Suele decirse que la prensa es, tras el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial, el cuarto poder. Corrección: hoy por hoy subió de categoría. Hoy día la prensa, los medios de comunicación masivos en general, son la expresión más elocuente del entrelazamiento de poderes que dominan el mundo en una intrincada urdimbre cada vez más concentrada en menos manos.

En la lógica de lo que adelantara -sin dudas con genial intuición- el nazi Joseph Goebbels con su “miente, miente, miente, que algo queda” hace más de medio siglo, podemos decir con Theodore White que en la actualidad “el poder de la prensa es primordial. Establece la agenda de discusión pública. Es un avasallador poder político que no puede ser controlado por ninguna ley. Determina lo que la gente habla y piensa con una autoridad reservada en algunas partes del mundo sólo a los tiranos, sumos sacerdotes y mandarines”.

Desde hace ya varias décadas, y como tendencia en constante crecimiento, los medios de información son 1) buen negocio y 2) herramienta de control social. Lo de “buen negocio” es indubitable: la economía capitalista necesita cada vez más del mercadeo para su mantenimiento, y los medios de comunicación son el vehículo adecuado para ello; siendo herramienta más que funcional para el gran capital, han pasado a ser ellos mismos una preciada mercancía vendida como pocas, convirtiéndose así también en grandes capitales. Muchas de las grandes fortunas del planeta se ligan en la actualidad a este campo, y la perspectiva es seguir creciendo.

En cuanto a su papel de “mecanismo de control”, ¿quién podría ponerlo en duda? “Información es poder”, y esto lo saben muy bien quienes lo detentan. De ahí la monumental implementación de la “desinformación” a la que vamos asistiendo en forma creciente. Desinformación tendenciosa, manipulada, sesgada; en otros términos: desinformación dirigida al mantenimiento del orden social establecido y ocultadora de la verdad.

“En tiempos en los que la concentración en la propiedad de los medios de comunicación masivos transformó el discurso informativo en un replicar las intenciones y lecturas del poder, no es extraño que los ataques a los pueblos que comienzan a construir su propio destino vengan de esos grandes conglomerados de medios, y en especial de sus superestructuras”, razona con claridad Jorge Benedetti. Una de esas superestructuras, quizá la más relevante en estos momentos a nivel continental, es la Sociedad Interamericana de Prensa -SIP-, con sede en Miami, Estados Unidos, organización pretendidamente rectora de la libertad de expresión en las Américas pero que en realidad hace las veces, como dijera Gregorio Selser, de “órgano rector y conservador de bienes e intereses de los denominados “amos de la prensa”.

Hace ya algún tiempo, a partir del momento en que la Revolución Bolivariana cobra relevancia en Venezuela como genuina democracia popular y participativa con un proyecto de cambios reales en la estructura de los poderes de este país, la SIP comienza un constante trabajo de bombardeo mediático contra el proceso en marcha, y fundamentalmente contra su líder, el presidente electo Hugo Chávez, a quien considera un peligro para la libertad de expresión y parte del “eje del mal” junto al “demonio” cubano Fidel Castro.

En Venezuela, sin dudas, algo ha comenzado a cambiar. Después de las décadas de represión feroz -años 70 y 80- y de neoliberalismo descarnado -los 90-, Latinoamérica comienza a moverse tibiamente hacia propuestas más izquierdizantes. Van surgiendo así en el escenario político del subcontinente proyectos que, si bien no se oponen en forma tajante al pago de la deuda externa y a los poderes fácticos, tienen un corte popular. Pero de entre todas estas opciones surge algo nuevo, fuerte, que realmente comienza a preocupar a Washington y a la aristocracia del país en cuestión donde aparece: surge la Revolución Bolivariana en Venezuela.

En un principio se la consideró algo intrascendente; y su líder, Hugo Chávez, fue presentado como un militar aventurero, populista y con ansias de poder. Incluso hubo sectores de izquierda que así lo vieron. Pero la Revolución Bolivariana comenzó a hacer ruido. Y siguió adelante.

