Las falaces razones para intervenir en Irán

Los halcones expresaron sus intenciones hacia Irán durante el año 2000, en el libro-programa del Proyecto para un Nuevo Siglo Norteamericano, Los Peligros actuales [1]. Bajo la firma de un ex-responsable de acciones secretas de la CIA en el país, Reuel Marc Gerecht (alias Edward Shirley), los halcones establecen una lista de cinco motivos de conflicto:

– Irán apadrina el terrorismo. A vuelo de pájaro: Teherán mandó a asesinar en el extranjero por lo menos 80 opositores exilados [2], apoyó los movimientos palestinos de resistencia -entre ellos el Hezbollah, responsable del atentado contra el cuartel general de los Marines estadounidenses en Beirut [3] -y está implicado en los atentados de Buenos Aires [4].
– Irán apoya a los militantes islámicos a través del mundo: A pesar de la diferencia aparente entre chiítas y sunnitas, Teherán estaría financiando, al menos en parte, todas las organizaciones islámicas violentas del mundo.
– Irán se opone al proceso de paz y a la existencia misma de Israel.
– Irán viola los derechos humanos, específicamente los de los baha’is y los judíos. Sin embargo, tales prácticas -que caracterizaron el período más duro de la revolución de Khomeini- son impopulares y constituyen una especie de talón de Aquiles del régimen.
– Finalmente, Irán está tratando de obtener la bomba atómica.

Tales acusaciones aparecen plasmadas en esos mismos términos en el programa de los «halcones» actualizado a principios de 2004, con el título Un Fin del Mal [5]. Sin embargo, les autores, David Frum y Richard Perle, cargan la mano. Por un lado, escriben: «Los mulahs albergan a parte de los dirigentes sobrevivientes de al-Qaeda».

Por el otro, se lanzan en una larga digresión sobre la hipocresía de Teherán en lo tocante al tema nuclear [6]. Según ellos, Irán representa por tanto una amenaza que George W. Bush incluye con toda razón en «el Eje del Mal» [7], y la administración Clinton fue débil al creer que el país podría evolucionar de forma pacífica.

Ambos concluyen: «Ali Khamenei (...) no tiene más derecho a controlar Irán que el que puedan tener otros criminales a controlar personas y bienes. No siempre tenemos la posibilidad de hacer algo contra tales criminales, como tampoco es siempre nuestro interés, pero cuando tenemos la posibilidad y es nuestro interés debemos apartar a los dictadores sin más miramientos que los de un francotirador de la policía cuando acaba con un delincuente que retiene un grupo de rehenes. No podemos crear la democracia por nuestra simple voluntad. Pero no estamos obligados a honorar las pretensiones de gobiernos no democráticos, nunca.»

En ningún momento tienen en cuenta la responsabilidad estadounidense en el derrocamiento de Mossadeg, en la dictadura de los Pahlavi o en la agresión iraquí contra Irán.

El gobierno Sharon al lado de los halcones

La posición de los neoconservadores estadounidenses coincide, una vez más, con la del gobierno Sharon: acrecentar la presión sobre Irán y Siria al mismo tiempo. También, a principios de 2002, Morris Amitay y Michael Leeden crearon la Coalición por la Democracia en Irán (CDI) [8] cuyo objetivo prioritario es lograr que el Congreso vote un presupuesto de 50 millones de dólares para apoyar a la oposición iraní. Para ello buscaron ya apoyo parlamentario alrededor de Sam Brownback, senador republicano por Kansas [9].

El 11 de julio de 2003, obtuvieron la aprobación de una enmienda a la ley de financiamiento del Departamento de Estado que inscribe como objetivo de la política exterior estadounidense el apoyo moral a la oposición iraní [10].

Ambos trabajan juntos hace tiempo en el seno del Instituto Judío de Asuntos Internacionales (JINSA). Ex-experto del Consejo Nacional de Seguridad, donde jugó un papel durante el Irangate [11], Michael Leeden está considerado como uno de los miembros extranjeros de la Logia P2 en Italia y ha demostrado ser un maestro de la desinformación al popularizar la teoría de la «pista búlgara» en la época del atentado contra el Papa Juan Pablo II.

