Norteamericanos y cubanos-americanos manifestando a favor de Cuba

Esta vez la cosa fue distinta a lo que ocurrió en las elecciones del año dos mil. Es cierto que de nuevo la presidencia de Estados Unidos la ganó Bush, pero en esta ocasión no fue gracias a los cubanos del sur de La Florida como se afirma por los voceros más escandalosos de la extrema derecha cubana de Miami. Demás está decir que el Condado Miami-Dade, tal como ocurrió en la anterior elección presidencial, lo ganaron los Demócratas, pero con la diferencia de que en estos comicios el margen de la derrota Republicana en Dade fue aún mayor que cuando el candidato era el vice-presidente Al Gore. ¿Por qué?

No hay que ser un experto en estadísticas electorales para comprender que las duras medidas dictadas por la Casa Blanca contra los viajes humanitarios a Cuba y las restricciones establecidas para el envío de remesas a los familiares en la isla por parte de los cubanos que viven en Estados Unidos provocaron- como era de esperar- una reacción negativa contra la reelección del Presidente Bush.

Ello provocó una merma sustancial- mas de un diez por ciento- -de los votos obtenidos por el ticket Republicano con relación a la votación alcanzada en el proceso comicial anterior, en el cual, según los datos oficiales suministrados por el Departamento de Elecciones, ascendió a mas de un 80% de votos de cubanos inscritos para votar en el Condado Miami-Dade. Esta vez no llegó a un 70 por ciento.

Si se analizan de cerca los resultados electorales, las cifras demuestran que un número creciente de votantes cubano-americanos, la base más leal a los Republicanos en el gran Miami, no votó por el Presidente Bush. En el Condado Miami-Dade, donde se calcula que el 75% del voto hispano es de origen cubano-americano, el Departamento Electoral de La Florida aseguró que Bush perdió 10 puntos porcentuales comparado con la elección presidencial del año dos mil.

La evidencia está ahí, bien clara por cierto. La estrategia seguida por los directores de la campaña presidencial Republicana de «apretar» a los cubanos con medidas más fuertes en cuanto a viajes y envío de ayudas familiares a Cuba, lejos de favorecer a la candidatura presidencial de Bush, le restó un buen numero de votantes. Son electores que hay que contarlos entre los 125 mil cubanos que viajaron a la isla el pasado año o entre los 31 mil que lo hicieron mas de una vez al año, o entre los que enviaron a sus familiares el año pasado como promedio, mas de 50 mil paquetes mensuales, o los que en suma enviaron poco mas de 800 mil dólares- las llamadas remesas- en ayuda económica a sus familiares en Cuba.

Para nadie es un secreto que la clave de la victoria electoral del Presidente Bush en estas elecciones estuvo asentada fundamentalmente en el respaldo masivo que le dieron los segmentos religiosos más conservadores del país movidos por dos temas que estuvieron presentes a lo largo de toda la campaña presidencial: El aborto y la unión matrimonial entre personas del mismo sexo. El tema de Cuba no salió a relucir en ningún Estado de la Unión Americana como no fuera exclusivamente en el sur de La Florida, y ahí precisamente el Presidente Bush perdió de nuevo frente a los Demócratas como la vez anterior. El Senador John Kerry le ganó al Presidente Bush el Condado Miami-Dade por más amplio margen que el que obtuvo el vice-presidente Al Gore en las pasadas elecciones.

Voceros y vocerillos de la extrema derecha cubana de Miami podrán repetir hasta desgañitarse que el Presidente Bush retuvo la silla presidencial gracias al voto de los cubanos de Miami. Pero ni aunque repitan mil veces esa mentira, van a lograr que alguien les crea o los tome en serio. Las medidas dictadas contra los viajes humanitarios a Cuba resultaron ser contraproducentes. Alguien debió haberle dicho a tiempo a Bush: «No les haga caso señor Presidente a esos "odiadores" que le aconsejan mal. Lo "embarcaron" a Ud. en una política inhumana que afecta profundamente a la unidad de la familia cubana».

Hablaron las urnas y Bush ganó. Pero no ganó por los cubanos de la extrema derecha de Miami. Dicen que rectificar es de sabios. ¿Se atrevería Ud. señor Presidente a rectificar el disparate? Vamos a decirlo en chino: «Chi lo sá».