Los avances políticos y sociales del proceso venezolano son ya cosa seria al día de hoy; tanto, que la derecha nacional así como la que maneja el imperio estadounidense y ve en Latinoamérica su patio trasero natural, han prendido las luces rojas de alerta. Hay que “implantar una economía social para superar el capitalismo”, declaró el presidente Chávez en el último Foro Social Mundial en San Pablo. “En el marco del modelo capitalista es imposible superar el drama de la pobreza, la miseria y la desigualdad”, agregó el pasado 25 de marzo en la instalación en Caracas de la IV Cumbre de la Deuda Social; respecto al modelo alternativo, agregó: “no tengo dudas, es el socialismo”, pidiendo “inventarlo” en vez de aplicar experiencias socialistas ya probadas. “Ese debate ya hemos comenzado a darlo en Venezuela”, indicó el líder de la Revolución Bolivariana.

Considerando las políticas sociales en juego que impulsa la Revolución, la recuperación de la empresa petrolera nacional Petróleos de Venezuela, Sociedad Anónima -PDVSA- que llevó adelante, el proyecto de creación de una cadena de televisión regional -Telesur- que contrarreste la influencia de la CNN-, la creación del bloque petrolero latinoamericano PETROSUR, el impulso a un fondo económico para enfrentar el agudo problema de la pobreza y un Banco Suramericano de Desarrollo, la promoción de una integración continental alternativa al ALCA con la propuesta del ALBA, la alianza estratégica establecida con La Habana mediante un acuerdo de petróleo a cambio de médicos y maestros, y en general el papel protagónico y ejemplar que la Revolución Bolivariana, y en especial su carismático líder Hugo Chávez, juegan en la actualidad en las Américas, ambos han pasado a ser blanco de los más despiadados ataques de la derecha venezolana y estadounidense. El presidente Chávez es quien se lleva los honores en esta feroz cruzada.

En esta estrategia de acometida antipopular que pergeñan ambas derechas -la venezolana con su grandes grupos de poder, entre ellos el liderado por el magnate mediático Gustavo Cisneros; la estadounidense a través de sus cadenas informativas afines a Washington y de funcionarios de gobierno, fundamentalmente por medio de los ultra conservadores republicanos sentados hoy en la Casa Blanca- los medios de comunicación, expertos en construir mitos y preparar climas, juegan un papel definitorio.

Es así que, en forma creciente, asistimos a una andanada de agresiones contra el proceso que vive Venezuela, y muy especialmente contra su líder, Hugo Chávez. La cantinela en cuestión es hacerlo pasar por un dictador antidemocrático, sin recordar que fue aprobado en las urnas a manos de sus ciudadanos por ocho veces.

El fuego mediático es constante, agresivo, impiadoso: llamado al paro general y desestabilizador contra el gobierno, incitación al golpe de estado, al sabotaje continuo; recientemente al magnicidio. En noviembre de 2004 Condoleezza Rice alertaba a los países de la región “sobre el riesgo que supone el régimen chavista”; el 18 de enero pasado la nueva Secretaria de Estado volvió a calificar al gobierno bolivariano de “fuerza negativa en la región”. “Chávez debe morir como un perro, lo merece”, manifestó sin ninguna vergüenza el ex presidente Carlos Andrés Pérez; “el problema venezolano se resuelve con un rifle de mira telescópica”, manifestó en octubre pasado el actor y comunicador Orlando Urdaneta en un programa de televisión desde Miami.

Recientemente vimos la pirotecnia verbal por un supuesto rearme del gobierno bolivariano cuando la compra de armas a Rusia ante la negativa de Washington a vender a Venezuela repuestos para sus aviones F-16 adquiridos en la década de 1980. En tal sentido Roger Noriega, Subsecretario de Estado para América Latina de la administración Bush, declaró por CNN que la compra de 100.000 fusiles AK-47 y 40 helicópteros a Rusia “es un motivo de gran preocupación para nuestros aliados de América Latina, así como para el pueblo venezolano”.

Todo esto llevó a decir al director de la CIA, Porter Goss, que en el año 2005 habrá una “situación inestable” en Venezuela. Valga agregar que la mayoría de los argumentos de demonización contra el presidente Chávez son de corte personalista y profundamente racista: “el mono, el negro, el sambo, el de la verruga, el demonio, el comunista amigo del comunista Fidel Castro, el loco, el bruto, el ignorante, el tirano”. Y en general, los medios presentan a la Revolución como una avalancha de violencia bestial: “las hordas chavistas”.

“Ladran, Sancho: seña que cabalgamos”. No hay dudas que lo que se agita en Venezuela con la revolución en curso no es puramente cosmético; no son vacías declaraciones de “tirano populista”. Los cambios van en serio, y “el nuevo socialismo, el socialismo del siglo XXI”, como dijo Chávez, comienza a ser ya una realidad palpable. A ello hay que agregar -dato definitorio- que las reservas petroleras de la Faja del Orinoco están consideradas como las más grandes del planeta, y en la estrategia de dominación global del imperio estadounidense no cabe la posibilidad de perder esos recursos.

