Por: Luis Alfredo Ramón

En consecuencia, admitan o no los líderes que hoy se contraponen, las marchas y contramarchas están promovidas por grupos económicos y partidos políticos oligárquicos opuestos coyunturalmente entre sí, y no por patriotas ni demócratas.

No es verdad que los promotores de los acontecimientos políticos suscitados en Guayaquil y Quito estén realmente inspirados en la defensa de la democracia, los intereses del pueblo ni de la patria. Ellos únicamente están interesados en la defensa de sus propios intereses económicos y políticos. Quieren además, preparar las condiciones para sacar ventaja en las futuras elecciones; los gobernantes -PSP, PRE, PRIAN- anhelan tomar el poder en sus manos. Este mismo fenómeno muchas veces se ha producido a través de la sacrificada historia republicana, y nadie lo debe olvidar.

Es cómico ver cómo los promotores de las marchas y contramarchas se rasgan sus vestiduras autoproclamándose como defensores de la democracia, en circunstancias que en el Ecuador nunca ha habido una democracia para las mayorías, ni en el gobierno de León ni en el de Borja. Siempre la Constitución de la República, que es considerada la base del orden jurídico establecido, ha sido pisoteada, vapuleada y hasta basureada, cuando los intereses de los monopolios extranjeros y nacionales así lo han querido.

De los 12 millones de ecuatorianos es posible que se hayan movilizado 500 mil entre Guayaquil y Quito, un sector importante pero no el más consciente políticamente. Los obreros no participaron, ni los jóvenes de la FEUE y la FES; la Unión General de Trabajadores del Ecuador (UGTE) y la CONAIE vieron los toros de lejos; los maestros, los trabajadores de la salud y demás sectores del pueblo permanecieron indiferentes. Esta actitud de no hacer el juego a los sectores en pugna nos parece positiva, y presumimos que se debe a dos aspectos: ellos conocen la naturaleza reaccionaria de los protagonistas de las marchas y contramarchas y sus propósitos; y además ellos no anhelan el cambio de personas sino el cambio de las caducas estructuras, que en su momento ofreció transformar el presidente Gutiérrez, lo cual incumplió.

La marcha negra
La mayor parte de periodistas y presentadores de televisión han confundido a la opinión pública al decir que la mal llamada “marcha blanca” encabezada por Jaime Nebot ha sido un éxito, que ha sido un ejemplo de dignidad y de cultura cívica, que le dan la razón y se alínean con él por éxito político de la marcha. Todas esas falsas aseveraciones lo único que han hecho es confundir a la opinión pública. ¿De qué éxito se puede hablar si a razí de la marcha el país no ha cambiado nada? La injusticia sigue igual, el hambre, la miseria, el analfabetismo, la falta de empleo siguen en aumento; nuestros compatriotas, por falta de trabajo, siguen emigrando, nuestro hermano indígena sigue arrinconado en los cerros, animalizado, idiotizado, sin tener el mínimo de comodidades que un ser humano debe tener; en los guasmos y demás suburbios de Guayaquil, la gente sigue sufriendo el abandono y la miseria.

El hecho de que la gente se haya vestido de blanco para el día de la marcha no quiere decir que la marcha sea blanca, porque los corazones están negros de egoísmo, los sepultureros también son bonitos cuando se los pinta de blanco. No olvidemos que el mismo día de la marcha negra de los socialcristianos existió la contramarcha negra de los bucaramistas.

Por favor, que los medios de comunicación no traten de confundirnos, a propósito, les recomiendo que lean cien veces el artículo de Fernando Bustamante Ponce, publicado en el diario hoy del 29 del mes pasado, con el título: “la cosa es sencilla”. Es el único articulista que dice la verdad, refiriéndose en el mismo sentido a las marchas negras (felicitaciones).

Fernando Bustamante dice que la cosa es sencilla; que las marchas y contramarchas no son más que una pelea entre cacíques oligárquicos, que al igual que la hiena y los buitres, quieren disfrutar solo ellos de los despojos de un Estado-carroña.

*CI: 1700851643