Ante todo, George W. Bush debe comprender que él es huésped de toda Georgia y de todos sus ciudadanos. El presidente norteamericano no realiza una visita personal a Saakashvili como nuestro presidente quiere hacer creer. Bush sabe que en Georgia existen dos polos: los grupos de Saakashvili y los miembros del Labor. Me ha escrito con entusiasmo en dos ocasiones. Él debe admitir que Saakashvili ha desacreditado los valores occidentales, los de la democracia. Se ha convertido prácticamente en un dictador que dirige el país con la ayuda de un clan corrupto, tal como lo hizo su antecesor, Chevardnadze. Cuando ocurrió la revolución en Tbilissi, en noviembre de 2003, según los resultados de las elecciones éramos nosotros quienes debíamos asumir el poder. El Instituto Gallup nos reconocía el 76% de los votos, pero se montó una farsa. Hoy día la gente ha comprendido la razón del porqué. La caída del presidente en las encuestas es vertiginosa; admite haber perdido 25% de su 63% original. En verdad, cuenta con un 14% de votos a su favor y yo con un 26%. Él no ha cumplido ninguna de sus promesas, el lari se ha devaluado y eso hace que las pensiones por retiro en realidad no hayan aumentado, todo está en venta y 200 000 personas han perdido sus empleos. Si esas personas no estaban de nuestro lado, ya lo están. La situación es de nuevo revolucionaria. El gobierno no está unido, sino integrado por grupos que defienden sus propios intereses, lo cual ha dado lugar al asesinato del ex presidente Zurab Jvania.
Por el momento, estamos tratando de agrupar a la oposición y de unir a los diversos grupos, pero la situación podría volverse pronto incontrolable. Las elecciones presidenciales debieron haberse celebrado en el mes de abril si Chevardnadze no se hubiese marchado; yo había sido nombrado candidato en octubre de 2003 y ello es válido todavía.
Vladimir Putin no nos consultó y eso no es justo; desde ese punto de vista los norteamericanos son más astutos, pues consideran diferentes posibilidades y esa es la razón de su eficacia en el área postsoviética. Esto lo digo como graduado de la Academia Diplomática del Ministerio de Relaciones Exteriores de la URSS.
El nuevo poder actúa de manera cruel y amoral al no pagarle la pensión de retiro al ex presidente, pero es también amoral llorar por Eduard Ambrossievitch (Chevardnadze), cuando con su fortuna podría alimentar a 100 000 jubilados.

Fuente
Vremya Novostyey (Rusia)

«Американцы и русские ошиблись, поставив на Саакашвили», por Shalva Natelachvili, Vremya Novostyey, 13 de abril de 2005. Texto adaptado a partir de una entrevista.