Los que pierden con la Revolución Bolivariana son, justamente, los grandes dueños; los dueños de los grandes medios de comunicación, aliados de clase de otras grandes empresas, de los grandes petroleros privados, de las aristocracias que no se resignan a ceder cuotas de poder. Por esto mismo esos grandes medios de comunicación, aquellos que se nuclean en la SIP, han sido y son absolutamente antibolivarianos, antichavistas. Y envenenan el ambiente a diario con una prensa nada objetiva, nada equilibrada.

En ese contexto la SIP pregona a los cuatro vientos, en forma tendenciosa y malintencionada, la falta de libertad informativa que existe hoy en Venezuela. Haciendo de caja de resonancia a esa postura, el actual titular de la SIP, el guatemalteco Gonzalo Marroquín, director del diario más importante de su país -Prensa Libre- se permitió publicar en nota editorial de su matutino (se adjunta abajo) una insidiosa visión de la “falta de libertad de expresión”, totalmente en consonancia con la postura oficial de la SIP.

El Embajador de la República Bolivariana de Venezuela en Guatemala, Lic. Félix Méndez, comprometido con el proceso vivido en su país, no tardó en responder a esta editorial con una carta abierta (también se adjunta abajo), donde rebate punto por punto lo expresado por el presidente de la SIP.

Más allá del debate puntual aquí presentado -por cierto revelador de la furiosa guerra mediática desatada contra un proceso popular, realmente participativo y no violento como es el bolivarianismo-, lo que queda en claro es el poder omnímodo que alcanzó la prensa en la actualidad (“avasallador poder político que no puede ser controlado por ninguna ley”), y el papel real que juega en el mundo moderno (por cierto que, en tanto gran empresa lucrativa, nunca a favor de las grandes masas oprimidas). Es por eso que medios alternativos como el presente, no comerciales, con un compromiso ético real con la búsqueda de la verdad y no sólo declamatorio, deben ser una vanguardia en la construcción de “otro mundo posible”.

Defender un proceso como la Revolución Bolivariana es un compromiso con esa búsqueda, y con esa construcción.

Editorial del Diario Prensa Libre, Guatemala, 15/3/2005
Más riesgos para la libertad de Prensa

La reunión de medio año de la Sociedad Interamericana de Prensa demostró que la situación de la libertad de información es tan problemática como siempre y que uno de sus principales problemas es la existencia de los “seguidores silenciosos” señalados por el ahora secretario ejecutivo de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA, Santiago Canton, uno de los asistentes. Los casos más preocupantes son Argentina, Venezuela, Ecuador y EEUU

En Argentina, hay autoritarismo local y nacional y pasividad de las empresas. El Gobierno admite entregar la publicidad oficial en forma arbitraria, en beneficio de medios afines.

Algunas empresas periodísticas, como dijo un participante, ven todo como un simple debe y haber, no como un derecho constitucional de la población, y actúan con excesiva prudencia o debilidad.

Hay presiones fiscales, sanciones injustificadas contra periodistas e insultos presidenciales, y una política de desinformación del Gobierno.

En Venezuela, el panorama empeora. La Corte Suprema está integrada por jueces que deben estar “al servicio de la verdad”, y quien emita juicio contra principios revolucionarios, será destituido y anulada la sentencia.

A los periodistas se les considera criminales, al comparar una publicación “injuriosa” con un crimen común.

La ya conocida Ley de la responsabilidad social de la radio y la televisión, ampliada a la prensa escrita, permite controlar y suspender programas y manifiesta que los fines de la emisión del pensamiento son divulgar los valores, ética e ideología de la revolución bolivariana y el amor a la patria.

Estos son dictados, claro, por los funcionarios de gobierno. Los medios afrontan multas en “unidades tributarias”, y se puede arrestar a los periodistas de tres a cuatro meses, lo que ya se ha hecho.

Todo esto potencia la autocensura, además de que algunos ya han pactado tácitamente con el Gobierno, al impedir clausurar programas críticos al régimen chavista. Mientras, hay periodistas acosados, acusados, castigados penalmente y los medios han sido multados, con la acusación de instigar disturbios.

“La ley puede ser aplicada para que los medios independientes se vean obligados a transmitir hasta cinco horas de programación gubernativa, o sea el 23 por ciento del tiempo.

