Este cultor de la música empezó a cantar cuando estuvo en el Instituto Nacional Mejía. Sus años de colegio los vivió con intensidad... y como todo joven enamorado y sentimental, le cantó al amor. Su primera composición, en 1999, fue “Tu recuerdo en un cigarrillo” -un éxito en sus presentaciones-; la escribió en base a una carta que no llegó a quién era su ‘amor platónico’ -porque nunca se atrevió a decirle lo que sentía por ella-. Dos temas de su primer trabajo, “Sueños de Soledad” y “Tu Canción”, los dedicó a la ilusión romántica de ese momento. David no solo canta al sentimentalismo, también lo hace a la realidad nacional, porque como joven le duele las penurias económicas y sociales del país. Así compuso “ Mejía canta al Pueblo”, que habla de los estudiantes protestando en las calles, escrita en el 2000 en el devastador gobierno de Jamil Mahuad. En esa misma época David interpretó “La Letanía de los Poderosos”, del mexicano Gabino Palomares, que trata del poder de los gobernantes
En el Instituto Nacional Mejía estudió hasta quinto curso, pero tuvo que viajar a Guayaquil para apoyar un proyecto artístico- cultural, en beneficio de los pobladores de los suburbios de esta ciudad. Por supuesto, continuó sus estudios y se graduó en el “Colegio Tino Icaza” del Puerto Principal. Luego retornó a Quito para grabar las canciones de su primer CD. Tuvo que pasar una serie de vicisitudes y comprender que promocionar su música no sería fácil: debía contar con algunos recursos y su material debía ser comercial. Tocó varias puertas de empresas disqueras y auspiciantes, hasta que un buen día le dijeron “que se dedique a ser ‘albañil’. Pero David, un joven emprendedor y luchador, perseveró en su afán de alcanzar su objetivo, tuvo la oportunidad de trabajar con Washington Barreno (integrante de los Cuatro del Altiplano), quién creyó en su música y le apoyó para grabar su primer CD.

Toda las experiencias amargas y dulces por las que ha tenido que atravesar nuestro personaje, le han llevado a proyectarse a futuro: “Mis sueños son formar un centro que se dedique ha enseñar arte a los niños de la calle, para cambiar un cajón de zapatos por un cuaderno, una funda de goma por un lápiz... , Mi anhelo es apoyar a esta gente de la que nadie se acuerda. Deseo también instalar un estudio de grabación para incentivar a la gente que gusta del arte musical y que no tiene apoyo ni respuesta de disqueras grandes, que no ven un negocio rentable apoyar sus trabajos. Quiero de esta manera fomentar más nuestra cultura e identidad, para no dejarnos comprar por la multinacionales y no perder nuestra identidad cultural”, dijo David Chumaña.

Su actividad musical no está desligada de la otra faceta de su vida, la de ser maestro de música en la “Escuela Vencedores”, al norte de Quito, Allí trabaja con niños de cinco a once años; sus clases son dinámicas y amenas; no es el típico profesor que impone sus criterios. David combina lo teórico y práctico. A pesar de su edad, sus alumnos le tienen respeto y lo consideran un amigo.

A la hora de cantar...

Shumaña divide en 3 etapas su presentación, la primera los instantes antes de subir al escenario -compartir con los artistas de la presentación, y después de bajar del escenario -charlar con sus amigos sobre los periplos de la presentación-, porque el intermedio que es la presentación es bastante tensionante, afirma. Espera de su público un aplauso, que coreen sus canciones y sentir la receptibilidad de los asistentes con las letras de sus creaciones.
Y esto lo ha sentido en sus presentaciones. Pero también ha sido víctima de los gajes del oficio. Al respecto, este conquistador, calificado por sus enamoradas y amigas como “un labioso”; nos contó sus experiencias y anécdotas más sobresalientes: Cuando asistieron tres grupos estudiantiles en representación del Ecuador, en al año 2000, al festival Colombo- Ecuatoriano, denominado “Un Canto al Alma”, a pesar de que no tenían dinero, ni cámara de fotos, su grupo quedó en el quinto lugar de 180 participantes, una experiencia que la describe como inolvidable y de la cuál guarda un diploma y un trofeo. Una de sus anécdotas, la más graciosa, según él, es la siguiente “ Hace 3 años nos invitaron a tocar en la plaza de toros de la Mitad del Mundo, se presentaron varios artistas y antes de nuestra actuación le tocó el turno a un grupo de danza que, con sus movimientos, parecía que se venía abajo el escenario-, pero nos imaginamos que con nuestro presentación y nuestro peso no ocurriría nada. Pero al tocar el tema “Mejía Canta al Pueblo”, se me ocurrió darle un cierre a una estrofa que dice ‘Ayer un amigo les lanzaba una piedra, y a cambio recibe, santa sepultura...’; la idea era rematar con un salto, para darle más emotividad, pero se nos cayó la tarima en plena presentación. Las 400 personas asistentes se rieron a carcajadas, sin parar”, finalizó riéndose David.