El precio internacional del petróleo no cede y el alza del mismo parece imparable. Miremos la evolución de las cifras:

Año Precios Barril $
2001 20
2002 25
2003 30
2004 37
2005 50-56

La razón fundamental del alza se debe a una sostenida demanda y a una oferta que está prácticamente estancada. El aumento de la demanda se debe en gran medida al crecimiento económico mundial y al irresponsable derroche energético del Primer Mundo. El crecimiento económico de China y la India han determinado, por sus enormes tasas de desarrollo, que esos países compitan en el uso de un recurso que se torna crecientemente escaso.

Por otro lado el Primer Mundo, cuyo crecimiento económico es casi vegetativo, acrecienta enormemente su consumo gracias al derroche, producto del uso irresponsable de la energía. Para ejemplo, el creciente número de autos que circulan en el Primer Mundo, sus motores cada vez más potentes, el consumo indiscriminado de energía para los usos más extravagantes (veredas descongeladas mediante sistemas eléctricos, entre otras).

Por el lado de la oferta, es decir la producción, está estancada; como diría algún economista mientras el precio sube por el ascensor la producción lo hace por una escalera. El petróleo se está terminando a ojos vista. Estados Unidos, que era el principal productor hasta hace unas décadas, asiste a su propia decadencia productiva, razón por la cual cada año debe importar más petróleo, y cada año es más dependiente del suministro de terceros países. Es por esa razón que Irak, segunda reserva mundial de hidrocarburos, fue invadido para imponer un protectorado semicolonial. Ya lo dijo el presidente Bush hace pocos días: “Estados Unidos no puede permitirse cambiar su modo de vida basado en el uso del automóvil".

En nuestro país también tenemos nuestra historia. La política de destrucción y entrega de los noventa nos ha dejado casi indefensos en materia energética. Los recursos energéticos que por la Constitución Nacional son de propiedad pública están concesionados a empresas privadas extranjeras que son las verdaderas dueñas de lo que extraen. Así es como dichas empresas en realidad tienen un comportamiento depredador; el único interés es obtener una ganancia máxima, fácil y rápida. Por eso decimos que lo que conviene a las empresas no tiene nada que ver con lo que le conviene al país.

El presidente Kirchner en su viaje a Chile ha declarado una verdad de perogrullo que no es ingenua ni distraída: “la Argentina no es un país petrolero o gasífero, solo es un país que tiene petróleo y gas”. Esta afirmación aparentemente inocente es de gran importancia para comprender la magnitud del problema energético del país dentro de un mundo con una creciente crisis. La Argentina debe recuperar el manejo de sus fuentes de energía, deben ser sus habitantes quienes decidan en tan importante materia. No existe ninguna posibilidad de crecimiento y desarrollo económico si no recuperamos el manejo energético. En la medida que seamos los argentinos y no el mercado quienes decidan en esa materia, tendremos esperanza de construir un país para todos.