Una amenaza menos conocida se fragua en Ecuador, donde hay similitudes con el caso venezolano: un ex golpista controla todos los poderes del Estado; desde el principio tuvo problemas con la Prensa, el petróleo lo ayuda con sus buenos precios y hay un proyecto de ley mordaza y presiones contra los periodistas.

Pero no menos preocupante es el caso de EEUU, donde un juez sentenció que una periodista del New York Times debe revelar sus fuentes.

Aunque este tipo de amenazas no es nuevo, pues la primera de su tipo la enfrentó dicho diario en 1857, a decir de su presidente, Sulzberger, el hecho que se haga ahora en la administración republicana de George W. Bush demuestra que la batalla de la libertad de Prensa debe pelearse todos los días y en todos los países del mundo.

“Ciudad de Guatemala, 17 de marzo de 2005”.

Ciudadano
Gonzalo Marroquín G.
Director Editorial de Prensa Libre
La Ciudad.-

Señor director:

En atención a su columna editorial de fecha 15 de marzo de 2005, titulada “Más riesgo para la libertad de prensa”, me dirijo a usted, para solicitar, haciendo uso de nuestro derecho a réplica, se publique en un lugar adecuado, la respuesta que hemos considerado dar, a lo que usted expresa y piensa sobre el panorama de nuestra Patria, la República Bolivariana de Venezuela.

A sabiendas de que nos estamos dirigiendo, no solo al director editorial del matutino “Prensa Libre”, sino también al presidente de la Sociedad Interamericana de Prensa, institución que enarbola como principio fundamental la libertad de información, comunicación y opinión, estamos seguros que nuestra solicitud, para que nuestro escrito sea publicado, tendrá la mayor acogida y aceptación.

Sabemos que su posición es totalmente contraria a la nuestra, pero es precisamente ahí, en la pluralidad de ideas y opiniones donde se fortalece el debate y con él la democracia; principio fundamental contemplado en el artículo 6 de nuestra Carta Magna de 1999.

La opinión pública, a quienes nos dirigimos, tendrá el raciocino suficiente para llegar a sus propias conclusiones. Esa es nuestra idea y nuestra opinión.

Muy atentamente,
Félix Alfredo Méndez Correa

Se anexa: Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión.

Comunicado del MCI a la SIP

“Hagamos Triunfar la Justicia y Triunfará la Libertad”
Simón Bolívar

Al Sr. Gonzalo Marroquín. Director Editorial de “Prensa Libre”

”Si nosotros nos dejamos insultar hasta de los débiles, no seremos respetados de nadie, y no merecemos ser naciones”.

Con esta trascendental frase del Padre de la Patria Suramericana, Simón Bolívar, que le viene al dedo a la organización que usted preside, por estar cada día más débil y aislada en su discurso, quiero aclarar, ante la opinión pública de Guatemala, todas y cada una de las líneas publicadas, en su editorial del día 15 de marzo de 2005.

La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela garantiza a toda persona el derecho a expresar libremente sus pensamientos, sus ideas u opiniones de viva voz, por escrito o por cualquier otra forma de expresión. Quién hace uso de ese derecho asume plena responsabilidad por todo lo expresado. No se permite y, seguro que en la mayoría de las naciones del mundo, el anonimato, ni la propaganda de guerra, ni los mensajes discriminatorios, ni los que promuevan la intolerancia religiosa. Los niños, niñas y adolescentes tienen derecho a recibir información adecuada para su desarrollo integral.

Ahora bien, quien al utilizar esa libertad como libertinaje, descalificando, insultando, vilipendiando o intentando dañar moralmente a alguien, debe también asumir su responsabilidad. Ser periodista no es patente de corso para insultar, mentir, manipular o maltratar verbalmente o por escrito a quien se le antoje. En Venezuela, los dos comunicadores sociales llevados a los tribunales civiles, han sido por acusaciones privadas, por sus ofensas, excesos y descalificaciones en contra de ciudadanos que fueron difamados y mal puestos, ante la opinión pública, en su honra y vida privada.

En el Proyecto de Constitución de. Angostura, 15 de febrero de 1819, el Libertador señalaba sobre la libertad de prensa: “El derecho de expresar sus pensamientos y opiniones de palabra, por escrito, o de cualquier otro modo, es el primero y más inestimable don de la naturaleza. Ni aún la ley misma podrá jamás prohibirlo, y solo podrá señalarle justos términos, haciendo responsable de sus escritos y palabras, y aplicando penas proporcionadas a los que lo ejercieren licenciosamente en perjuicio de la tranquilidad pública, de la vida, honor, estimación y propiedad de cualquier ciudadano.

