuestro entorno inmediato. Y aun si la gente no se da cuenta, es a nivel comunitario que se toman las decisiones más trascendentes como ser humano. Con respecto a esto, no importa en lo más mínimo quién es el Presidente. Desde este punto de vista, cuando uno trata de maximizar su felicidad, cómo se llama el presidente es irrelevante. Lo más importante es que mis hijos tengan comida, colegio, que yo tenga un trabajo digno, acceso a la cultura. Viéndolo desde este punto de vista, ¿qué importa quién sea el presidente? Este espacio es extremadamente importante.

¿Qué sucedió? El referéndum nos dio una estructura organizacional, las Unidades de Batalla Electoral (UBE) y las "patrullas", distribuidas geográficamente. Esta es la célula básica de la sociedad, las patrullas, las UBE. Gracias al referéndum, estas estructuras ya están allí. Y están fundamentalmente vinculadas a todas las otras células básicas de la comunidad, como Barrio Adentro. En cada barriada popular hay un médico. Al igual que antes, cuando cada comunidad tenía su cura y su iglesia, ahora tienen doctores. Actualmente, la mayoría de estos médicos son cubanos, pero la idea es irlos reemplazando por médicos venezolanos. Los cubanos no pueden quedarse para siempre, no podemos contar con esta colaboración indefinidamente.

La Misión Sucre está en constante interacción con la Misión Vuelvan Caracas (de preparación de cooperativistas y pequeños empresarios para el trabajo) y ellas están vinculadas, relacionadas directamente con la comunidad, pero no son parte de la estructura básica de esta comunidad. Nuestra sociedad está terriblemente dividida, desintegrada. Todo está aislado: el gobierno, las instituciones públicas están aisladas entre sí. Pero la sociedad debe estar interrelacionada en una red general. Las UBE y las patrullas podrían fomentar estas redes, podrían actuar como los lazos, nexos comunitarios necesarios entre los distintos elementos claves entre la sociedad y el Estado. Y podrían servir para presionar en pro de la reestructuración del Estado. Si esta ha de ser una revolución humanista, como creo que es y debe seguir siendo, con frecuencia generará la reacción de algunos que la calificarán de utópica. Bueno, sí es utopía... pero una utopía concreta.

Mi hipótesis sobre la utopía concreta es que el tema de la democracia participativa en Venezuela debe verse como el tema que transformará a la humanidad, en el siguiente sentido: la propuesta de democracia participativa era verdaderamente una utopía hace 20 años, porque la realidad venezolana de hace 20 años impedía cualquier transferencia de poder de arriba hacia abajo.

La propuesta de democracia participativa es para que cada ciudadano participe en el proceso de toma de decisiones. Para que este ciudadano, este individuo pueda vincularse a alguna Misión o entrar en tener contacto directo con algún ministerio, o con algún servicio público, sin la mediación de un partido político o sindicato, sino creando él mismo esta relación directa. Se trata de un Estado distribuido por todas partes, que esté prácticamente en cada ciudadano. Cuando como ciudadano yo pueda tomar decisiones, seré parte del Estado. Esta utopía se interpreta como la presencia del Estado en cada uno de los ciudadanos, no como un método para controlar a la sociedad, sino como una forma de en que la sociedad pueda controlar al Estado. Que el Estado esté presente en cada ciudadano no para imponerse en las vidas de los ciudadanos, sino para que la sociedad se apropie del Estado. Y creo que este es un nuevo concepto.