Palabras del escritor Marcelo Larrea, director de la editorial ecuatoriana La Iguana Bohemia, en la presentación de la novela, «Manuela Sáenz, una historia maldicha» de Tania Roura, realizada en la Fundación Guayasamín en Quito.

La editorial ecuatoriana «La Iguana Bohemia», presenta con un profundo amor la novela «Manuela Sáenz, una historia maldicha» de Tania Roura. Es el tercer libro que publica en su biblioteca, sobre esa mujer que nació aquí en Quito y encarnó en su vida, la más grande revolución de la historia latinoamericana.

Le han precedido «Versos de Manuela», un libro de poesía pura del escritor venezolano, Edmundo Aray, construido con las propias palabras de Manuela e ilustrado por la artista cuencana, Sara Palacios. Y, «Manuela Sáenz, esa soy yo», un guión cinematográfico del mismo Edmundo Aray, que sintetiza para el lenguaje de las imágenes, las diversas, maravillosas e infinitas aristas de esa mujer que desafío y cambio al mundo.

Dije que presentamos éste libro, con un profundo amor, por el amor de Manuela con Simón Bolívar. Aquel revolucionario que estremeció las entrañas de nuestros pueblos y con ellos expulsó al imperialismo español y fundó la República. La única República que todo ciudadano honesto debe reconocer.

Aquella que empieza en el Orinoco y se extiende hasta la nación de Quito. Que hoy yace mutilada, desangrada, expuesta a la ocupación militar extranjera y al saqueo colonial de sus riquezas, como si acaso, se hubiesen borrado las huellas de la revolución bolivariana, pero que, sin embargo, en Venezuela, por ejemplo, en la manos del bravo pueblo, empieza a renacer.

Ese amor de Manuela y Simón, fue una dramática, doliente, crítica, apasionada, ensoñación viva. Atravesó los senderos más diversos que el amor puede encontrar, el beso, la política, la sensualidad, la filosofía, la sexualidad, la guerra, la poesía. Y por cierto, revolucionó también el sentido del amor, al conferirle todos los sentidos y al reivindicar el derecho al amor, despreciado en las culturas monogámicas que han legislado tratando al amor como una cosa, como un objeto de «propiedad privada» y no como un sentimiento humano, tan esencial, que sin él, la vida no es posible.

Presentamos la novela «Manuela Sáenz, una historia maldicha», con amor, por el amor que no podemos dejar de sentir por Manuela. Por ella, la mujer que entregó su vida a esa revolución que buscó acabar con la esclavitud de nuestras naciones. Una revolución que empezó siglos antes, en la resistencia de los pueblos originarios y de la misma sociedad mestiza.

Ya en 1592 en Quito, proclamó su desobediencia al rey y en una insurrección popular, su derecho a coronar a su propio Rey, iniciando una batalla anti-colonial que continua en luchas heroicas año tras año durante siglos y sigue pendiente hoy.

Manuela, empezó a vivir la ensoñación de la revolución, en todo su esplendor en la revolución del 10 de agosto de 1809, que abrió el camino a la independencia. En todo su dolor, con la ocupación de Quito por las tropas de los Virreinatos de Lima y Bogotá, la provocación y la masacre despiadada comandada por Arredondo, a un estilo genocida indiscriminado que manchó de sangre las paredes de la ciudad heroica, el 2 de agosto de 1810, con el propósito de estrangular a la revolución naciente. Genocidio que por la crueldad de sus cualidades, no ha podido ser igualado por los Pinchotes de nuestro tiempo.

En su tragedia gloriosa, en eventos de dimensiones mundiales como la Batalla del Pichincha, a la cual Manuela acude, bella, como era, presta a la lucha, con vituallas y mulas, a exponer su propia vida, e incluso con un lápiz y un papel para describir el suceso épico en el mismo campo de batalla.

No, no podemos dejar de amar a esa mujer, la estratega política, que construyó el puente para que Bolívar y Sucre fuesen al Perú y al alto Perú, a afirmar su independencia y garantizar la derrota definitiva de la Corona en Ayacucho, donde ella, por su participación en el campo de batalla, armas en la mano y bajo el fuego cruzado del enemigo, obtuvo por mérito propio, el grado de Coronela.

No, no podemos dejar de amar a la mujer que reivindica a la mujer y a la liberación de la mujer y, prueba con su vida que, no cabe ninguna discriminación sexista. A la Manuela solitaria del exilio eterno, que en Paita reposa y espera.

Entonces, no hemos podido sino, amar el trabajo arduo, persistente, apasionado de Tania Roura, realizado durante por lo menos 6 años, para producir una imagen de esa Manuela, que tanto nuestros pueblos requieren para redescubrir su propia génesis y vencer las adversidades que los oprimen. La labor de tejer letra por letra, las palabras que dibujan a una Manuela de carne y hueso.

Valiente, desconsolada, triste, iracunda. Capaz de destrozar las conspiraciones para matar a la revolución en el cuerpo de Simón Bolívar, como en la noche septembrina. Capaz de fusilar la traición de Santander. Capaz de avanzar a fundar la utopía en Bolivia. La labor de horas, días y años de Tania, por investigar y descubrir los rostros de ella, simplemente de ella: la madre de la Patria.

Se trata de una novela que cautiva, que nos lleva a la búsqueda de Manuela. Escrita al estilo con el que Tania ha vivido y vive, escribe y pinta, con las libertades que el género de la novela otorga al autor, a su imaginación, a su fábula, y que incluyen además, algunas deliberadas omisiones, unas justas, otras tal vez, no.

Se trata de una novela que es un ser vivo y está expuesta a la polémica, porque se dirige a abrir una perseguida historia que la historiografía oficial ha proscrito, para arrebatarnos de la memoria, las huellas de nuestro propio sentido. Por todas las causas que se entrecruzan, es una novela para leerla con amor, como si se estuviese leyendo a una amante. Se la puede leer y releer varias veces, sin miedo a descubrir que en el destino de esa amante, está una nación que combate, que sufre y resiste.

Por Manuela Sáenz, por la Patria de ella, la grande, que merece nuestros mejores talentos y sacrificios, tenemos el honor de presentarles esta noche este nuevo hijo de La Iguana Bohemia, impreso por Laser editores, «Manuela Sáenz, una historia maldicha», de Tania Roura