Le invito a que cite los programas de televisión que han sido clausurados por el Gobierno Nacional. Los que han salido del aire es por la poca audiencia y no cuentan con patrocinantes o anunciantes, en palabras claras “no venden” y en el neoliberalismo quien no genera ganancias no es bien visto. Estos espacios han sido reemplazados por otros de igual corte pero con diferentes moderadores.

Identifique con nombres y apellidos los periodistas que han sido privados de su libertad. Usted bien sabe que desde que el Presidente Hugo Chávez Frías llegó a la Presidencia de la República Bolivariana de Venezuela, la única vez que un canal fue sacado del aire, fue el 11 y 12 abril de 2002, por un ex gobernador golpista, con aspiraciones a la presidencia de Venezuela. Ese medio televisivo fue “Venezolana de Televisión”. Nos preguntamos, dónde se encontraba usted y su organización en ese momento y por qué razón no salieron en defensa de la “Libertad de Prensa”.

Lejos de empeorar, en Venezuela el panorama cada día mejora y seguirá mejorando, así lo demuestran todas las encuestas, estudios económicos y sociales de organismos nacionales e internacionales, quienes destacan los logros alcanzados por nosotros.

En lo que a administración de justicia se refiere, contamos con una verdadera transparencia dentro del Poder Judicial, el Tribunal Supremo de Justicia es independiente y goza de autonomía funcional, financiera y administrativa, cualidades propias de un Poder. Los magistrados son elegidos por un único período de 12 años. Esto es interesante y bueno para la justicia ya que los jueces saben que son inamovibles y les da independencia personal que redunda en beneficio de la justicia. “Ahora si están nuestros jueces al servicio de la verdad”

La Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión, le recomendamos su lectura, no tiene absolutamente nada que ver con la prensa escrita. Su aplicación no tiene otro objetivo que regular los contenidos obscenos, de violencia y sexo en horarios para niños, niñas y adolescentes. En este horario se podrán transmitir noticias, entrevistas, programas de opinión, culturales, deportivos y religiosos. Es mandato constitucional que los niños, niñas y adolescentes tengan derecho a recibir información adecuada para su desarrollo integral, Principios con los que estamos seguros, contar con el apoyo de cualquier sociedad moderna y educada.

Resaltar los valores patrios, entonar las históricas notas del “Gloria al Bravo Pueblo” al inicio y al final de las programaciones radiales y televisivas, promover nuestra cultura, música y folklore, es un deber y una obligación del Estado. Quienes no conocen su historia, quienes no conservan su identidad están condenados a desaparecer. Es por ello que la dignidad, independencia, autodeterminación, e identidad de los pueblos, debe estar por encima de todo. Recuerde que quien no conoce su pasado está destinado a sufrir su presente.

“Todo padre de familia está obligado a inspirar a la suya amor a la Patria, a la libertad, a la virtud y al trabajo. “Simón Bolívar”.

Quién no estaría de acuerdo con el principio de que los impuestos deben recaer sobre quienes más poseen. Si esto es verdad por qué razón los poderosos medios de comunicación tendrían que ser la excepción. En nuestra Patria, la Revolución Bolivariana, ha logrado reducir y casi eliminar la acostumbrada, corrupta y muy dañina evasión fiscal, precisamente por parte de quienes más se lucraban. El Plan Evasión Cero, que adelanta el Ejecutivo Nacional, a través del SENIAT, ha superado en más del 180% la recaudación Fiscal. El resultado obtenido es más inversión en programas de educación, salud, deportes, seguridad, vivienda digna y obras de infraestructura. Ejemplo de ello es que en el único país del mundo donde se están construyendo cinco sistemas de transporte masivo (METRO), es en Venezuela. Obras que están dirigidas al bienestar de toda la población, sin excepción alguna.

Por último quiero preguntarle como pudo usted, en un país donde no existe libertad de expresión, hablar de la forma como lo hizo, en un canal privado venezolano, sin que hasta ahora el mismo haya sido sometido a ninguna sanción o censura, Ah y precisamente transmitido, en horario dedicado exclusivamente a niños y adolescentes.

Félix Alfredo Méndez Correa
Encargado de Negocios a.i.