Morris Amitay y Michael Leeden también trabajan juntos dentro del Instituto Norteamericano de la Empresa (AEI), junto a la señora Cheney. Allí organizaron, el 8 de mayo pasado, un coloquio intitulado El futuro de Irán, mulahcracia, democracia y guerra contra el terrorismo [12]. El evento fue apadrinado por el Hudson Institute y la Fundación para la Defensa de las Democracias, de James Woolsey. El embajador Uri Librani participó en el coloquio como representante del ministerio de Defensa de Israel [13].

Entre los participantes se encontraban además el investigador francés Bernard Hourcade, el profesor Rob Shobani (presidente del gabinete Caspian Energy Consulting) y Ladan Boroumand (de la Fundación Nacional por la Democracia).

Establecimiento de la red de desinformación

Sobre esa base, el vicepresidente Dick Cheney instruyó al Buró de Planes Especiales para que prepare la desestabilización de Irán. Este organismo, instalado en el Pentágono, trabajó en la organización de la desinformación sobre las armas iraquíes de destrucción masiva [14]. Actualmente se concentra en la propaganda contra Irán y Siria.

Siguiendo el esquema utilizado con el Congreso Nacional Iraquí, varias organizaciones fueron contactadas y reclutadas:

– El Instituto para la Democracia en Irán (Iran Institute for Democracy) de Ramin Parham,
– El Partido de las Fronteras Gloriosas (Marza Por Gohar) de Roozbeh Farahanipour,
– La Alianza Internacional de Mujeres Iraníes, de Manda Zand Ervin,
– El Movimiento Estudiantil por la Democracia en Irán, de Aryo Pirouzni.
Sobre todo, el Buró ha servido de mentor a Hussein Khomeini, nieto del Guía Supremo, y a Reza Pahlavi, hijo del último chah y pretendiente al trono imperial.

También se encargó de organizar la publicación de las memorias de la ex-emperatriz Farah Diba [15].

A la luz de las consecuencias que tuvo la oposición francesa a la invasión de Irak, el Buró de Planes Especiales dio lugar a la creación de un comité francés de apoyo a la democracia en Irán. Para nadie fue una sorpresa que se enrolaran en él Claire Brière-Blanchet, Pascal Bruckner, Alain Finkielkraut, André Glucksmann, Romain Goupil, Rachid Kaci, Jeanne-Helène Kaltenbach, Yves Michaud, Ralph Pinto, Pierre Rigoulot, Pierre André Taguieff, Florence et Michel Taubmann, Michèle Tribalat, André Senik e Ilios Yannakakis.

Por otro lado, mediante el gabinete de relaciones públicas Benador Associates, la revista Politique internationale publicó, a finales de 2003, un trabajo investigativo intitulado «Para acabar con la república islámica» en el cual participó Bernard Hourcade.

Una falsa radio privada en lengua farsi fue instalada en la base de Guantánamo para transmitir hacia Irán, además del servicio en esa lengua de Radio Free Europe.

Washington arma a los terroristas mudjaihdines

El Buró de Planes Especiales restableció el contacto con los Mudjaihindes del Pueblo, aunque el Departamento de Estado los considera una organización terrorista. En efecto, el grupo de Myriam Radjavi no sólo ha cometido numerosos atentados contra el régimen de los mulahs en Irán sino que lo ha hecho también en el resto del mundo, matando además cinco ciudadanos de Estados Unidos.

Durante la guerra irano-iraquí luchó al servicio del ejército iraquí. Más tarde, después de la guerra, sirvió aún a Saddam Hussein como ejecutor del trabajo sucio de su régimen cuando la guardia nacional se negaba a hacerlo.

El 24 de enero de 2004, los Mudjahidines fueron autorizados a realizar un imponente mitin en el Palacio de Congresos de Washington, con el pretexto de una colecta humanitaria para los damnificados del terremoto de Bam. El propio Richard Perle pronunció allí un discurso contra el régimen de Teherán [16].

Para armar a los Mudjahidines, el Buró de Planes Especiales recurrió a Manucher Ghorbanitar. Este comerciante de armas iraní había servido de intermediario en las transacciones que organizó Michael Leeden durante el Irangate. Este verano, se entrevistó en el Pentágono con Harold Rhode y Larry Franklin, de la Agencia de Inteligencia del Departamento de Defensa (DIA).

Enterado del asunto, el secretario de Estado Colin L. Powell presentó una airada protesta al secretario de Defensa Donald Rumsfeld. Pero nada cambió y los preparativos continúan [17].

Los peones están alineados y la partida puede comenzar.