No había pasado ni una hora de que George Bush terminara su discurso de aceptación para un segundo término de su presidencia cuando ya había comenzado el ataque aéreo contra Fallujah. Con las elecciones estadunidenses resueltas, la ciudad podía ser destruida bajo el argumento de prepararla para sus próximas elecciones, escribe la autora.

¿Es de sorprenderse que los iraquíes vean con escepticismo la versión de la democracia que las tropas estadunidenses les entregan, o de que ahora las elecciones sean vistas no como herramientas de liberación sino como armas de guerra?

P. Diddgy anunció el pasado fin de semana que su campaña "Vota o muere" continuará. La campaña por el voto del magnate del hip-hop durante las elecciones presidenciales fue dijo simplemente "la primera fase, el primer paso para hacer que la gente se comprometa".

Fantástico. Tengo una sugerencia para esta segunda fase: P. Diddy, Ben Affleck, Leonardo DiCaprio y el resto de los que se autonombran "la coalición de los dispuestos" deberían de subirse a un jet y volar a Fallujah, donde sus esfuerzos son desesperadamente necesitados. Pero primero van a tener que cambiar su lema de "¡Vota o muere!" a "¡Muere, luego vota!".

Porque eso es lo que está ocurriendo por allá. Las rutas de escape fueron selladas, las casas fueron demolidas y arrasaron con la clínica de salud de emergencia todo bajo el argumento de preparar a la ciudad para las elecciones en enero. En una carta al secretario general de la ONU, Kofi Annan, el primer ministro iraquí nombrado por Estados Unidos, Iyad Allawi, explicó que se requería de un ataque general "para poder salvaguardar vidas, elecciones y democracia en Irak".

Con todos los millones que se gastan en "la construcción de la democracia" y en "la sociedad civil" en Irak, llegamos a este punto: si puedes sobrevivir un ataque de la superpotencia mundial, puedes emitir tu voto. Los habitantes de Fallujah van a votar, cómo no, aunque tengan que morir primero. Y que quede claro: son habitantes bajo fuego. "El enemigo tiene rostro. Se llama Satanás. Vive en Fallujah", dijo a la BBC el teniente coronel Gareth Brandl. Bueno, al menos admitió que algunos de los luchadores viven en Fallujah, no como el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, quien quiere que creamos que todos provienen de Siria y Jordania. Y el hecho de que los vehículos del ejército estadunidense transmiten grabaciones en las que se prohíbe a todos los varones de entre 15 y 50 años dejar la ciudad, parecería sugerir que hay al menos algunos iraquíes entre lo que la CNN obedientemente describe como "las fuerzas anti-iraquíes".

Las elecciones en Irak de por sí no iban a ser pacíficas, pero tampoco tenían por qué ser una guerra generalizada contra los votantes. La campaña de Allawi de Torpedea el voto es resultado directo de una desastrosa decisión tomada hace un año. El 11 de noviembre de 2003, Paul Bremer, entonces jefe de la ocupación estadunidense en Irak, voló a Washington para verse con Bush. Los dos hombres estaban preocupados de que si mantenían su promesa de llevar a cabo elecciones en Irak en el transcurso de los próximos meses, el país caería en manos de fuerzas no suficientemente pro-estadunidenses.

Eso acabaría con el propósito de la invasión y amenazaría las posibilidades de relegirse de Bush. En aquella reunión nació un nuevo plan: las elecciones serían pospuestas más de un año y, mientras tanto, el primer gobierno "soberano" iraquí sería escogido por Washington. El plan permitiría que, durante el proceso de campaña, Bush afirmara que había progreso [en Irak], mientras lo mantenía bajo control estadunidense.

En Estados Unidos, la afirmación de Bush de que "la libertad estaba en marcha" cumplió con su propósito; pero en Irak, el plan llevó derechito a la carnicería que hoy presenciamos. A Bush le gusta describir a las fuerzas opuestas a la presencia de Estados Unidos en Irak como enemigos de la democracia. Pero de hecho, mucha de la sublevación puede ser rastreada directamente a las decisiones tomadas en Washington para reprimir, retrasar, manipular y frustrar las aspiraciones democráticas de Irak.

