Cinco agencias occidentales distribuyen el 96% de las noticias mundiales. El Sur sufre la paradoja de ser contado por los mismos que ejercen sobre él el dominio económico. El Norte modela la imagen del Sur, lo que existe y lo que no.

EEUU, la Unión Europea y Japón controlan el 90% de la información de todo el planeta. En 1980 cuatro de cada cinco mensajes provenían de la Unión Europea. La situación es similar ahora, pero con un mayor monopolio en las nuevas tecnologías. Se da relieve a lo que interesa destacar, aunque eso no corresponda con la realidad.

Si un periódico de Yaundé (Camerún) quiere saber quién ha ganado las elecciones en Banghi (en la vecina República Centro africana) debe enterarse a través de las agencias France Press o Reuters, ambas europeas. Una noticia sobre lo que sucede en Ghana viaja primero a Londres antes de llegar a los diarios de Nigeria. Los sucesos de la guerra de Vietnam eran recibidos por su vecina Malasia a través de las agencias de Londres y Nueva York.

El Sur es modelado según los intereses del Norte. Los conflictos que conviene resaltar se colocan en el punto de mira internacional. Mientras que las guerras que libra el Sur se presentan como irracionales y violentas, las del Norte siempre son guerras humanitarias, limpias, guerras sin muertos.

La fijación del pensamiento único impuesto desde el Norte redunda en la concepción de un único mundo posible, con un único sistema económico viable. Con él se distorsiona la realidad del Sur y se globalizan los valores de la sociedad de mercado, con la consiguiente pasividad social. Ya lo decía el escritor francés Paul Valery: “la política es el arte de evitar que la gente tome parte en los asuntos que le conciernen”.

Frente a la situación que difunden los medios de comunicación, la publicidad nos seduce con otra imagen del Sur: playas paradisíacas, gente amable que harán disfrutar de unas vacaciones de ensueño. El Sur es víctima de estos dos extremos que convierten su realidad en una caricatura deformada por intereses políticos y sociales.

El actual orden mundial informativo defendido por las grandes multinacionales corresponde a la teoría del free flow, formulada en 1942 por el director de la agencia Associated Press, Kent Cooper. La teoría propone que la información esté en manos de empresas privadas para garantizar la libertad de información frente al control estatal. Durante la Guerra Fría, la defensa del free flow afectaba directamente los intereses estratégicos de EEUU. En 1945, el secretario de Estado J. Foster Dulles confesó: “Si me obligasen a escoger un único principio de política exterior cogería la libre circulación de información”.

En 1980 la UNESCO quiso variar ese imperialismo informativo. Elaboró el Informe Mac Bride bajo el título: “Un solo mundo, voces múltiples”. La información no era mercancía, sino un bien social. Se apostaba por una mayor participación de las ONG, sindicatos y universidades de los medios de comunicación. EEUU, junto a Gran Bretaña y Singapur, acusaron a la UNESCO de querer restringir la libertad de prensa y la iniciativa privada, y de predicar consignas prosoviéticas. Era un aviso claro: estaban en juego no sólo los beneficios comerciales, sino los intereses políticos de la superpotencia.

En estos veinte años, después de aquel intento de democratizar la información, las fusiones entre las empresas de comunicación y el poder de las nuevas tecnologías ha incentivado la marginación del Sur. Internet ha posibilitado la creación de redes alternativas, pero también ha propiciado la desigualdad. El 20% más rico de la población acapara el 93% de los accesos a Internet, frente al 20% más pobre, que accede al 0,20% de las líneas.

Los retos de información deben convertir a la sociedad civil en protagonista del proceso informativo para estimular el mestizaje y preservar la diversidad de las culturas. La información no debe ser un arma contra los pueblos del Sur, sino una proyección de las necesidades de sus pueblos. Todos ellos tienen derecho a ser escuchados.

Cifras

 Los países pobres, donde vive el 75% de la humanidad, controlan sólo el 30% de la producción de periódicos.

 EEUU, La Unión Europea y Japón controlan el 90% de la información de todo el planeta.

 De las primeras 300 empresas de información, 144 son de Estados Unidos, 80 de la Unión Europea y 49 de Japón.