El ministro peruano de Relaciones Exteriores, Manuel Rodríguez-Cuadros, presentó el 14 de marzo en Ginebra las propuestas de su gobierno para una reforma de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU. Tras sus críticas en cuanto a la suerte reservada a los palestinos y a los prisioneros de Guantánamo, esta se ha convertido en una pesadilla para Washington y Tel-Aviv que, luego de haber tratado de desacreditar a los miembros, desean abiertamente su disolución. Lo que Perú propone, ni más ni menos, es «reformar» esta Comisión de modo que no continúe integrada por representantes de Estados, sino por «expertos». Transformada en instancia burocrática, perdería toda legitimidad política y dejaría de importunar a neoconservadores estadounidenses y los extremistas de derecha del partido likud en Israel.