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Sí, la democracia tiene opositores reales en Irak, pero antes de que George Bush y Paul Bremer decidieran romper con su promesa central de entregar el poder a un gobierno electo iraquí, estas fuerzas estaban aisladas y contenidas. Eso cambió cuando Bremer regresó a Bagdad y trató de convencer a los iraquíes de que no estaban listos para la democracia.

Bremer argumentó que el país era demasiado inseguro para llevar a cabo elecciones, y además, no había padrón electoral. Pocos se convencieron. En enero de 2003, 100 mil iraquíes tomaron pacíficamente las calles de Bagdad, y en Basra 30 mil. Su consigna era "Sí, sí, a las elecciones. No, no a la selección". En aquel momento, muchos argumentaron que Irak era lo suficientemente seguro como para llevar a cabo elecciones y propusieron que las listas del programa petróleo-por-alimentos de la era de Saddam podía ser usado como padrón electoral. Pero Bremer se mantuvo firme y la ONU fatalmente lo respaldó.

En las páginas de The Wall Street Journal, Hussain al-Shahristani, presidente de la comisión de la Academia Nacional de Ciencia Iraquí (bajo Saddam Hussein estuvo en prisión durante 10 años), predijo lo que vendría después: "Tarde o temprano se llevarán a cabo elecciones en Irak". "Mientras más pronto se lleven a cabo, mientras más pronto se establezca un Irak auténticamente democrático, menos vidas iraquíes y estadunidenses se perderán".

Diez meses después, y con miles de vidas iraquíes y estadunidenses perdidas, con parte del país paralizado por otra invasión y gran parte del resto del territorio iraquí bajo ley marcial, las elecciones están programadas para enero. En cuanto al padrón electoral, el gobierno de Allawi planea usar las listas de petróleo-por-alimentos, justo como fue sugerido y descartado hace un año. Así que resulta que las excusas eran mentiras: si ahora se pueden llevar a cabo elecciones, seguro lo podían haber hecho hace un año, cuando el país estaba más calmado. Pero eso no hubiera permitido que Washington implantara un régimen títere, y probablemente hubiera impedido que Bush se religiera.

¿Es de sorprenderse que los iraquíes vean con escepticismo la versión de la democracia que las tropas estadunidenses les entregan, o de que ahora las elecciones sean vistas no como herramientas de liberación sino como armas de guerra? Primero, las prometidas elecciones iraquíes fueron sacrificadas a cambio de que Bush se religiera; en segundo lugar, el sitio de Fallujah fue torpemente encadenado por estos mismos intereses. No había pasado ni una hora de que Bush terminara su discurso de aceptación para un segundo período cuando los aviones de caza ya habían comenzado el ataque sobre Fallujah. Bombardearon la ciudad al menos seis veces durante las siguientes 24 horas. Con las elecciones estadunidenses resueltas, Fallujah podía ser destruido a nombre de sus propias elecciones.

En otra demostración de su compromiso con la libertad, la primera meta de los soldados estadunidenses en Fallujah fue emboscar el hospital principal de la ciudad. ¿Por qué? Aparentemente porque la vez pasada que las tropas estadunidenses sitiaron Fallujah el hospital fue la fuente de los "rumores" acerca de las elevadas cifras de bajas civiles, las cuales despertaron la indignación en Irak y en todo el mundo árabe. "Es un centro de propaganda", le dijo un alto funcionario estadunidense a The New York Times. Sin doctores que cuenten a los muertos, quizá la indignación sería callada excepto que, claro, los ataques a los hospitales también han despertado la indignación, poniendo en mayor peligro la legitimidad de las elecciones entrantes.

Según The New York Times, el Hospital General de Fallujah fue fácil de capturar, ya que los doctores y los pacientes no opusieron resistencia. Hubo, sin embargo, un herido, "un soldado iraquí que se disparó accidentalmente en la parte inferior de su pierna con su rifle Kalashnikov".

Creo que eso significa que se disparó en el pie. No es el único.